Hice la antigua “mili” en Ceuta en 1958, hace 62 años, en el entonces Grupo de Transmisiones nº 1, ingresando voluntario con 16 años. Estaba en su apogeo la guerra de Sidi-Ifni. En mi unidad de Transmisiones cursé y obtuve cinco especialidades técnicas, entre ellas la de Radiotelegrafista, más ascensos a cabo y cabo primero. Estuve agregado temporalmente al Tercio Duque de Alba, II de La Legión. Era su coronel jefe Luis Campos de Retana. Y 2º jefe teniente coronel Rodríguez Cullell. Estuve destinado como cabo responsable de una emisora radiotelegráfica y cuatro radio-operadores, instalada en lo alto de la torreta izquierda, entrando en Dar-Riffien (Marruecos). Con aquella emisora se comunicaba La Legión con Ceuta.
Conservo de entonces una imagen imborrable de aquella Legión fundada en 1920. Todavía en 1958 quedaban legionarios “fundadores” de 1920. Ni fui legionario ni militar profesional; pero el hecho de haber visto trabajar a La Legión de cerca, tan intensamente, con tanta entrega, disciplina, marcialidad, espíritu de sacrificio, sentido de responsabilidad y del deber, ese es el motivo por el que todavía hoy continúo sintiendo hacia dicho Cuerpo gran afecto y admiración. Y este año que se conmemora el Centenario de su fundación, quiero resaltar, con toda justicia, los excelentes servicios que La Legión ha prestado al Ejército y a España, como en numerosos artículos he escrito. Sintetizo aquí lo que creo fueron del Cuerpo sus dos características principales: “fundacional” y “operativa”.
En lo “fundacional”, José Millán-Astray Terreros dotó a La Legión de alma, corazón, espíritu, doctrina, preceptos militares, morales, mística, estilo de vida, forma de ser y sentir. Infundió en los legionarios alta moral combativa, trabajo duro, férrea disciplina, acometividad, sacrificio y espíritu de Cuerpo, a través de su Credo Legionario, que resumo: “Jamás un Legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado. La Legión será el Cuerpo más veloz y resistente; ningún legionario se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed ni de sueño. Cavará, arrastrará cañones, carros, estará destacado y hará convoyes. La Legión entera acudirá siempre donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, aunque no tenga orden para ello. Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir, pedirá siempre combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses ni los años. Morir en el combate es el mayor honor; no se muere más que una vez; la muerte llega sin dolor y morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”. Esos creo que fueron, y son, el alma y el espíritu legionarios.
Parece increíble que Milán-Astray, con su carismática personalidad de conductor de hombres, su imagen corporal mutilada pareciendo un superviviente de sí mismo (era cojo, manco y tuerto), tales discapacidades físicas aun le dieron mayor aureola de valor y sufrimiento, sin pérdida de marcialidad, con pecho erguido, mirada alta y carácter enérgico, consiguió fundir a toda una masa heterogénea de personas con distintos ideales, orígenes, nacionalidades y estratificación social, en el difícil yunque de la forja humana, haciendo una Unidad homogénea, conjuntada en esfuerzos y voluntades bajo un mismo denominador común: La familia legionaria. Hasta el Papa Pío XI, le dijo en una audiencia privada en Roma: “Te bendigo a ti, que eres conductor de muchedumbres”.
En una entrevista que Millán-Astray concedió al periodista de “Pueblo”, Jaime Torner Cervera, publicada el 22-09-1950, en el XXX Aniversario, le preguntó para qué creó La Legión. “¿La Legión? (respondió): Es la que rescató Annual y enterró a los muertos insepultos. Tuvo 10.000 muertos, 35.000 heridos y 6.000 Caballeros mutilados” (yo añado: ganó 23 Laureadas individuales, 7 colectivas, 226 Medallas Militares Individuales, 22 Colectivas y 22.561 Cruces al Mérito Militar). “¿La Legión con su Credo? (añadió): Amor a Dios, culto a la Patria, al honor, al valor, al espíritu de sacrificio, a la cortesía. Los legionarios somos pobres de dinero, hombres honrados. Es una religión de culto a la disciplina. La fundé porque la Virgen siempre me trató con mucho cariño y me inspiró, cuando más falta hacía a la Patria, para que fuera el arca santa donde estuvieran depositadas las esencias del heroísmo y de la disciplina, para abrirla cuando hiciera falta”.
Aquella vieja Legión fundadora que en 1958 conocí en Dar-Riffien, sigue hoy siendo en espíritu, principios, tradiciones y valores, la misma que hace 100 años Millán-Astray creó, aunque convertida hoy en una fuerza moderna, eficaz, muy adiestrada y acorde con los tiempos que vivimos.
En Tetuán montaron en tren para Ceuta, donde el día 23 fueron recibidos por Millán-Astray, arengándoles: “¡Caballeros legionarios!. De Melilla nos llaman en su socorro. Ha llegado la hora de La Legión. La situación allí es grave, quizás en esta empresa tengamos todos que morir!. ¡Legionarios!: si hay alguno que no quiera venir con nosotros que salga de filas, que se marche, queda licenciado ahora mismo… ¡Legionarios!:¿Juráis todos morir si es preciso en socorro de Melilla? ¡Sí juramos!. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva La Legión!».
El día 24 llegaron a Melilla. Los melillenses entusiasmados los recibieron con palmas y vítores. Después, llegaron los Regulares de Ceuta, sus hermanos de Arma, con la misma consigna: “Salvar a Melilla”. Los rifeños estaban ya a sus puertas. La Legión tomó posición en vanguardia; su Banda de Música y Gastadores recorrieron las calles para tranquilizar a la población asustada. Al verlos, se sintieron seguros y enaltecidos. El 26, legionarios y regulares lanzaron un ataque relámpago para recuperar Sidi Amech y el Atalayón, dejando a los rifeños sin capacidad de reacción en el monte Gurugú. Los legionarios de la 5ª Compañía de la II Bandera soportaron con gran heroísmo un nutrido ataque artillero enemigo. Hubo bastantes heridos, pero se negaron a ser evacuados.
El día 8-08-2020 los rifeños atacaron el convoy que salía de Melilla hacia las posiciones externas. Las fuerzas que participaban en la marcha se parapetaron de inmediato, pero desde la retaguardia la situación fue rápidamente advertida por ambos Cuerpos, que acudieron raudos atacando ladera arriba y expulsando al enemigo de sus posiciones cubiertas. Produjeron numerosas bajas al enemigo, que hizo frente al avance de Regulares. Los legionarios, al ver a sus compañeros en peligro, se lanzaron al ataque expulsándolo de dichas posiciones. Pero los rifeños se reorganizaron e intentaron recuperarlas. Rodearon la Compañía de ametralladoras de la II Bandera que sin cesar el fuego defendieron su posición causándole abundantes bajas. El teniente Valero se hizo cargo de una de las ametralladoras mudas tras la muerte de los rifeños, cayendo él mismo bajo el fuego contrario. Pero impidieron que los rifeños consiguieran su objetivo. Resultaron dos legionarios muertos y otro herido.
La noche del 17-08-1921 el enemigo atacó el blocao de Dar Hamed, guarnecido por 12 legionarios mandados por un cabo. Comenzó un encarnizado combate que se prolongó toda la noche, hasta que al alba los atacantes se retiraron. Llegó una columna de refuerzo al blocao, encontrando la posición destrozada y casi todos los defensores españoles heridos, pero cada uno en su sitio de combate. El cabo fue ascendido a sargento por méritos de guerra.
En el Atalayón se detecta la presencia de gran número de enemigos llegados desde Nador concentrándose cerca de las vías. Los legionarios esperaban la llegada del tren apostados a la altura de la tercera caseta y reciben el ataque de los rifeños; una Sección consiguió abandonar la posición sin ser vista por el enemigo, cubriendo su movimiento gracias al talud de las vías. Lograron acercarse a las posiciones rifeñas, sorprenderlos con un ataque a la bayoneta con nutrido fuego. El enemigo huyó abandonando a sus muertos.
También la posición de Ait Aixa sufrió un fuerte ataque enemigo apoyado por la artillería desde el monte Gurugú. Ante la falta de tropas para acudir como refuerzo, el capitán Malagón formó una columna integrada por legionarios enfermos, heridos leves, rancheros, escribientes y conductores que acudieron todos con entusiasmo al combate y su llegada fue providencial, abrieron un nutrido fuego logrando rechazar el ataque enemigo.
El día 15, el enemigo intensificó el combate con apoyo artillero. Las bajas legionarias se multiplicaban y el teniente vio que la posición corría peligro, enviándosele de refuerzo la guarnición legionaria de la segunda caseta. El teniente legionario del Atalayón, Eduardo Agulla Jiménez-Coronado pidió voluntarios en su Sección para formar un Pelotón de socorro. Toda la Sección completa al unísono dio un paso al frente. El oficial agradeció a sus hombres el valeroso gesto, eligió 15 legionarios confiando el mando al legionario de primera Suceso Terrero López, de Hormilla (Logroño).
El blocao de Dar Hamed estaba todo rodeado. Era necesario romper el cerco. Suceso Terrero ordenó atacar a la bayoneta y cargar contra el enemigo. Los legionarios consiguieron su objetivo y atravesaron las alambradas, dos de ellos heridos. Suceso Terrero se presenta al teniente Fernández Ferrer, también herido. Caída la noche se hizo aún más intenso el fuego sobre el blocao; cae muerto el teniente Fernández Ferrer, tomando el mando el suboficial Cadarso, quien también muere de un disparo.
Asume el mando el cabo Sergio Vergara, del Batallón Disciplinario, herido desde el día anterior, que resulta muerto de otro disparo enemigo. Suceso Terrero asume el mando y hacen una tenaz defensa de la posición a la desesperada ante un enemigo muy superior en número y armamento. La munición escaseaba, el agua se agotó hacía doce horas. Suceso Terrero ve que así la posición no podrá ser defendida mucho más tiempo. Durante la noche el único medio de comunicar la situación al mando es enviar emisarios, y para dicha misión, que incluye romper el cerco enemigo, elige al legionario Miralles y al soldado Mediel, a los que encarga llegar hasta la segunda caseta por itinerarios distintos para duplicar las posibilidades de éxito.
Las bajas legionarias aumentan. Los rifeños disparan con la artillería, haciendo saltar por los aires el resto del blocao Dar Hamed. Los dos emisarios consiguieron llegar hasta la segunda caseta a pesar de haber sido heridos. Desde allí partió al amanecer una fuerza legionaria al mando del sargento Valle en dirección a Dar Hamed. Cuando alcanzaron el blocao el enemigo se había retirado, y la posición era ya sólo un cementerio de valientes legionarios. Suceso Terrero fue ascendido a cabo. El legionario Francisco Pages lo recogió muerto en sus brazos y entre lágrimas exclamó: ¡Perdón, mi cabo, por no haber podido llegar a tiempo de salvarlo!. Todavía los legionarios siguen conmemorando cada año en Hormilla su hazaña.
Llegaron refuerzos desde la Península. Y Melilla se dio ya por salvada. Aquella fue su primera entrada en combate. Luego, participó en la reconquista del territorio. El valor de La Legión empezó así aquellos días a forjar su heroica leyenda de hoy. (próximo lunes: Anécdotas sobre Millán-Astray).
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