El tirón de Lola Herrera y, también, de Juanjo Artero es incontestable. La función que hoy han ofrecido ha alcanzado un lleno rotundo y es que un cartel con estos dos grandes de la interpretación ha generado un gran clima de expectación en el Revellín que se ha visto alimentado por sus brillantes actuaciones.
La velocidad del otoño ha sido una obra crítica edulcorada con grandes dosis de comedia. Y así con una situación inverosímil e, incluso, absurda arrancaba la obra.
La función ha puesto sobre la palestra un tema universal, el de la fugacidad y el paso del tiempo, a la vez que ha reivindicado el comportamiento de una sociedad frívola y olvidada con los mayores. Abriendo, así, la reflexión sobre cuanto importa acompañar en su recta final a quienes tutelaron nuestros primeros pasos.