Los antecedentes del Hospital Militar a través de los archivos

El proyecto de la actual edificación del O’Donnell data de 1920, obra que reemplazó el Cuartel de los 1.000 hombres

La arquitectura está indefectiblemente unida a los usos y las andanzas históricas. Los edificios hospitalarios no podían ser menos. El actual Hospital Militar O’Donnell, que deja de funcionar hoy tal como se concibió, fue construido en los inicios de la década de 1920. El contexto era la Guerra de África. En el frente oriental ocurría el Desastre de Annual, mientras que el occidental la pacificación de esta vertiente del Protectorado iba a durar todavía varios años.

Ceuta se convirtió en una especie de hospital de campaña y los adelantos técnicos, la razón y el cientifismo, recomendaban erigir los hospitales a las afueras de las poblaciones. Era el temor a las epidemias. “En 1902, el teniente de Ingenieros, Ruperto Vesga y Zamora, redacta un anteproyecto para un hospital de moros en el campo exterior, con construcciones análogas a la de los barracones usadas como acuartelamiento de artillería de la plaza”, afirma Javier Arnaiz en su estudio ‘Ordenación del territorio en el campo exterior de Ceuta 1855-1956’.

En dicho estudio también consta los antecedentes directos de la actual construcción que es hoy el hospital O’Donnell: “El proyecto de estación sanitaria en la frontera del Tarajal del teniente de Ingenieros Luis Serrano Maranges, hospital concedido a esta plaza por donde es paso obligado del contingente mayor de forasteros de los que acuden a la plaza. (...) Se construye cerca de la nueva carretera que nos une con Tetuán por si se declarasen epidemias en kábilas vecinas, caso probable dada la incuria de sus habitantes”.

Pero es sin embargo el Cuartel de los 1.000 hombres el modelo que configuraría el posterior hospital, extremo apuntado por el cronista de la Ciudad, José Luis Gómez Barceló y corroborado por Arnaiz en su investigación urbanística. “En 1912 se va a redactar un anteproyecto para un cuartel permanente capaz de 1.000 hombres, por el comandante de ingenieros Senen Maldonado y Hernández, situado en la bajada desde el Otero hasta la Almadraba, lugar y proyecto que se convertirán en los próximos años en el hospital militar permanente de Ceuta”.

He ahí el hospital. Antes, en efecto, fueron necesarios borradores, más proyectos y diversos permisos marciales. En 1920 las condiciones de este cuartel urgían la remodelación definitiva en un “hospital de 600 camas”. Así reza en la memoria descriptiva elaborada por el coronel Ingenieros comandante Isidro Calve, texto que puede consultarse en el Archivo Intermedios Militar de Ceuta: “Mas si claras y terminantes eran las razones para la realización de la obra en 1918, por considerar en ruinas el actual edificio vetustísimo, sin condiciones higiénicas ni constructivas, hoy más terminantes son aquellas razones pues en estos dos años no se ha hecho obra alguna”.

Cabe reseñar el valor del informe llevado a cabo por el cuerpo de Ingenieros, donde describe las condiciones físicas de la Ceuta de entonces. Los redactores del proyecto de remodelación del Cuartel O’Donnell en “Hospital Militar para 600 camas” hablan de la calefacción, “realmente en un clima tan templado parece superfluo todo cuanto a calefacción se refiere”. Sobre la ventilación y la higiene figura lo contrario: “La idea aún arraigada de que ir al hospital es una desgracia de los desheredados de la fortuna tiene su fundamento en aquellos antiguos hospitales donde la higiene brillaba por su ausencia y donde podía asegurarse que el que sanaba tenía inmunidad contra todas las enfermedades. Hoy por fortuna la ciencia médica y su hija, la higiene, han progresado enormemente. La ventilación es una de las principales causas de salubridad de una vivienda”. Y de aquellos aires, los vientos de un edificio aún con carrete para seguir.

De la sopa de ajo de antaño a las dietas de hogaño
La memoria descriptiva de la construcción del Hospital Militar cuidó cada detalle. En cuanto a la luz, se ve que las cosas tampoco han cambiado demasiado: “La fábrica de electricidad apenas si puede malamente atender el servicio público y privado de la población”, reza el texto. Si bien la alimentación de energía más llamativa acabe siendo la de los menús reglamentarios. Según la norma de 1884, la tropa desayunaba sopa de ajo y un bollo de pan, almorzaba puchero de carne, garbanzos, tocino y patatas y un bollo de pan. La cena consistía en un guiso de carne y otro bollo de pan. A los oficiales les correspondía más dosis de pan, postres de queso y platos más sustanciosos. El actual jefe de cocina de O’Donnell, Pepe Ramos, explicó que las jerarquías desaparecieron para ajustarse a las necesidades de las distintas patologías.

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