Existe en París un lugar de culto, un monumento emblemático en el que se encuentran los restos de francesas ilustres.
En Le Panthéon, además de las cenizas del Emperador (Napoleón, para más señas), se encuentran los cuerpos de Marie Curie y de otras francesas que han marcado la historia del país del hexágono.
Hace muy poco, el Estado francés decidió llevar hasta ese céntrico lugar de París las cenizas de Jean Zay, combatiente por la Libertad asesinado por los nazis por el único crimen de haber combatido la barbarie y la sinrazón. Han hecho falta más de 80 años para que la gran Francia reconozca el valor y el compromiso de todo un símbolo de la lucha contra la barbarie: un clásico.
Parece que nadie cae en la cuenta de que las que están abocadas a hacer avanzar una sociedad siempre demasiado estática, mueren en el más estricto anonimato –cuando no vilipendiadas- mientras su reconocimiento suele llegar un siglo después, y en algunos casos bastante más.
Copérnico, Galileo en vergonzosas épocas pretéritas, Voltaire o Rousseau, después Zola o Jaurés, Louise Michel, Ferrer i Guardia (que descansa en una tumba casi anónima en Barcelona tras ser fusilado por orden de la Iglesia por crear la Escuela Moderna, hoy estudiada y a veces aplicada con total naturalidad), Camilo Bernieri (asesinado por los estalinistas en una fosa común) o ya más cerca en el tiempo Jean Moulin y Jean Zay (luchadores antinazis) ajusticiados por su lucha por la Libertad. Casi todos fueron asesinados, exiliados, encarcelados o difamados hasta que, 100 años más tarde, la Razón prevaleció por encima de la brutalidad de las de siempre y se les reconoció su lucha. De vergüenza.
Como se decía anteriormente, muchas de ellas encontraron en el Panthéon –del griego, 'de todos los dioses'- parisino el reconocimiento. Otras estuvieron olvidadas mucho tiempo para reaparecer, como aves fénix, en manuales de Historia y programaciones universitarias.
La gran pregunta es: ¿por qué quienes se adelantan a su tiempo y tienen ideas y comportamientos acordes con la Libertad, mueren y solo siglos después calan sus reflexiones revolucionarias en la sociedad? Pues, seguramente porque la defensa a ultranza de los valores de la Libertad, infinitamente opuestos a los aborregamientos de turno, siempre se adelantan a una sociedad reticente a avanzar.
En todo los casos, en esas mentes florecieron nuevas formas de concebir una sociedad en la que la Libertad debía ser la base, la Igualdad el medio y la Fraternidad el fin.
Al igual que los aludidos Jean Zay y Jean Moulin, miles de libertarias y republicanas españolas dieron su vida en la Francia ocupada por los nazis, buscando una forma de vida en la que las palabras "arriba" y "abajo" dejaran de tener sentido.
Asimismo, los tristemente famosos integrantes de L'Affiche rouge –que ilustra el H2SO4 de hoy y que dio lugar a un sublime texto de Aragón al que el incomparable Léo Ferré puso mágicamente música- fueron otros de los que, antes de tiempo (muchísimo antes de tiempo) murieron bajo las asesinas balas de las SS por luchar pensando en un mundo sin opresión ni cadenas. Éstos, y otros muchos millones, solo tuvieron derecho a la gloria del Panthéon de algunas memorias, muy pocas, demasiado pocas.
Y hoy, cuando todo parece inventado, novedoso, insuperable, avanzado mucho más allá de los límites; cuando nos da la impresión de que la Historia ya está escrita de antemano, todavía surgen –afortunadamente- mentes que claman, como Ferrer i Guardia, Bernieri o Louise Michel entre otras, que más allá de la Libertad siempre hay Libertad, hay Utopía realizable y sueños que superan los pequeños limites de la gris cotidianidad.
De esas mentes, con Panthéon o sin él, será el futuro será porque la Libertad no tiene límites, salvo los que ponga el corazón, que jamás pone coto a nada.
El Panthéon de París es mucho más que un monumento. Representa el recuerdo de que, aunque el tiempo pase, las ideas siguen haciendo su camino en pro e la Fraternidad.
Lo demás es palabrería. Lo demás son reconocimientos póstumos. Lo demás es inmovilismo y nos guste o no, el Panthéon no deja de ser eso, un símbolo de un incierto pasado anterior, porque ser librepensadora, sea en la época que sea, implica que los panteones siempre llegan tarde; cuando llegan, claro.
Mientras tanto, sólo queda seguir actuando por delante de lo establecido. No queda otra, a pesar de las hogueras varias y teniendo claro que solo dentro de 100 años se reconocerán y alabarán las conquistas logradas.
Y usted, ¿se encuentra dispuesta a trabajar para las próximas generaciones sin laureles ni fanfarrias o se inclina por el medalleo de lo inmediato?
Si Voltaire, Rousseau, Galileo, Louise Michel, Ferrer i Guardia, Bernieri, Moulin, Zay, los de L'affiche rouge y otras millones más lo tuvieron meridianamente claro, ¿a qué esperamos todas para actuar por un mundo mejor? En todo caso, apostar por la Utopía y despreciar lo despreciable, por muy políticamente correcto que sea, sigue siendo su elección. Total, en Francia había una mayoría que alababa las cruentas decisiones del colaboracionista Pétain mientras se deportaba a judíos y se fusilaba quienes querían un universo de manos enlazadas. Como siempre, allá usted. En H2SO4 no tenemos por costumbre variar nuestro rumbo; es lo que tenemos.
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