Hace tiempo que se viene hablando en los círculos de estudio de la Responsabilidad Social Corporativa de un fenómeno denominado “activismo accionarial” o “activist shareholder “. Se trata de pequeños accionistas de grandes empresas, que unen sus fuerzas para así hacerse oír en los Consejos de Administración de las grandes Corporaciones, y de esta forma conseguir que realicen acciones favorables a la preservación del medio ambiente, la sostenibilidad, o el respeto a los derechos humanos. Es decir, gestión bajo los principios de la Responsabilidad Social Empresarial.
Uno de los grupos que últimamente se viene mostrando más activo es una congregación de monjas franciscanas de Filadelfia. Lo que hacen es adquirir la cuota mínima exigida por la ley para poder presentar resoluciones corporativas en los consejos de las empresas. Cuando son accionistas, intentan dialogar con los miembros de la empresa sobre las prácticas que consideran inadecuadas. Pero si ello no es posible, entonces presentan una resolución que ha de votarse en el consejo de accionistas. De esta forma, si se aprueba, la empresa habrá de incluir la medida en su informe anual. Y si no lo hace, se expone al escándalo público.
Ya sé que algunos llamarán a esto “chantaje”. Y otros entenderán que es coacción. Pero las monjitas en cuestión, lo único que hacen es utilizar los mecanismos que ofrece el propio sistema capitalista, para sacar a relucir sus trapos sucios y, de esta forma, forzar a las grandes corporaciones a que sean más humanas. Así consiguen que la Responsabilidad Social Corporativa pase a ser una parte importante de los sistemas de gestión de las empresas.
Según nos cuentan en la revista digital Compromiso RSE, “el movimiento “Occupy Wall Street” ha apoyado muchas de las acciones de las monjas de Filadelfia en instituciones como Goldman Sachs, Wells Fargo o CitiGroup. Y aunque buena parte de sus propuestas no han llegado a buen puerto, nos dicen, las hermanas están muy satisfechas de la labor realizada, según Nora Nash, directora de Responsabilidad Corporativa de la congregación.
Dicen que cuando falleció la madre Francis Bachman, fundadora de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia, dejó grabada en la orden su máxima “Quien no arriesga no gana”. Y esta máxima es la que están siguiendo al pie de la letra estas monjitas, al arriesgar parte de su dinero para promover una actitud corporativa más responsable con los derechos humanos y el medio ambiente (¡qué diferencia con lo que recientemente se publicaba sobre el Banco del Vaticano! …). En declaraciones al Diario ABC, indicaron que además de la rentabilidad financiera de sus inversiones, lo que quieren es ver la rentabilidad social. Para ello escogen empresas que actúan de forma irresponsable o inmoral y adquieren una cuota superior a 2.000 dólares, el mínimo que la ley americana exige a un accionista para poder presentar resoluciones corporativas al consejo de la empresa. Muchas compañías deciden que es mejor dialogar con la congregación que discutirlo públicamente, ya que, como explicó a The New York Times Robert McCormick, jefe directivo de política en Glass, Lewis & Company, con su autoridad moral, las Hermanas de San Francisco pueden llevar mucha atención a algunos temas.
Algunos logros en RSE durante 2011 han sido que empresas como DuPont, hayan realizado memorias de sostenibilidad. También han tratado de preservar los derechos humanos, prevenir el tráfico ilegal de personas en los juegos olímpicos de Londres, reducir el apoyo involuntario al militarismo de determinadas compañías, disminuir la violencia en los medios de comunicación y los videojuegos, así como numerosas acciones enfocadas a la preservación del medio ambiente. Por ejemplo, Chevron ha implementado un programa industrial para monitorizar las emisiones de gases a la atmósfera y tratar de reducirlas. Exxon Mobil, a quien pidieron que informara de los riesgos a largo plazo de las extracciones de petróleo en Canadá, ha aceptado y se ha comprometido a reducir sus emisiones. En otras empresas como McDonald, Wal-Mart, Macy’s o Procter & Gamble, las monjas han conseguido que se examine la cadena de suministro, especialmente para aquellas que importan productos de países en vías de desarrollo, tratando de evitar la compra de productos derivados del trabajo infantil, la explotación o el tráfico de personas. Bank of America, CitiGroup, Goldman Sachs o Wells Fargo son algunas de las compañías financieras en las que estas monjas también han intervenido, instando a que sean más transparentes y a trabajar por los intereses de la ciudadanía (¡qué falta nos harían grupos de activistas así en España en este momento!).
Y en lo referente al medio ambiente, la Congregación ha tenido una importante influencia en Campbell’s Soup, que ha incluido nuevos programas de agricultura ecológica; Coca-cola, que deberá informar sobre su suministro en determinadas zonas donde la escasez de agua es muy grave; o Heinz, que al principio se negó a colaborar pero actualmente está negociando con la congregación sobre la utilización de una herramienta de control del uso de agua.
Pero es que además, conscientes de que hay que predicar con el ejemplo, ellas también han elaborado su informe anual de RSE, que han publicado en su página http://www.osfphila.org/justice_peace/csr_success.
La verdad es que estas monjitas han conseguido atraer la atención de muchos de los que, de una u otra forma, nos dedicamos a promover la Responsabilidad Corporativa. Y es que son una bocanada de aire fresco en un mundo atenazado por la crisis y por las corruptelas de las grandes instituciones de los Estados y de las Finanzas, de las que ya no se salva ni el Vaticano.
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