Fue un jueves cercano al mes de las flores en el que la historia del sindicalismo español escribió su página más gloriosa. El 28 de abril de 1977, Comisiones Obreras (CCOO), la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Unión Sindical Obrera (USO) consiguieron su largamente anhelada legalización. De esta manera, las organizaciones presentaron sus estatutos en el Ministerio de Relaciones Sindicales tras la aprobación de la ley que regulaba el derecho de asociación sindical.
Antes, los trabajadores se veían obligados a afiliarse al conocido como ‘Sindicato Vertical’, que defendía los intereses de la patronal y no de sus empleados.
Una de las piezas claves de la legalización del movimiento sindical fue Nicolás Redondo, quien atendió a ‘El Faro’ para recordar aquel día que pasó a la historia de España.
Redondo resume 1977 como un año “paradigmático” y dice que es el “más indicado, con diferencia” para recordar de todo el proceso de la transición. “No sólo tuvo lugar la legalización de los sindicatos, sino que de manera previa estuvimos presionando al gobierno con este proyecto de legalización, el derecho de huelga y el cumplimiento de las normas de la Organización Internacional del Trabajo. El gobierno de Adolfo Suárez, sea por oportunismo, intereses o sensibilidad, promulgó una ley de legalización de los sindicatos y después un decreto de los estatutos de los sindicatos. Nos reunimos UGT, CCOO, RCTV, USO y SOC y nos pusimos de acuerdo en ir a la vez a la ventanilla de legalización. Fue un día muy entrañable”, recuerda el histórico sindicalista y político.
Redondo revive, en una conversación con este medio, aquellos maravillosos días del mes de abril del 77 en el que el sindicalismo volvió a ganar la batalla de la calle. “Antes era obligatorio afiliarse al Sindicato Vertical. Después comenzó la recuperación de las libertades, aunque después del 77 había todo un campo laboral por cubrir. Por parte de UGT tomamos la determinación de negociar con la CEOE y con el propio gobierno de la UCD, lo que nos hizo recibir muchos insultos. No obstante, conseguimos logros que fueron fundamentales, como el acuerdo básico interconfederal y el estatuto de los trabajadores”.
La unión sindical que presionó al gobierno para la regularización del movimiento tuvo mucho que ver en este proceso. Redondo cree que en España siempre ha existido una “bipolaridad sindical” entre UGT y CCOO, quienes “mantienen la unidad de acción con unas relaciones bastante amistosas y fraternales”.
En cuanto al 1º de mayo, considera que el que acabamos de celebrar ha sido el “más complejo de los últimos 15 años”, debido a la crisis económica. “Estas críticas sociales van en contra de los empresarios y los poderes económicos, no contra el Gobierno, debido a su posición y al mantenimiento de las prestaciones sociales”.
Como todo sindicalista luchador, Redondo tuvo que sufrir la ira del régimen franquista, siendo encarcelado en varias ocasiones. En 1967, por ejemplo, fue detenido junto a los históricos Ramón Rubial y Eduardo López Albizu, y desterrado a Las Hurdes. “Fue partícipe en la primera huelga de masas que hubo en España, en el 47 en la naval de Sestao, donde estuve trabajando 30 años. Era una empresa pionera en las protestas”.
El histórico líder sindical tiene muchas anécdotas que contar de su vida. En 1973 le despidieron por un argumento insólito: por faltar al trabajo más de tres días debido a que estaba en la cárcel.
Para buscar a personas que hayan vivido la legalización de los sindicatos no hay que salir de la ciudad. Alejandro Curiel, de UGT, y Antonio Gálvez, de CCOO fueron también las caras de la victoria sindical.
Curiel, natural de Palencia, llegó a la ciudad en 1970 y entró en la Federación Estatal de Trabajadores de la Enseñanza (FETE) de UGT seis años más tarde.
“Surgió la necesidad de aunar el esfuerzo de los maestros de escuela para que se reconocieran nuestros derechos, ya que la cosa estaba muy complicada. Los maestros de escuela siempre hemos sido los pioneros”, recuerda con la sonrisa que le caracteriza.
Curiel fue secretario general de UGT en Ceuta durante dos años. Fue cuando la organización sufrió una profunda crisis. “Dejé el sindicato porque no estaba de acuerdo con las liberaciones. Entiendo que tienen que existir, pero el que esté liberado tiene que estar entregado al sindicato”, recuerda. De esta manera, convocó un congreso y Antonio Gil fue elegido secretario general de la organización.
Pero la actividad sindical de Curiel comenzó en Palencia, donde ya militaba en grupos de izquierda, a través de los cuales se creó el sindicato de la enseñanza.
Con la legalización del movimiento sindical, las organizaciones podían salir y protestar “abiertamente y con más libertad”.
En cuanto a las reivindicaciones sindicales, Curiel dice no haber cambiado con el paso de los años. “Siempre han sido las mismas: trabajo estable y sueldo digno”, indica el sindicalista.
En lo que se refiere a la relación con el Gobierno de la Nación, Curiel recordó que “la administración es una patronal más agresiva que la obrera”.
Por su parte, Gálvez lleva una larga trayectoria en Comisiones Obreras. Este malagueño de 62 años comenzó a trabajar a los catorce años. En Málaga conoció a gente de esta organización que desarrollaba su actividad sindical en la clandestinidad.
En 1970 llegó a Ceuta, al ser destinado por Correos, donde entró dos años antes. En esta entidad fue elegido en 1977 representante de los trabajadores, cuando aún no se habían legalizado los sindicatos. Dos años más tarde se repitieron las elecciones y volvió a ser elegido, representando ya a CCOO. Gálvez recuerda que Correos fue la primera entidad en convocar elecciones debido a los grandes problemas que había.
Después de 30 años ligado a CCOO, dice que ha pasado por muchas etapas dentro de esta organización sindical, algunas muy graves.
CCOO nació de la mano de los hermanos Matías y Clemente Calvo Pecino. “Tenían muchas inquietudes políticas y sociales”, destaca.
Gálvez dice que los sindicatos de clase nacieron porque, al desaparecer el Sindicato Vertical, los problemas laborales continuaban y los trabajadores necesitaban apoyo.
CCOO tuvo sus primeras instalaciones en un local del Partido Socialista Popular (PSP) en la calle Independencia y era el sindicato con más representatividad en los sectores de limpieza, panaderos y hostelería.
A principios de los 80, al desaparecer el PSP, CCOO pasó por un mal momento, debido a que perdió sus pequeñas instalaciones. No obstante, José González Ruiz ‘El Abuelo’ fue una de las personas que mantuvo viva la llama del sindicalismo de CCOO.
Después de perder las elecciones de Cruz Roja por azar -ganó UGT, el sindicato que sacó de un bote la pajita más corta-, CCOO comenzó a recuperarse. Su primer local independiente se situó en Calle Real nº 1, primer piso, un contrato que tuvo que ponerse a nombre de un sindicalista debido a que no se podía poner el de CCOO. La organización de Cádiz sufragó todos los gastos del alquiler, 20.000 pesetas mensuales. A partir de este momento, CCOO recuperó su afiliación, teniendo su núcleo más importante en Urbaser.
Gálvez, quien estuvo varios años al frente de CCOO, lamenta que en la actualidad se haya perdido la conciencia que tenían los sindicalistas de antaño. “Antes pertenecer a un sindicato se veía como algo bueno y necesario. Ahora no está tan claro. Antes también había que frenar a los trabajadores porque tenían mucha predisposición para la huelga, y en la actualidad cuesta mucho trabajo movilizarse...”, recuerda.
En cuanto a su actividad sindical en la clandestinidad, comenta con una sonrisa que las reuniones eran “cortas, simples y de no más de dos personas”. Dice que se colocaba en la puerta “por si había que salir corriendo”. Militó también en el PCE, donde mantuvo contactos con Julio Anguita.
Un ceutí, Manuel Chaves, en la actualidad vicepresidente tercero del Gobierno, ocupó un papel muy importante en este acontecimiento, ya que presentó la legalización a nombre de UGT. Su nombre fue citado en la entrevista que Nicolás Redondo concedió a este medio.
Redondo reconoce que aún hay mucho trabajo por hacer y envía un mensaje a los trabajadores: “Desde la primera vez que se celebró el 1º de mayo, en 1886 se han conseguido muchos logros, que antes parecían utópicos y hoy ya forman parte de nuestra realidad. Queda mucho más que conseguir pero en esta situación de desempleo y amenazas, los sindicatos se deberían movilizar, y cuando hablo de movilizar no hablo de huelga. Entre no hacer nada y la huelga hay mucho camino. Hay que hacer algo porque lo que se consigue no es para siempre, se puede perder mañana lo que se ha conquistado hoy”.
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