Opinión

Las niñas

Hace ya algunos meses estando hablando con una persona que es la encargada de vigilar un lugar muy céntrico al interconectar con ella, es decir entablar una larga conversación que fue aceptada de pleno derecho por un lado por estar aburrido y por otro por estar investigando como estoy todos los días del año cuando salgo a la calle para intentar traer a estas columnas lo último que vaya saliendo en este pequeño pueblo de Ceuta, que aunque sea tan minúsculo siempre existe algo que poder traer. Me reveló tras una simple pregunta, debo de reconocer que también estudiadas por la cantidad de veces que lo he realizado: ¿aquí no existe nada inquietante?. Me confesó que: “Hace unos años una compañera nos hizo el relevo en la calle ya que dijo que no podía estar en el interior del edificio. Y fue más concreta, relatando seguidamente una serie de datos que todos nos quedamos de piedra y a la vez asustados ya que algún día tendríamos de tener el turno de noche y estaríamos afectados con esta cosita que nos voy a contar a continuación. Sobre las doce de la noche empecé a escuchar unos ruidos en el piso superior que parecían en principio pasos. Como en el lugar no había nadie, a partir de las diez aproximadamente, ya que es la zona de oficinas, que está en el piso superior. Todos los chupatintas como nosotros le decimos sobre las seis de la tarde como mucho se van del lugar y ya no se les ve el pelo hasta las ocho y media de la mañana del día siguiente, así que las orejas se me levantaron, son muchas horas las que me tiro en las instalaciones y ya tenemos unas costumbres que no deben de salir del tiesto. Abajo sobre las doce de la noche ya se van casi todos los trabajadores. Por eso no le hice caso hasta que el encargado me dijo que ya no había nadie. Al poco tiempo empecé a escuchar nuevamente y de forma clara ruidos de pasos. Todo estaba cerrado. No había nadie, en teoría, así que empezó una interrogante a rondarme en mi cerebro ¿qué es lo que está ocurriendo en la parte de arriba?. Aunque en mis adentros me decía que no subiera, y no por cobardía sino que yo siempre he sido una persona que he intuido hechos y mejor dicho he vaticinado algunas cosas que iban o han pasado, es algo de mi personalidad, la cual es muy fuerte y a la vez muy valiente, me indujo a dar los pasos hacia las escaleras, en el lugar no existen ascensores así que el único lugar factible y único era subir por las mismas, no había otra solución en la mesa.

Debería de haberme cortado un poco y haberme quedado sentada en el sitio que estaba muy bien allí

Las fui escalando, y no es una figura literaria, sino que parecía que estuviera deslizándome por una montaña con un desnivel bastante grande, hasta llegar el último peldaño de la misma que me impulsé con todo el cuerpo temblando. Algo me estaba diciendo que no iba hacer una noche más, ya he dicho que tenía y tengo mucha intuición, aquí se estaba cociendo algo. Todas las papeletas estaban echadas. La verdad que estuve por todas las dependencias y no vi, ni escuché nada. Cuando llegué a mi silla situada en la planta de abajo estaba empapada de sudor y eso que era un día de invierno y bastante fresquito. Sobre las dos y media de la madrugada se escucharon primero pasos y luego unos sonidos que la verdad no fui capaz de captar lo que quería vocalizar, y eso que todos mis hijos y familiares dicen que tengo una buena acústica. Fue un jarro de agua fría que me hizo temblar y entrar en un pequeño “choc”. Mi mente quería reaccionar pero yo misma le decía que se quedara tranquila que lo que estaba pasando no podía estar ocurriendo. Pero yo no quería pasar una nueva experiencia de intranquilidad. Decidí aguantar hasta las ocho de la mañana que vendría el próximo e inmediato relevo que se quedaría encargado del “puto” establecimiento, digo este taco porque nunca me había pasado pero esa noche perdí un montón de kilos y a la vez tuve que ir al médico para tomarme unas pastillitas para no pensar en lo que había sufrido. Pero las voces fueron cada vez más fuertes y la verdad que ya se escuchaba muy claro: “no queremos estar solas”. No pude aguantarme más subí con una velocidad descomunal, aunque tenía miedo no podía ignorar las palabras que había escuchado. Soy madre y no podía dejar que nadie pudiera sufrir, y menos unos críos de corta edad que era lo que parecía que podía ser las misma voces que estaba escuchando ahora con toda la claridad del mundo. Me empezó los escalofríos, vi. como mi respiración se transformaba en vapor y muy abundantes, mis vellos se erizaban, mi tensión arterial estaba por las nubes. De repente escuché un fuerte ruido que provenía del fondo dirección contraria de donde estaba, dirección hacia las escaleras, única entrada y salida hacia el piso superior. Me giré para ir hacia allí y de repente vi unas sombras de color negras en mitad del pasillo, y eso que todas las luces estaban encendidas. Pensé en un principio que podía ser mi imaginación pero estaba completamente segura de lo que había visto hacía escasos segundos. Mis ojos se salían de mis órbitas y en mi mente estaba una pregunta constante ¿qué podía ser aquello?. Estaba en esos momentos en un estado de stress, si me hubieran cortado no me hubieran sacado ni una gota de sangre. Me acerqué hacia el lugar y vi. que la sombra salió lanzada hacia las escaleras y las bajaba. Con el miedo en mis carnes decidí irme nuevamente hacia mi mesa que está situada en la entrada del edificio y no moverme de allí. Aunque estando situado mi lugar donde se dirigía los posibles fantasmas no me daba ningún tipo de seguridad. Pero a los pocos minutos escuché esta vez muy claro la frase “no queremos estar solas”. Intenté evadirme del lugar y poner la radio ya eran las seis y mi relevo le quedaba tan solo dos horas para llegar, ¡vaya ironía!, me vendría de perlas que fuera ya, pero…. Esto no quedó así y unos minutos más tarde cuando creo que me quedé un poco traspuesta vi delante mía a dos niñas con una cara muy blanquecina, con coletas de color oscuras y unos vestidos muy antiguos fue cuando decidí coger las llaves y salir del lugar y esperar a mi cambio de guardia en la calle, tras antes cerrar el establecimiento con llaves y eso fue lo sucedió aquel día.

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