El pasado martes, 21 de octubre, se inauguró en el Campus de Ceuta el curso académico 2014-2015 de la Universidad de Granada. Este año el acto tenía una importancia especial por varios motivos. Primero. Se inauguraba la nueva Sala de Grados, además del Salón de Actos y Sala de Estudio en el edificio anejo. Segundo.
Era el último acto de inauguración de curso académico en Ceuta del rector de la Universidad de Granada que más ha visitado nuestra ciudad y nuestras dependencias, D. Francisco González Lodeiro. Como nos recordó el decano, su mandato acabará a mediados de curso. Tercero. La lección magistral, El valor del tiempo, a cargo de la profesora e investigadora del CSIC Mª Ángeles Durán, prometía no dejar indiferente a nadie. Especialmente esto último, fue lo que hizo buscar tiempo de donde no lo tenía para acudir al acontecimiento.
Pero también los estudiantes tuvieron la magnífica idea de convertir el evento en un acto reivindicativo. Al contrario de lo que ocurrió cuando vino el ministro Wert, a los estudiantes se les permitió leer su manifiesto. En un lenguaje claro y sencillo, y en poco más de cinco minutos, nos explicaron a todos las consecuencias para el país, y para sus jóvenes, de los recortes en educación e investigación. Nos hablaron de lo que habían subido las tasas universitarias. De lo que habían bajado las becas. De la cantidad de alumnos que habían sido expulsados del sistema educativo por carecer de recursos económicos. De los miles de profesores que se habían quedado sin trabajo. Del incremento de la masificación de las clases a consecuencia de la falta de profesorado. De los proyectos de investigación que se habían quedado sin financiación. Eran datos publicados y reales. Nada de demagogia. La ovación recibida al finalizar la lectura del manifiesto fue unánime y prolongada. Supongo que las autoridades educativas allí presentes tomarían nota. Aunque conociendo a alguno de ellos, me imagino que le habrán entrado por un oído y le habrán salido por otro.
Y después del protocolario y minucioso recuento de actividades realizadas durante el curso anterior, a cargo de la secretaria de la Facultad de Educación, Economía y Tecnología, por fin llegó la esperada conferencia de la profesora Durán. Como es habitual en los investigadores del CSIC, la claridad y sencillez en la exposición fue lo más sobresaliente, junto a la profundidad de su contenido. Este es un rasgo distintivo de los auténticos intelectuales. De los sabios. Cuanto más saben, más humildes y sencillos son. Y también más claros en el mensaje que dan. Aplican a la perfección las reglas de la comunicación, a las que ya me he referido en alguna otra ocasión: “Tener un único y gran mensaje; hacerlo memorable a través de las historias; utilizar un lenguaje que conecte con la gente; estar pendiente de lo que la gente capta, no de lo que uno quiere decir; y estar convencido e invitar en lugar de intentar convencer”. Es lo que hizo la conferenciante, consiguiendo mantener la atención y el silencio de toda la audiencia (más y menos jóvenes) durante todo el tiempo que estuvo hablando.
Su único y gran mensaje era hablarnos del valor que tiene el tiempo. Pero en el fondo pienso que esto no era más que la excusa para hablarnos de temas de una tremenda actualidad. Hasta qué punto hemos de estar esclavizados por el precio de las cosas. Por qué se confunde precio con valor. Cuánto vale el trabajo doméstico de miles de mujeres a las que se les esclaviza de por vida sin percibir remuneración ni protección de ningún tipo. Quién nos cuidará cuando seamos mayores, si cada vez hay menos jóvenes. Cómo se nos ocurre hablar del presente, si cuando acabamos de pronunciar esta palabra ya ha pasado. Por qué se ha dejado perder a la generación más joven y a la más mayor a consecuencia de los recortes sin sentido. Todas estas cuestiones, sobre las que la profesora Durán ha escrito innumerables artículos y libros, no dejaron indiferentes a nadie. Al igual que su explicación del concepto de tiempo circular, para referirse a la idea de algunas civilizaciones de que siempre volvemos al mismo tiempo y a los mismos actos que hemos realizado, aunque con formas y en momentos diferentes. Todo un ejemplo de buen hacer. De trabajo y dedicación. Un verdadero acierto de los organizadores del acto por esta magnífica elección.
Por lo demás, más de lo mismo. Muchas críticas a la mercantilización de la educación superior, pero pocas cuestiones concretas para este Campus, que al contrario de lo que ocurre en Melilla, a duras penas sigue manteniendo algunas titulaciones. Lo más anecdótico fue ver al que está nombrado como decano de la inexistente Facultad de Ciencias de la Salud de Ceuta. Si queremos hacer cosas concretas, vamos a empezar por ahí. Por crear una Facultad de verdad, con todos sus órganos elegidos democráticamente y con el número de profesores adecuados a la carga docente y al número de alumnos existentes. Reivindicar a estas alturas otro edificio nuevo para esta Facultad, me da que es como empezar, otra vez, la casa por el tejado.
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