Hace unos meses escribía un artículo sobre Greta Thunberg. Decía que era la última heroína del medio ambiente porque con tan solo 16 años. Estaba considerada por la revista Time como una de las 25 adolescentes más influyentes del mundo y estaba movilizando a millones de niños como ella en favor del clima del planeta. La misma revista, recientemente la ha declarado personaje del año, para enfado de Trump y Bolsonaro. El inicio de su lucha fue muy simple. Ella sola estuvo sentándose a las puertas del parlamento sueco desde agosto de 2018, cuando se produjo una imprevista ola de calor e incendios forestales en Suecia, hasta las elecciones generales del 8 de septiembre del mismo año, junto con un cartel que decía Skolstrejk för klimatet (huelga escolar por el clima), en demanda de que su gobierno redujera las emisiones de carbono, en base al Acuerdo de París.
Parte de su discurso ante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas de 2018, lo reproduje en aquel artículo. Lo vuelvo a hacer ahora, dado su interés y actualidad. “Mi nombre es Greta Thunberg. Tengo 15 años. Soy de Suecia. Hablo en nombre de Climate Justice Now (...) Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y eterno, porque tienen demasiado miedo de ser impopulares. Solo hablan sobre seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre, incluso cuando lo único sensato que pueden hacer es poner el freno de emergencia. No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños. Pero a mí no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta (...) Nuestra biósfera se está sacrificando para que las personas ricas en países como el mío puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos (...) Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos (...) Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Y si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo. No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente. Gracias.”.
Posteriormente a esto, en agosto de 2019, la joven activista llegaba a Nueva York a bordo de un barco de vela ecológico, para participar en una cumbre sobre el clima en las Naciones Unidas. Estuvo dos semanas viajando, para así evitar el avión, que resultaba más contaminante. A su llegada, fue recibida por una flotilla de 17 embarcaciones de la ONU (una por cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible). Allí en un discurso de apenas dos minutos nos dijo: “Vienen a nosotros, los jóvenes, buscando esperanza, ¿cómo se atreven?. Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas y sin embargo dicen que soy una de las que han tenido suerte”.
El siguiente evento en el que ha participado Greta ha sido la 25 Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25), celebrada en Madrid durante los días 2 al 13 de diciembre de 2019, ante los graves problemas que sufría Chile a consecuencias de las protestas populares. Greta volvió a atravesar el Atlántico a bordo de un barco ecológico. Desembarcó en Lisboa y desde ahí viajó en tren hasta Madrid. Allí, aprovechó su capacidad de convocatoria mediática para dar la voz a colectivos que también deben ser protagonistas en la lucha contra el cambio climático, a saber, los jóvenes, los pueblos indígenas y los científicos.
Respecto a los jóvenes manifestó: "Necesitan contaros su historia". "Hemos notado cierta atención mediática. Y creemos que es nuestra responsabilidad moral usar esta atención para dar voz a aquellos que necesitan contar sus historias". En su rueda de prensa intervinieron jóvenes de Filipinas, Rusia, Estados Unidos, Uganda o Chile. Desde Filipinas, su representante alertó de cómo el cambio climático estaba afectando a su país, con fenómenos meteorológicos extremos como tsunamis. El chico ruso aseguró que no se iba a rendir y que seguirían luchando, aunque necesitaban la ayuda de todos. La participante estadounidense señaló que la crisis climática "es algo más que una discusión de 1,5 grados" y la activista de Uganda criticó que, aunque África no genera "nada" de emisiones, es el continente que más sufre el cambio climático, denunciando que las negociaciones de los líderes mundiales se estén realizando sin el punto de vista de esa zona del mundo. La interviniente chilena recordó por su parte que debería ser su país el que estuviese acogiendo la COP25, habiéndose perdido una gran oportunidad para que el planeta mirase hacia el sur. "Vamos a seguir llenando las calles, aunque suponga poner nuestra vida en peligro", indicó, en referencia a las protestas en las que exigen "una vida digna", la dimisión de la clase política y una nueva Constitución.
Respecto a los pueblos indígenas, la joven sueca señaló que se sentía una privilegiada porque su historia había sido contada muchas veces, pero que había otra gente que merecían también la atención. “El impacto del cambio climático no afectará sólo a los niños de hoy. Está afectando a mucha gente, que está sufriendo y muriendo hoy”, nos dijo. También indicó que le parecía “increíblemente importante” escuchar a estas poblaciones porque muchas de ellas “están sufriendo y sus derechos están siendo violados en todo el mundo” …. “Están siendo azotados por el cambio climático más y más rápido que nadie”. Añadiendo: “Estos pueblos han mantenido el equilibrio de la Tierra durante miles de años” por lo que, en su opinión, “son importantes en este momento crucial”.
La activista sueca también aprovechó su poder de convocatoria para atraer a la prensa a un acto con científicos en la Cumbre del Clima de la ONU en Madrid. Su mensaje se oyó en un auditorio de la zona azul, donde seguían las negociaciones de representantes de cerca de 200 países. Thunberg esperaba presionar con el evento a los líderes políticos para que escuchasen la voz de la ciencia, en lugar de a las empresas. "Tenemos una plataforma que debe usarse y por eso hemos creado este evento, para que las voces de los científicos se hagan más fuertes".
Como se informó ampliamente, al evento le acompañaron dos vicepresidentes del IPCC, el panel internacional de expertos que asesoran a la ONU, Ko Barrett y Youba Sokona; Rachel Cleetus, una economista de la Unión de Científicos Preocupados; Sivan Kartha, del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo; y William Moomaw, de la Fletcher School (Universidad de Tufts, en Estados Unidos). Se habló sobre la urgencia de la situación, citando algunos de los informes que la ONU ha elaborado sobre los daños en los océanos o las tierras de cultivo. Cleetus dijo que la humanidad tiene ya el conocimiento y las tecnologías para contener el aumento de las temperaturas, pero no existe voluntad política. "Las empresas contaminantes tienen bolsillos llenos de dinero", advirtió.
Hasta aquí, la enorme lección de una adolescente, que aprovecha su poder mediático para intentar influir en las decisiones que se han de adoptar y que moldearán nuestro futuro. Sin embargo, como nos dice la organización ecologista Greenpeace: “Tristemente, ha ganado la codicia a la acción climática. Las empresas contaminantes han conseguido imponer sus intereses económicos frente a las personas y el planeta. Es inaceptable. Los gobiernos no han hecho caso a la ciencia, que lleva años advirtiendo de que, para evitar los peores impactos del cambio climático, la temperatura del planeta no puede superar el umbral de 1,5 ºC. Tampoco han escuchado los gritos de la juventud, que cada viernes sale a la calle para defender su futuro y a quienes han visto cara a cara todos los días durante esta cumbre. Cuando los políticos echen la vista atrás ya será demasiado tarde: es ahora cuando tienen que tomar medidas urgentes y ambiciosas ante la emergencia climática”,…. “Han sido los bloqueadores climáticos como Brasil y Arabia Saudita, habilitados por una presidencia chilena irresponsablemente débil, los que se han dedicado a vender su modelo de “tráfico” de emisiones, torpedeando así las advertencias de los científicos y los gritos de la sociedad civil”, según explicaba la directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan.
No obstante, según se informa desde nuestro Ministerio de Transición Ecológica, “se han sentado las bases para un acuerdo. Deberá ser en la próxima cumbre que se celebre en Glasgow donde se intentará el suficiente consenso para llegar a estos acuerdos”.
Es un triste final para un Cumbre Climática, que tuvo un mal comienzo al tener que trasladarse desde Chile a España, a consecuencia de la ola de protestas que se sufre en dicho país.
Pero, no podemos desfallecer. Aún no está todo perdido. Hemos de seguir haciendo esfuerzos para que la lucha contra el cambio climático y la transición justa hacia una situación de temperaturas extremas evite la extinción de la vida en el planeta. Es un compromiso de la clase política, pero también de las empresas y de los ciudadanos. Que el nuevo año, nos traiga a todos la esperanza de seguir construyendo un mundo cada vez mejor.