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Las Murallas Reales de Ceuta

Una de nuestras señas de identidad más importantes, por no decir la que más, es una obra arquitectónica típica de la arquitectura militar. Nos referimos al Conjunto Monumental de las Murallas Reales, obra realizada a lo largo de los siglos por gran parte de las guarniciones militares que defendieron a la ciudad de los ataques provenientes del continente.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Ceuta es hoy una ciudad moderna, española y europea gracias al tremendo esfuerzo que se realizó, a lo largo de toda su historia, para dotarla de unas defensas inexpugnables capaces de rechazar cualquier ataque, tanto marítimo como terrestre, procedente de sus enemigos.
Las Murallas Reales conforman una fortificación permanente abaluartada compuesta por varias líneas defensivas (macizos, fosos, espigones y un sistema de galerías de minas y contraminas) que configuraba el frente occidental del recinto de la Ciudad hacia su campo Exterior y entre las líneas de costa Norte y Sur.
La técnica de las fortificaciones permanentes abaluartadas tuvo su origen en Italia a mediados del siglo XV y consistía en la construcción de bastiones, baluartes y otros elementos menores, de menor altura y mayor grosor que los medievales, con sus flancos curvos y protegidos.
Sus grandes muros se rellenaban de tierra para resistir eficazmente los impactos de la artillería enemiga.
Su planta pentagonal con salientes triangulares eliminaba todos los puntos muertos de forma que, desde su interior se podían defender todas las puertas exteriores de las fortalezas.
Pero, llegados a este punto, podemos preguntarnos cuál es el origen de tan significada obra. Pues bien la historia nos dice que fueron los árabes quienes levantaron una muralla medieval, que, a partir de 1415 con la conquista de nuestra ciudad por las tropas portuguesas el Rey Juan I, se transformaría en la moderna fortificación que hoy podemos admirar.
Por encargo de Don Juan III de Portugal, el arquitecto español Miguel Arruda, proyectó en 1541 unas nuevas fortificaciones que sustituyeran a las árabes hasta entonces existentes y, entre 1543 y 1549 se construyeron la Muralla Real y los Baluartes actualmente conocidos como de la Bandera y de la Coraza, prolongándose el Foso hasta comunicarse con las aguas de la bahía Sur, haciéndolo navegable.
Atacada la ciudad en 1694 por el Sultán Muley Ismael y establecido un sitio que duraría hasta 1727, se puso de relieve la necesidad de llevar las fortificaciones más allá de la orilla occidental del foso y, a pesar de los continuos ataques con los que los sitiadores pretendía impedir su ejecución, ésta siguió adelante, considerándose terminadas las obras de construcción hacia mediados del siglo XVIII, fecha en que en lo fundamental, pueden darse por concluidas.
Entre 1696 y 1710 se levantaron los baluartes de San Pedro, Santa Ana y  la cortina que los une, el Angulo de San Pedro, el Revellín de San Ignacio y la contraguardia de San Francisco Javier.
El retroceso que los sitiados se vieron obligados a realizar ante los ataques que el ejército Expedicionario del Marqués de Lede llevó a cabo entre Noviembre de 1720 y Febrero del año siguiente, posibilitó que las defensas se adelantaran, construyéndose entre 1723 y 1739 las lunetas de San Jorge, de San Luis, de la Reina, de San Felipe y el reducto de San Antonio.
Desde entonces no hay constancia de obras nuevas, más hasta 1762 se efectuaron constantes mejoras y añadidos.
Con la firma en 1799 del Tratado de Mequínez, llega la paz y se aleja el peligro de nuevos ataques y esto unido a las modernas técnicas de la guerra, hacen que este formidable sistema de fortificaciones pierdan su utilidad, por lo que, poco a poco, vaya siendo abandonado hasta el punto de que por necesidades del progreso y de la expansión urbana fueran demolidas las defensas más adelantadas por cuyos terrenos se trazó la vía del ferrocarril Ceuta-Tetuán y, posteriormente, se alzaron modernas edificaciones.
Actualmente subsisten los baluartes de la Bandera, la impresionante Muralla Real, el Baluarte de la Coraza, el bellísimo Foso navegable, los Baluartes de San Pedro, de Santa Ana y la Plaza de Armas, el Angulo de San Pablo, el Revellín de San Ignacio y la contraguardia de San Francisco Javier, así como varias piedras heráldicas de gran mérito histórico y artístico empotradas en sus murallas.
Para finalizar este recorrido por la historia de nuestro monumento más emblemático hay que decir que el singular recinto de las Murallas Reales de Ceuta fue declarado “Bien de Interés Cultural” (BIC) por Real Decreto de 3 de Julio de 1985.
Para concluir destacaremos que la importancia de nuestras Murallas Reales, en relación con similares obras arquitectónicas existentes en la península radica en tres puntos fundamentales, su tamaño, su situación dentro de la misma ciudad (formando parte inseparable de ella) y sus características diferenciadoras al ser el único ejemplo existente de arquitectura militar renacentista en España con un foso que aún hoy en día es navegable.

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