El pasado miércoles, 31 de agosto, finalizó el taller de empleo que, a iniciativa de la Ciudad de Ceuta, ha tenido lugar durante un año en la Iglesia de Los Remedios. Un año de obras da para mucho, muchos contratiempos y muchos comentarios.
Muchas opiniones se habrán dado al respecto y en estas líneas, como párroco, me gustaría expresar brevemente algo de lo que pienso y siento. Durante este tiempo, han sido muchos los ceutíes que habiendo seguido de cerca el trascurso de las obras, nos han alentado. Y es que no ha sido una tarea fácil. Si las obras en cualquier hogar conllevan siempre algún tipo de sacrificio, os podéis imaginar cuántas incomodidades uno ha tenido que sufrir y, con él, toda la feligresía. Pero… ¡ha sido posible! Y lo remarco porque no solamente se ha realizado un trabajo considerable, sino sobre todo porque nunca se ha cerrado el templo por este motivo. Casi al final del taller, recuerdo la impresión que causó en un hermano sacerdote cuando le dije que habíamos cambiado el suelo de la iglesia y que, sin embargo, no habíamos dejado de celebrar la Eucaristía un solo día por las obras. Fue tal su asombro que con cara de extrañeza se limitó a decir: “¡interesante!”
Os podéis imaginar por tanto que no ha sido fácil, aunque sí posible por la buena coordinación de quienes hemos estado al frente del asunto. Empezando por la buena predisposición y el buen hacer de los responsables del taller: profesionales, maestros y aprendices, y terminando por todos aquellos feligreses que alguna vez han arrimado el hombro, aunque fuese para coger una escoba. Limpiar, pero también mover, recoger y volver a poner el mobiliario y los ornamentos litúrgicos cada día ha sido muy cansino. En este punto, me gustaría citar particularmente a Maricarmen, la persona que ha estado al frente del cuidado del templo para todo estuviese a punto. Su celo sólo se entiende por el amor a su Parroquia.
El taller ha finalizado, pero el asunto no termina ahí. Remates por aquí y rematas por allá…, aún quedan cosas por hacer. Y es que todo este esfuerzo no puede entenderse fuera del contexto de celebraciones que se están dando en la parroquia. Aprovecho entonces para citar a Pepe y disculpad si alguien considera que debiese nombrar a alguien más, porque desde luego que son muchas las personas que se han implicando y lo siguen haciendo. A él considero el principal artífice de lo que se ha estado gestando durante todo este tiempo, porque su deseo es que la Parroquia celebre su tercer centenario con la mayor dignidad posible. Tanto es así, que uno de los orígenes de sus desvelos hoy, es una de las guindas que el próximo día 24 de septiembre coronará la tarta del centenario: la salida procesional de Nuestra Señora de Los Remedios, a la que todo el pueblo de Ceuta queda invitado.
La Ciudad ha otorgado la oportunidad de embellecer el templo y la Parroquia, a su vez, quiere corresponder a la ciudad. Me explico. No son pocas las personas que entran a diario en la iglesia: desde el creyente que, huyendo del ajetreo del día, viene a descansar en la presencia de Dios, hasta el turista de cualquier confesión que, movido por la curiosidad, entra para sacar un mayor provecho de su visita a Ceuta. Pues una idea que ha rondado en los últimos Consejos Pastorales de la parroquia ha sido la de que, una vez ejecutadas las obras, se procuraría mantener más abiertas las puertas del templo. El papa Francisco así lo ha pedido, que las Iglesias permanezcan lo más abiertas posible, y en consonancia con el Santo Padre, desde el Consejo vamos a promover un horario de apertura más amplio que el actual, especialmente los días de entresemana por la mañana. La verdad es que no sé si lo conseguiremos, pero creo que con el apoyo de la feligresía se hará realidad. Y todo para que el pueblo entero de Ceuta pueda disfrutar de la Iglesia de Los Remedios.
Gracias a todos los que lo habéis hecho posible este cambio de indudable mejora, y que el Señor os bendiga por siempre.