Categorías: Sucesos y Seguridad

Las puertas hidráulicas cierran una de las vías más peligrosas de pase

Ni 30 segundos tardarían las puertas hidráulicas, construidas como un ensamblaje de rejas, en cerrar la que hasta ahora se consideraba vía de escape más arriesgada para los inmigrantes: la zona baja del puente que une la ITV, el polígono y la frontera con la playa situada al lado del espigón, en tierra de nadie.

Unos elementos de contención que han supuesto un gasto de 250.000 euros, que fueron aprobados en partida extraordinaria por el Consejo de Ministros del pasado mes de abril, y que ayer, con la obra ya finalizada, fueron visitadas por el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, acompañado de los cabezas visibles de la Guardia Civil, el coronel José Luis Gómez Salinero, y de la Policía Nacional, el jefe superior Alfonso Sánchez.
Lo que se ha pretendido con este mecanismo, que se activa pulsando un botón, no es más que evitar que los inmigrantes que pretenden entrar por el entorno fronterizo busquen la salida al mar. Desde el momento en que las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas detectaran la llegada de grandes grupos de inmigrantes, se activaría el protocolo de control y se daría la orden de cerrar las puertas con la idea de que vieran imposibilitada su salida a la playa, como han intentado y a veces logrado, en los últimos intentos de pase.
Cerradas las puertas, a los inmigrantes no les quedaría más opción que volver sobre sus pasos para buscar otra salida, topándose con las fuerzas marroquíes. De sortearlas, se verían obligados a desandar sus pasos, con lo que ya habrían perdido un tiempo clave para conseguir superar la carrera de obstáculos con la que se está dotando esta frontera sur de Europa. “Este es un obstáculo disuasorio para evitar la entrada por el cauce del río”, explicó González Pérez a los medios de comunicación. Esta inversión se suma a los 750.000 que ha supuesto la obra del ‘Tarajal II’. Dinero que fue puesto de relieve por el delegado, al advertir que son dos actuaciones conseguidas “en tiempos de crisis” y que se espera sean claves para evitar más problemas en la zona.
En el fondo la puesta en marcha de estas puertas no es más que otra medida que sumar a la hilera de obstáculos construidos en un Tarajal que tiene complejo de ‘ratonera’. Los inmigrantes que esperan al otro lado una entrada exitosa (se calcula que ahora hay en torno a 2.000 en las cercanías de Ceuta) prueban la suerte y lo hacen buscando vías que les den el pase al CETI.
A los saltos por el perímetro, que son aislados pero que siguen permitiendo entradas irregulares, se añaden los intentos con coches kamikazes o los pases en bloque a través de la propia frontera del Tarajal, a la carrera. Otra vía es la de bordear el entorno del polígono descendiendo desde Finca Berrocal y la ITV para, a la carrera, superar el río para llegar a la playa. Es aquí donde faltaban medidas y donde se ha optado por construir estas rejas que permiten el paso del agua para evitar colapsos pero no la salida de inmigrantes. Sobre este punto se dirigen además varias de las cámaras del COS con lo que se tendría constancia de lo que va sucediendo.
A esto se añaden nuevos medios que aún no se han ejecutado. El que está en cartera, con partida presupuestaria ya definida, es el de la construcción del pantalán en el espigón del Tarajal, con vistas a hacer infranqueable el pase de inmigrantes a nado o de embarcaciones.

¿Qué pasó el 6-F y qué se evitó un mes después?

En la madrugada del 6 de febrero, quince subsaharianos fallecieron en su intento por llegar a Ceuta bordeando el Tarajal. Habían llegado a ese punto después de encontrarse con la vía abierta, sin obstáculo alguno, que suponía seguir el cauce del río. Aquellos hombres y escasas mujeres burlaron, primero, el sistema de alerta marroquí; después consiguieron sorprender a la Guardia Civil. La madrugada que terminó en tragedia, los agentes de servicio pensaban que los subsaharianos buscarían el salto por la valla, por la frontera... por cualquier punto menos el que escogieron: descender a la carrera por debajo del puente y salir a la playa. Una playa desierta. Ellos habían llegado a la meta mucho antes que los escasos guardias que estaban de servicio y que llegaban, con minutos de retraso, al lugar.
El resultado del 6-F es de sobra conocido. 15 muertes y 15 historias trágicas. Una investigación en marcha y un proceso judicial que aún no ha terminado. La vigilancia en la frontera, en el punto de mira. Sus sistemas de control, en evidencia.
Tras el 6-F llegó el 4 de marzo. Más de mil inmigrantes en dos avalanchas consecutivas, a las 4.00 y a las 7.00 horas, buscaron burlar el control. E hicieron lo mismo, ir a la carrera en dirección hacia su salvavidas, su única obsesión: el puente.
Allí un muro humano conformado por agentes de la Guardia Civil y fuerzas marroquíes les esperaban. Detrás, varios policías locales y más efectivos del Instituto Armado. Con aquella barrera se vetó la entrada de los subsaharianos y su posterior salida al mar. Los inmigrantes aprendieron incluso a buscar las entradas por vías diferentes en el mismo tiempo, separándose en grupos para sorprender a las fuerzas presentes. Aquella madrugada no lo consiguieron. El 6-F pesa mucho, como una losa, en el cuartel de la Benemérita. Con cerca de 2.000 inmigrantes al otro lado, se buscan medios para evitar que vuelven a suceder tragedias, para no dejar posibles vías abiertas que conduzcan a pases temerarios, que lleven a los subsaharianos a arrojarse a un mar, de madrugada, en avalancha, que puede terminar convirtiéndose en una morgue.
Con la habilitación de estas puertas se quiere tapar una vía de escape. Pero el Gobierno sabe que blindar la frontera sur de Europa es un imposible. Los miles de millones invertidos en los pasos de Ceuta y Melilla no consiguen frenar la salida de subsaharianos en dirección a Europa.
España aprende a base de tortas: pone trabas en la frontera después de ser violentada por vehículos a la carrera; instala mallas y refuerza las alarmas, después de detectar puntos negros en el perímetro; sella alcantarillas después de que sean usadas para filtrar a subsaharianos; eleva los espigones tras detectar que son bordeados por embarcaciones... y ahora construye y tiene en mente refuerzos que sirvan para contener una inmigración permanente, solo sometida a periodos cíclicos de mayor o menor presión.
España se blinda, Marruecos también, mientras África sigue moviendo a millones de jóvenes que son los que encarnan unos movimientos migratorios que han dejado ya a sus espaldas demasiadas muertes.

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