Llueve sobre mojado

Desde el fallido nombramiento de Soria a las impresentables declaraciones, de la jueza reconvertida en alcaldesa de Madrid, Carmena, aplaudiendo la ilegalidad del salto sobre la valla; nada sorprende a un país cansado de titulares que deberían sonrojar a cualquiera. Y es que estamos tan vapuleados de desvergüenzas, que actúan impúdicamente sin ningún reparo a la hora de mentir, proclamar sandeces, o manejar el erario público como alcancía particular sin fondo, creyéndose y viéndose inmunes al juicio popular o a la acción de una justicia lenta, procelosa e incierta, que la mayor parte de las veces denotan signos torticeros, cicatrices que injustamente acusan a todo un sistema judicial de connivencia.

Una sociedad que no espera corrección alguna desde entornos políticos. Expectativas truncadas hasta en los más cándidos que vieron en el radicalismo marxista de “Podemos” la pira purificadora, creyendo que con la destrucción del sistema, todo renacería bajo un nuevo sol. Desengaño perfectamente retratado en la foto de la actual bancada fundamentalista de “Podemos” en el Congreso, donde descaradamente haraganean de un modo grosero; o en las declaraciones de IRPF donde se denuncia que su líder, Pablo Iglesias, es el político que más ha ganado en 2015; o en un Echenique que se autoerige adalid de los desvalidos para criticar los nombramientos del Gobierno o la riqueza de Amancio Ortega, cuando él mismo debería haber renunciado a la vida política y pública tras descubrirse que tenía asistente sin contrato legal ni alta en seguridad social y con un salario indigno.

Que todavía se cante el “Cara al Sol” en algunas tascas, que otros anden vigilando el nombre de las calles, o que se rindan homenajes individuales a exclusivamente un represaliado y ajusticiado de uno de los bandos de la guerra fratricida, es ahondar en el dolor, aumentar la brecha, y recalcar que existieron buenos y malos, y que ahora los malos son los que antes eran buenos y viceversa. Eso sí, todo dentro de la corrección política, no vaya a ser que nos tachen de fascistas por hablar de que todo no fue negro ni blanco, sino muchos tonos grises e incluso morados y rojos. Rojo de sangre derramada para que ahora, cometiendo una nueva injusticia sobre los ajusticiados,  haya cierto aprovechamiento político de ello.

Puestos a rememorar el salvajismo, para que no vuelva a ocurrir, y a hacer honor a la memoria de gente virtuosa, hay que recordar que también faltan muchos otros, incógnitos la inmensa mayoría de ellos, entre los que caben destacar la enorme cantidad de legionarios y regulares que Ceuta vio partir de sus orillas y nunca regresaron, o los nativos de esta tierra que fueron víctimas del terrorismo de ETA, u otras batallas que España dio por la paz y la justicia en el mundo.

no hay tradición y el experimento que se hizo en cierta ocasión en la Gran Vía, si bien fue un éxito de público y disfrute ciudadano, lo cierto es que tal celebración fue en detrimento del deseado ambiente y concurrencia de público posterior al recinto de la Marina. Un Real céntrico, bien dotado, cómodo y a pie de mar, por aquello de suavizar algo el calor, donde hacer posible a esas horas diurnas la cita para quienes gustaran acercarse a comer, a bailar o a tomar el aperitivo. Cuántas ciudades quisieran disponer de un recinto con tan privilegiado emplazamiento en todos los sentidos.

¿Recuperaremos el acto del pregón con la coronación de las reinas a continuación y la posterior inauguración del alumbrado como chupinazo oficial del inicio de los festejos? Quede una vez más ahí la sugerencia de este modesto columnista.