Las víctimas de Franco y ETA

La transición española se debió a dos incapacidades. Por un lado la de Franco para encontrar su sustituto natural e ideológico después del asesinato de su lugarteniente, el general Carrero Blanco. Por otro lado la incapacidad del Partido Comunista de España, único partido perfectamente organizado, en terminar con la dictadura por otro medio que la abdicación o el agotamiento del régimen. También existían grupos ideológicos de derechas que se oponían al régimen e intentaban llegar a la democracia, pero estos y otros partidos de izquierdas lo hacían más de forma simbólica que como una oposición organizada y real al régimen.
La transición española se desarrolló de forma pacífica y ejemplar, pero atrás quedaron miles de asesinatos sin resolver y miles de asesinos sin condenar. Nadie puede obviar o discutir que el régimen y sus acólitos asesinos acabaron con la vida de miles de españoles por su ideología. Inocentes ejecutados en juicios sumarísimos por creer en la democracia y oponerse al régimen fascista de Franco. Miles de ejecutados y enterrados en cunetas y fosas comunes que han quedado en el olvido y sin derecho a ser enterrados dignamente. Sin lugar a dudas, si el régimen hubiera caído y no hubiera abdicado, los asesinos habrían sido juzgados como sucede en los países donde los dictadores son derrotados.
Los terroristas de ETA se disfrazaron en un principio de antifascistas y opositores a la dictadura. Ese disfraz de cordero bajo la piel de lobo les sirvió para ganarse a  sectores sociales que los veían como unos luchadores por la libertad. Sin embargo, la muerte de Franco y la llegada de la democracia los dejó en cueros y se retrataron como lo que eran: fascistas y asesinos a sueldo. Todos los que no piensan como ellos sobran en el en este País.
La batalla que los demócratas y la democracia han presentado a estos asesinos ha provocado la derrota, el agotamiento de los terroristas y la imposibilidad de encontrar sustitutos para perpetuar la dictadura etarra; para cobrar los impuestos revolucionarios; para seguir viviendo del subsidio del terror al que han sometido a miles de españoles y vascos. Han sido vencidos por los demócratas. Sin embargo, los asesinos se han equivocado de tiempo histórico y creen tener derecho a una SEGUNDA TRANSICIÓN y proponen hacer una especie de “BORRON Y CUENTA NUEVA” y comienzan hablar de una “HOJA DE RUTA”, hecha por ellos, y en un derroche de humanidad, inteligencia y sensibilidad creen haber causado dolor: “No somos insensibles”, dicen.
Sus primeras propuestas son “la vuelta a casa de todos los presos y exiliados políticos vascos”. Esos que consumaban las condenas a muerte cuando su brazo político sentenciaba en juicios sumarísimos el asesinato de inocentes. Estos repugnantes intentan aprovecharse de la generosidad de la democracia y tienen el atrevimiento de preguntarse: “¿Alguien puede imaginarse la paz con las cárceles de España y Francia llenas de presos políticos vascos?”. La respuesta es clara: “No sólo nos imaginamos la paz con las cárceles llenas de asesinos vascos, sino que sabemos que las cárceles están llenas de asesinos y que tienen que ingresar muchos más”.
Los asesinos de ETA se han equivocado de tiempo y estrategia, porque en España ya se hizo la transición y porque han sido derrotados por la democracia y los demócratas. No se ha agotado ningún régimen porque los demócratas han ganado a los terroristas de ETA. Esta es una de las muchas razones por las que no hay que conceder ningún privilegio ni ceder a ningún chantaje. Lo contrario sería ceder al chantaje y, que una vez más, los asesinos tuvieran más derechos que las víctimas.
Hoy son las elecciones y esta noche se conocerán los vencedores y vencidos, pero a diferencia de los regímenes fascistas, después del escrutinio no habrá vencedores ni vencidos, porque habrá ganado la democracia. Esa por la que miles de españoles murieron; esa por la que miles de españoles se exiliaron; esa que millones de españoles sufrieron. Esa que a pesar de su generosidad no se pliega a los chantajes. Esa que esta asociación adora y, en otras ocasiones, añora.