Lavado de cerebro

El lavado de cerebro al que está sometido el europeo, en general, y el español, en particular, desde hace décadas, respecto de la inmigración legal e ilegal por parte de la casta política y sindical de derecha e izquierda, de las ONGs, de la iglesia, con su Cáritas, sus obispos y sus curas de la práctica totalidad de la prensa escrita, radiofónica y televisiva, de las diferentes organizaciones internacionales y de los tontos útiles, es tan tremendo ese lavado de cerebro –repito– que ha dejado al ciudadano sin defensas de ningún tipo que oponer a ese nuevo totalitarismo ideológico llamado ‘multiculturalismo’, dirigido contra la cultura, las tradiciones, la religión y la identidad de los Estados europeos a favor de la cultura y religión islámicas y de la negritud.  Este multiculturalismo viene de la mano de lo que se ha dado en llamar ‘globalización’ o ‘mundialización’, que no es sólo un sistema económico, es mucho más, es también un totalitarismo ideológico e incluso pseudorreligioso. Ambos, globalización y multiculturalismo, auspician la ‘multiculturalidad’, el mestizaje y el antirracismo para los países europeos, sin embargo, se olvidan de aplicar este mismo presupuesto en los países tercermundistas arabo-islámicos y de la negritud. No, en ellos se predica el nacionalismo, la homogeneidad racial y religiosa.
Recientemente nos ha visitado el Relator de la ONU, Mutuma Ruteere, para evacuar un informe sobre la situación en la que se encuentran los inmigrantes ilegales en nuestra ciudad. Aunque no será hasta el próximo junio cuando se conozca el informe de Ruteere con sus conclusiones, ya se ha podido conocer “una valoración genérica” sobre la situación de los inmigrantes en nuestro país. Así, la ONU hace una advertencia a España para “acabar con algunas prácticas racistas y de discriminación hacia la población inmigrante, especialmente en momentos de crisis, como el actual”. Escribir sobre la inmigración masiva es repetirse, repetirse dolorosamente, porque quienes son los llamados a tratar de poner freno, por las buenas o por las malas, a esta invasión sobre Europa, se obstinan, se empecinan, en favorecerla por aquello de la ‘multiculturalidad’ y otras falacias. Y ahora pretenden, el tal Ruteere y CEAR y demás laya, que les hagamos un comité de bienvenida y les obsequiemos con una alfombra roja a esos ilegales que mienten sobre su procedencia y que una vez instalados son capaces de tropelías sin cuento, como podemos leer en la prensa que aún no las censura.
Todos ellos se aplican en alimentar ese ‘monstruo’ de la inmigración masiva ante el silencio bovino y asnal de una ciudadanía entregada, que no se atreve a elevar la mínima queja por temor a ser despellejada en la plaza pública, o, peor aún, a ser pasto de esas leyes-mordaza con que los estados europeos se han dotado para silenciar la más ligera crítica sobre esta inmigración. Así, se ha configurado una ciudadanía vergonzosa y vergonzante, que huye del conflicto como del agua hirviendo y eso concede una enorme ventaja a aquellos otros que se convierten en voceros de ciertas causas difíciles de digerir, como es la inmigración masiva
Ya he escrito alguna vez que la política de la ONU es sembrar el sentido de culpabilidad en los europeos con el fin de que nos entreguemos sin reacción alguna a la invasión africana y asiática tercermundistas en aras de la tolerancia. En realidad, lo que trata la ONU es de debilitar la sociedad europea mediante el mestizaje de razas, de etnias y de religiones, para, así, sacar tajada de esa variedad, de esa heterogeneidad, de ese magma sin diferenciar, para que nadie pueda enarbolar la bandera de la cohesión y la homogeneidad. En este tinglado, tal vez, pudiera estar también jugando sus cartas los EEUU. A este respecto, es el ideal de los políticos de nuestro tiempo acabar con el sentido de nación, mediante una masa mestiza, de todo tipo, sin sentido de nación, sumida en el caos de la anomia, sin sentido de pertenencia a una cultura, a una civilización, fácilmente utilizable y manejable, que se convierte en mulas, en brazos de alquiler al mejor postor.
Causa sonrojo leer que CEAR dice estar ‘muy preocupada’ por los solicitantes de asilo. Y también Prodein, y todas esas ONGs, que se abastecen de nuestros impuestos, sienten ese desvelo, sin ningún pudor, por los inmigrantes ilegales, sin saber cuáles son sus intenciones. Todo muy patriótico por parte de esas ONGs y otras. Todas ellas son otra casta de ‘funcionariado’ pagada con nuestros dineros para desestabilizar la sociedad española y la europea. Amparan a inmigrantes ilegales que tal vez no pocos de ellos hayan tenido algo que ver en sus países de origen, no ya con agresiones a compatriotas suyos cristianos, sino que hayan mirado para otro lado cuando esos cristianos hayan sido agredidos o asesinados. Causa vergüenza ajena ver cómo CEAR, en este caso, no siente la mínima preocupación por esas minorías cristianas que están siendo diezmadas en esos países arabo-islámicos y de la negritud, de donde proceden esos inmigrantes ilegales, que ‘tanto dolor’ les causa a CEAR, a las demás ONGs y a ese Relator, procedente de un país africano y, también, de la negritud.