La Ciudad Autónoma sacó ayer a concurso el que debería ser el último paso estructural para poner en uso de una vez por todas la antigua Estación de Ferrocarril, cuyas obras de rehabilitación comenzaron hace doce años y todavía no han terminado tras múltiples vicisitudes de todo tipo.
Con un presupuesto base de licitación sin impuestos de 838.166 euros (929.983 con IPSI), los trabajos incluyen “las instalaciones diversas de climatización, iluminación, colocación de ascensor, ventilación, señalización, etcétera”, que no estaban incluidas de acuerdo con las necesidades actuales en el proyecto elaborado en 2004 y que fue financiado por el Programa 1% Cultural conveniado con el Ministerio de Fomento.
El proyecto original, que preveía destinar el inmueble a biblioteca, fue cambiado a lo largo de los años y se decidió redirigirlo a salas de lectura para el vecindario de la barriada y las oficinas de la Fundación Premio Convivencia con un aula de taller.
Por este cambio de uso se ha redactado un nuevo proyecto de instalaciones en general “para cumplir los requerimientos de estas nuevas necesidades culturales”, que irán ubicadas, respectivamente, en la planta baja y la superior.
La primera tiene 736,40 metros cuadrados de superficie y la segunda, 325,6. Los revestimientos, carpinterías, solados y alicatados están ya realizados, por lo que únicamente faltan por definir los falsos techos que se consideran en el proyecto de instalaciones, que también contempla la instalación de elevación de un ascensor, la iluminación, la climatización, ventilación, señalización y el cableado.
El concurso establece un plazo de ejecución de las obras de nueve meses (a contar desde la formalización del contrato) y el de presentación de ofertas estará abierto hasta el 5 de enero.
El precio que oferten las licitadoras será el único criterio que se tendrá en cuenta para la adjudicación de las obras. Un posible empate se resolvería revisando el mayor porcentaje de trabajadores con discapacidad o en situación de exclusión social contratado en la plantilla de cada empresa y, a continuación, una tasa más baja de contratos temporales.
La adjudicataria del proyecto sacado a concurso dispondrá de 9 meses para ejecutar el trabajo salvo si “por causa de fuerza mayor o independiente de su voluntad” no pudiese comenzar las obras, o tuviese que suspenderlas, o no le fuera posible terminarlas en los plazos prefijados. En ese caso podría disfrutar de una prórroga para el cumplimiento de la contrata “previo informe favorable del técnico”. Para ello, estará obligada a exponer por escrito “la causa que impide la ejecución o la marcha de los trabajos y el retraso que por ello se originaría en los plazos acordados, razonando debidamente la prórroga que por dicha causa solicita”.
La Estación de Ferrocarril fue la cabecera de la antigua línea férrea con Tetuán inaugurada en 1918 y extinguida en los años cincuenta. Tiene “un estilo historicista, ecléctico”, y “si bien no se encuentra formalmente declarada como Bien de Interés Cultural (BIC), sí está incluida en la Zona 1 de máxima protección en las Normas Urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Ceuta vigente y es “un edificio de interés arquitectónico e histórico”.
La antigua estación era de estilo árabe tetuaní, con cuatro torres a modo de alminares. Disponía de una amplia superficie de terrenos anexos que se extendían desde los Jardines de la Argentina hasta los actuales pabellones de la Junta de Obras del Puerto. Se construyó en dos años y contaba con almacenes de explotación y talleres de la línea, así como muelles destinados al embarque de vehículos, mercancías y ganado, con sus correspondientes rampas al efecto.
En el interior, sus patios centrales, servían de intercomunicación entre las distintas dependencias y servicios, mientras que los andenes cubiertos en forma de galería de arcos árabes, imprimían “un sello de originalidad” al edificio.
En 1958 se cerró la línea y los automotores retornaron a la península salvo la locomotora C-1, que fue adjudicada en subasta a la Administración local para que fuese colocada en un lugar público como homenaje y para la que se ha habilitado un espacio singular junto al inmueble. Las dimensiones de dicho hangar han sido el último obstáculo al que se ha agarrado la Ciudad para justificar la demora en concluir el proyecto.
“El proyecto avanza muy lentamente, superando dificultades día a día, pero sin renunciar definitivamente a terminarlo, lo que ya sería un éxito”. Así se manifestaban fuentes de la Ciudad hace ya algo más de tres años, cuando surgió el último incidente con Dragados en unas obras que comenzaron en 2008. El conflicto se dio entonces porque, en enero de 2017, los directores de obra, el representante del constructor y el director de ejecución firmaron un escrito en el que solicitaban la redacción de un proyecto complementario que sumar a los modificados que ya se habían aprobado con Antonio López y Emvicesa al timón del proyecto a través de una encomienda de gestión que se dejó sin efecto en 2014. La Dirección Facultativa se quitó del medio y su papel se encomendó al arquitecto municipal, pero entonces los trabajos encallaron de nuevo por la “instalación, traslado y reparación” de la locomotora y la colocación del hangar protector, a cuyas dimensiones se apeló durante meses para justificar que la obra no se moviese.
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