Los testigos directos del suceso barajaban una misma hipótesis: el agua que caía a esa hora debió levantar la película de barro y fuel acumulada durante todo el verano convirtiendo la cuesta en una trampa mortal. Sobre el terreno parecía increíble. Imposible adivinar al cien por cien cuántas vueltas de campana y la trayectoria exacta que dio el autobús antes de quedar encajado entre las rocas que marcan el pequeño riachuelo que se seca al llegar el verano. Una intensa marca negra sobre el asfalto permitía hacerse una idea y los testimonios de los testigos la refrendaban. Tal y como se muestra en el infográfico superior, el vehículo circulaba en dirección a Tetuán, por el preceptivo carril derecho cuando, inesperadamente el conductor perdió el control y comenzó a hacer ‘acuaplaning’ dando varias vueltas sobre sí mismo y cruzando de lado a lado una autovía que, afortunadamente, no presentaba excesivo tráfico a esas horas. Se llegó, incluso, a traspasar los treinta o cuarenta centímetros de altura de la mediana frenándose finalmente tras caer por un terraplén de aproximadamente tres metros de altura.
“Él no ha tenido la culpa, seguro”, afirmaba un ceutí que dijo conocer al conductor y se paró en la zona del siniestro al ver lo ocurrido. No salía de su asombro al ver lo ocurrido. Como él, todos hablaban del estado de la carretera como la principal causa, aunque esta hipótesis habrá de ser refrendada tras la investigación policial. A la hora en que se produjo el altercado (sobre las 09:15, hora española) llovía. No en exceso, pero lo había hecho en las horas anteriores. Eran las primeras lluvias tras varios meses, un hecho que, aseguran varios habitantes de la zona, siempre causa problemas al finalizar la época estival. El porqué parece sencillo: en ese tiempo se habría ido acumulando una fina película de aceite desprendido por los automóviles con barro y tierra. Una trampa mortal que convirtió el asfalto en una masa resbaladiza.
Algunas agencias de noticias hablaban también de un posible exceso de velocidad considerando que la zona está señalada a 80 kilómetros por hora. Sin embargo, los turistas portugueses que iban en en segundo autobús de la caravana desmentían, minutos después del accidente, esta causa. “No, no, para nada”, respondían cuando se les preguntaba si el autocar iba demasiado rápido. El tacógrafo del autobús, donde se registran todos los datos almacenados en su vehículo durante su conducción, quedó bajo la tutela de la Gendarmería marroquí encargada de realizar la investigación sobre lo sucedido.
En las primeras horas, los trece heridos que quedaron hospitalizados en territorio marroquí fueron repartidos por los centros clínicos de Castillejos, Rincón y Tetuán, si bien a lo largo de la tarde el número de internos en cada centro iba variando e incluso uno de los más graves tuvo que ser trasladado hasta Rabat debido a su extrema situación.
Los cadáveres de los nueve fallecidos serán repatriados en avión vía Tánger Tras el fallecimiento de nueve portugueses en Marruecos se abría ayer el periodo de complicadas gestiones para el traslado de los cadáveres. Con la implicación directa del monarca Mohamed VI pudieron resolverse los problemas burocráticos que se producen cuando surge un accidente mortal al otro lado. En este caso se optará por el traslado de los cuerpos en avión hasta Portugal, vía Tánger. De otra manera hubiera sido complicado hacerlo. Marruecos no acepta el traslado de los cadáveres a Ceuta sin tener confirmado que los mismos serán enterrados en la ciudad, hecho imposible. Es por ello que una de las vías de salida de los cuerpos quedaba anulada desde el principio, salvo mediación diplomática entre gobiernos. Ayer noche se conoció la intención de ayudar a la salida de los cuerpos, tras su identificación, por vía aérea, después de mantenerse contactos varios a nivel de gobiernos entre España, Portugal y Marruecos.