La primera percepción que tengo de mi abuelo materno, Rafael, tuvo lugar cuando cumplí cuatro años .Mis recuerdos, aún trémulos, evocan Villajovita , calle N nº 5 , pedanía de Ceuta, perla del mediterráneo, bañada por las aguas marinas de Benzú, situada a gran trecho de Escuelas Practicas, que obligaban a mis padres a usar transporte público en guaguas , tras mucha andanza y largo tiempo para cumplir las enormes distancia que separaban dichas urbanizaciones. El hecho de instalarse allí fue debido a que sus hijos residían en las cercanías de aquella villa y mi abuela Aurea se sentía bien acompañada contando con la proximidad y cariño de los suyos.
Mi abuelo era hijo de un laureado de San Fernando,1ª categoría, Rafael López Sánchez, condecoración que obtuvo por hecho memorable, ocurrida en la guerra de Marruecos , 1922, cuando era capitán de Estado Mayor, y él pertenecía al cuerpo de prisiones ,con categoría de alto ejecutivo , destinado en la prisión del Hacho, única prisión cívico-militar, en Ceuta. 0tras facetas le adornaban, destacando entre ellas la condición de descendiente de un renombrado General Carlista, razón por la que fue intitulado en calidad de responsable de la Comunión Tradicionalista ,con jurisdicción en el Marruecos español, vistiendo de continuo gabán azul marino con la oropela de iconos de aquella organización política , portando escarapela de la cruz de Borgoña que representa a San Andrés , cubierto de boina roja.
A nivel personal, mis percepciones posteriores , por lo contado entre los míos ,respecto de la semblanza de mi abuelo, se perfilaban entre otras cualidades, como hombre alto, enjuto, con barba blanca ,de aspecto noble y de fiar, contundente y serio en su carácter, asertivo, extrovertido, dicharachero, buen tertuliano en los casinos de falange y militar, gran lector, apasionado por la historia de España, conservador, religioso y con altas fidelidades al Ejército de España en Marruecos, celebrando amistades con jefes y oficiales ,entre ellos Yague, que como es sabido ,aparte de militar, era un consumado falangista, de manera que el personaje fue siendo tema de leyenda urbana donde se destacaban algunas de las circunstancias citadas .
Una de las más mencionadas fue la que sigue, sin tener en cuenta su cronología , divulgada por católicos ,agnósticos ,ateos e incrédulos , ocurrida en fechas posteriores a la proclamación de la II República relacionada con el Cristo de los Remedios, sito en la calle Real, que tenía su aposento y cruz según se entra a la Iglesia , a mano izquierda, donde el Señor permanece crucificado mostrando cara de sufrimiento y amargura ,invitando a la concurrencia de devotos a rezar y unirse en plegaria de consuelo, contando con la presencia de mi abuelo todos los días, tras la partida de chamelo en los casinos , que ocurría alrededor de las ocho de la tarde/noche, según temporada.
Conocida por las hordas republicanas esa actitud y presencia reiterada de mi abuelo ante el Cristo de los Remedios ,un grupo escindido de ellos pretendió sustraer aquel crucifijo para quemarlo después en la calle, y llevarse por medio y con apreturas a tan fiel devoto, acudiendo los revolucionarios con gritos alarmantes y ofensas a la divinidad ,blasfemando de continuo, acorde con las visitas rutinarias que cumplía el “carlista” , como así le llamaban , a tan insigne crucificado, guardándose la turba de tan ultrajante y sacrílega actuación ,tras comprobar que Don Rafael se encaramaba en la puerta de la Iglesia para impedir , acompañado de voces enfervorecidas , enervando y blandiendo bastón ,advirtiendo ferozmente a la jauría humana que su cuerpo sería la mortaja que podrían conseguir aquellos facinerosos, comprobando tras denuedos que a tenor de sus chillidos y proclamas, aquellos energúmenos comenzaron a plantearse otras actuaciones, abandonando la calle, tras mostrar respeto y consideración a Don Rafael, el carlista, como así le reconocían y llamaban.
Otra leyenda urbana conocida, referente a mi abuelo ,entre otras muchas, coincidió que cuando tenía edad muy avanzada y no con buena salud, y corrían tiempos republicanos, allá por 1938, mandó a su hijo José, de quince años, al frente de Madrid, bastión inasequible para los nacionales ,que se encontraron con grandes dificultades para tomar la plaza, y según las cartas de su hijo las batallas se sucedieron a través de la cabecera del rio Manzanares y desde allí a los Carabancheles, alojándose en un Colegio de Huérfanos de la Policía ,dedicado a Hospital y refugio de fuerzas.
Conocida esa situación no se paró en zarandajas y otras cuitas ,y ni corto ni perezoso, se hizo un avío con sus escasas bagatelas ,total , una muda, camisa azul, gabán con la cruz de San Andrés y su boina roja, a fin de viajar al frente de Madrid, con el objeto de saludar ,abrazar y besar a su hijo que era un niño ,tras visitar a sus amigos militares a efectos de que le recomendaran para obtener visado que le autorizara a viajar con las fuerzas procedentes de Marruecos , y trasbordar en la Paloma, embarcación que hacía la ruta de Ceuta a Algeciras.
Navegante en la Paloma pasó por la tormenta de las olas de levante que batían las aguas y manejaban a la nao como si fuera una nuez en el espacio de una palangana. Sin más en el horizonte , y por si fuera poco ,apareció un destructor enemigo que obligó a aumentar la velocidad a más nudos de los que la embarcación pudiera soportar, tras embocarse en la bahía de Algeciras , protegida por el farallón de Gibraltar .No obstante algunos disparos del destructor intentaron sucumbir y naufragar a la Paloma con su marinería y voluntarios, recibiendo su bautismo de fuego enemigo, que saludó con albricias ,llenándose de alegría y contento ,por tener algo que contar a la vuelta.
De Algeciras a Madrid , Don Rafael ,junto a moros cabileños rescatados en la zona de Tlata de Anyera , Tetuán ,con soldadas ,y reclutados en el regimiento de Regulares nº 3, tuvo que pasar por las vicisitudes del camino entreteniendo holganza y hambre. No obstante no dejaba de mostrar su desprecio y falta de prudencia cuando desde la atalaya de camiones o el alfeizar de vehículos no paraba de insultar y encabronar a los rojos ,llamándoles con toda la clase de insultos e interjecciones , alarmando a sus acompañantes que le advertían de su calamitosa presencia ,dispuesta a recibir disparo de cualquier mosquetón o ametralladora enemiga, situada a la vera del camino.
A la vuelta a Ceuta en la Paloma , que transportaba a heridos del frente para convalecer en hospitales, recibidos en calidad de héroes mediante asistencia de bandas y fanfarrias militares, a excepción de mi abuelo, que en cubierta se apenaba de emoción y rabia sostenida, por no llegar mutilado o herido, tras tanto esfuerzo por lograrlo. A los pocos días de este evento , aquel abuelo, cuando se dirigía a postrarse ante el Cristo de los Remedios una motocicleta violentó su frágil cuerpo, lesionándole con resultado grave, que le obligó a asistencia hospitalaria, desesperándose ,después de buscar herida de bala o granada en el frente enemigo y así demostrar ante los suyos, a pesar de su larga edad, setenta y dos años , valentía o imprudencia.