Categorías: Opinión

Las palabras de don juan

Ayer el presidente de la Ciudad se pronunciaba sobre los tiroteos ocurridos en el barrio del Príncipe y las quejas hechas público por los vecinos del barrio. Vivas confesó estar preocupado por lo que está sucediendo y señaló que, aun siendo un tópico, “se requiere de la implicación de todos para combatir esta situación”. Estoy con don Juan, miren ustedes. Para salir del atolladero y que se solucionen estos problemas hay que contar con la implicación de todos. Yo le apuntaría algo más. Implicación y saber lo que se hace. Y me explico. Para solucionar los problemas que se están generalizando en materia de seguridad en toda Ceuta las instituciones deben tener claro algo: que urge actuar con contundencia, no alimentando a quienes podemos estar convirtiendo en monstruos. Y es que aquí, alegremente, se ha jugado con la alegría del voto y la subvención, sin saber a quién se estaba haciendo fuerte y sin caer en la cuenta de que, posiblemente, pudiéramos estar hinchando auténticas aberraciones. No culpo de ello únicamente al PP. Lo han hecho todos. Eso es lo que tienen los políticos, que no saben ni a quién están haciendo crecer y al final terminan pagando caro, muy caro, el apoyo que han prestado con el dinero de todos.
Aquí  hemos pasado por episodios bochornosos, con mandatarios que se han reunido con los que la Policía señala como líderes de la mafia, con otros mandatarios que no han frenado el crecimiento de negocios nacidos del blanqueo del dinero que procede de la droga hasta que se han hecho con media Ceuta, con otros que han alimentado grupos a costa del dinero público para tenerlos ocupados a sabiendas de que ni acuden a su puesto de trabajo y de que amenazan si, encima, se les quita la paga por no hacer nada. Eso ha pasado cuando las vacas eran gordas y cuando no se tenía conciencia de lo que ahora dice don Juan, eso de que tenemos que implicarnos todos.
Yo he visto cómo se ha construido un supermercado llamado comisaría en Los Rosales dejando a cuatro policías que han terminado encerrándose para no ser linchados cuando cuatro niñatos salían a quemar contenedores. Sí, digo bien, niñatos de no más de diez años. Estamos hablando de principios del año 2000, cuando la cultura del fuego asomaba y los menores eran implicados en ese ataque a las fuerzas de seguridad. Y mientras, ¿qué hacía la administración? Jugar a reunirse con los señalados por la Policía para pedirles ayuda mientras, por otro lado, ordenaban el abandono gradual de las barriadas.
Ahora nos llevamos las manos a la cabeza por lo que está sucediendo. Menos mal que lo hacemos, eso significa que, cuando menos, han sonado acertadamente las alertas rojas y nos hemos dejado de tonterías, operaciones paripé, juegos de soldaditos utilizando como marionetas a los policías y a los guardias civiles y pactos bajo la sombra. Espero haber entendido las palabras de don Juan, pero en su sentido más amplio.

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