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Los legionarios arrían la bandera en honor al teniente coronel Valenzuela

Emotivo arriado de bandera en la Plaza de África de Ceuta al caer el sol. Los miembros del Tercio Duque de Alba segundo de La Legión realizaron un arriado de bandera con un recuerdo especial para el teniente coronel Valenzuela, fallecido en combate hace exactamente un centenar de años.

El acto estaba programado para las diez menos veinte de la noche, hora tardía en la que algo de público se congregó en la ya anteriormente mencionada Plaza de África para divisar como los miembros del Tercio Duque de Alba segundo de La Legión se colocaban en posición, para a continuación tirar de la bandera española, con sus habituales colores rojigualdas y el escudo, hacia abajo del mástil.

Tardaron unos segundos en conseguir que la tela descendiera de todo lo alto, para regocijo de los presentes y de los propios miembros de la unidad de la legión, perteneciente a la Comandancia General de Ceuta. El acto estuvo además presidido por el Comandante General de Ceuta, el general Marcos Llago Navarro, que también pudo disfrutar viendo como la enseña patria se dirigía desde las alturas del cielo de la ciudad autónoma hasta abajo.

Historia del teniente coronel Valenzuela

A principios de junio de 1923 el Teniente Coronel Rafael de Valenzuela Urzaiz, nuevo Jefe del Tercio de Extranjeros desde el 15 de noviembre de 1922, se encontraba en Madrid organizando la recepción de la Bandera de Combate a la Legión. Una unidad expedicionaria de la Legión se encontraba ya en Algeciras para acudir al acto en Madrid. Pero todos recibieron la orden de reincorporarse urgentemente a Marruecos. La situación lo requería. El día 4 de junio de 1923 el teniente coronel Valenzuela está ya al frente de sus Banderas, deseoso de entrar en combate. “Mañana entrará el convoy en Tizzi Azza o moriremos todos, porque nuestra raza no ha muerto aún.”

En el collado de Tizzi Azza, a menos de 100 kilómetros de Melilla, los rebeldes rifeños cerraban el acceso a esta estratégica posición española. La gravedad de esta situación obligó al Ejército español a forzar el cerco y llevar a cabo un duro combate contra las tropas de Abd-el-Krim. Los convoyes de abastecimiento a las posiciones españolas eran atacados permanentemente, y sólo podían llegar a costa de duros combates.

Participan en la operación la I, II y IV Banderas de la Legión, los Regulares y otras unidades. Se inicia el avance, el enfrentamiento es muy duro, el enemigo tiene la moral alta y se recibe mucho fuego que produce bastantes bajas. El Teniente Coronel Valenzuela, sabedor de la situación de sus fuerzas estancadas por el fuego enemigo desde los pozos de tirador perfectamente cubiertos a la observación y viendo que la situación se prolonga y está causando muchas bajas, decide ponerse a la cabeza de la II Bandera, la que va en vanguardia, y ordena a su corneta de órdenes tocar dos veces contraseña Legión “legionarios a luchar, legionarios a morir” y “orden de ataque”. Se dirige a los legionarios, gorrillo en alto con gritos de “¡Viva España y Viva La Legión!, vamos a por ellos y el que quede irá a Madrid.”. Los legionarios avanzan a la bayoneta calada en busca del cuerpo a cuerpo. (el Espíritu del legionario: Es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.)

Él mismo, pistola en mano, se lanza sobre las escondidas posiciones enemigas. Tras él, las fuerzas de la II Bandera. Este alarde de fuerza, enorme, produce un efecto exponencial sobre la moral de los legionarios y quebranta la moral de los rifeños, que abandonan las trincheras y se convierten en blancos fáciles de las ametralladoras. Valenzuela recibe varios disparos y muere.

Los camilleros del Tercio intentan recuperar el cadáver del Teniente Coronel y mueren. Momentos más tarde, es abatido el Alférez D. Pablo Sendra Font, que con su sección y con su vida y la de los suyos, evitó que los rifeños se llevaran el cadáver del Teniente Coronel Valenzuela.

Dos días tuvieron que pasar para recuperar los cadáveres del Jefe de la Legión y del resto de caídos. Alrededor del Teniente Coronel se encontraban muertos 4 oficiales y 66 legionarios que cayeron defendiendo el cadáver de su Jefe (el Espíritu de compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo, hasta perecer todos.)

Estos hechos causaron gran conmoción en la sociedad española, como se demostró durante el traslado del cadáver del Teniente Coronel a Zaragoza, en su entierro en la Cripta de la Basílica del Pilar y en los diferentes funerales que se hicieron por toda España.

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