Minority report, Desafío total o Blade Runner son poderosos ejemplos de que la mente de Philip K. Dick ha sido siempre un filón para el mundo del cine, y con mayor o menor acierto, sus relatos son fuente de la que siempre está bebiendo el cine de ciencia ficción. Con claros toques a lo Show de Truman, Matrix y Con la muerte en los talones a la vez (aunque la mezcla se antoje algo difícil), el trabajo que firma George Nolfi (Ocean´s Twelve, La sombra de la sospecha, El ultimátum de Bourne) se rodea del el atractivo de una idea resultona aunque un tanto pueril y un interés que es inversamente proporcional al conocimiento que se tiene de lo que realmente está ocurriendo ante nosotros; en otras palabras, que se acaba el misterio y la cosa pierde alarmantemente la gracia, pero mientras dura el mismo, todo funciona muy bien (como la vida misma).
Para la empresa, el director cuenta con Matt Damon, su actor fetiche, en el papel principal, el de un prometedor congresista que conoce a chica (la británica Emily Blunt), se enamora perdidamente y ambos están predestinados a comer una buena cantidad de perdices el resto de sus vidas: hasta ahí todo perfecto, echando uno de menos a Hugh Grant y Julia Roberts, pero no sería una cinta de ciencia ficción si no empezaran a ocurrir cosas raritas, y en pleno idilio se entrometen unos tipos con sombrero que se empeñan en separar sus caminos alegando que “no está escrito así”, que viene a ser una manera fina de decir “porque yo lo valgo”, y el personaje de Damon, que por azares del destino (nunca mejor dicho, ya me entenderán) es el único que descubre el pastel, deberá luchar con todas sus fuerzas para recuperar las riendas de su vida frente a unos seres que teme tanto como desconoce.
Sueldos de reputados actores aparte, el proyecto no requiere una cantidad descomunal de dinero (aunque sesenta milloncejos no sean moco de pavo) y es presumible que la fórmula acción-intriga-Matt Damon (que se va haciendo especialista en estos territorios) sirva como mínimo para recuperar todo el montante invertido sin tomar demasiados riesgos.
Inconfundible ambiente frío de género, montaje acertado y una banda sonora interesante decoran inteligente y convenientemente un contenido que pierde demasiado sin dicho maquillaje.
No hace falta ser un hacha para atisbar que no me declaro fan incondicional de la ciencia ficción, que le exijo que me aporte algo para ser un consumidor de cine satisfecho y que esta cinta se queda a medias, en el peligroso límite en el que depende de lo crítico que te pille para que al final digas que te ha parecido floja o que merece la pena la inversión para echar el rato: supongo (aún no ando del todo seguro) que en mi caso, reconociendo los defectos, ha sido la segunda opción.
Puntuación: 4