Los altercados sucedidos la semana pasada en Melilla han sido utilizados de forma torticera por Marruecos para dar vía libre, como suele ser habitual, a su agencia de noticias oficial, MAP. Y así las cosas se han inventado la muerte de una joven en la ciudad hermana, como aquí lo hicieron con una porteadora -ya que en el Biutz, a ojos de la prensa vecina, murieron tres y no dos mujeres-. La información ha sido negada por todos los canales oficiales habidos y por haber, suponiendo la única reacción a lo que acostumbra a hacer Marruecos, difundir mentiras a través de su agencia para o bien generar mayor crispación contra España o bien sacar beneficios. Ya lo hicieron este verano al acusar a la Guardia Civil de maltratar a varios subsaharianos que pretendían llegar en balsa a la península. Por si no se acuerdan en esta ocasión la MAP incluyó fotografías de los subsaharianos que habían sido las víctimas: todo falso.
El vecino juega a recrudecer el nivel de crispación social contra España haciendo uso a su modo y manera de la agencia oficial. En el caso de marras, además de inventarse una muerte en Melilla ha situado en mal lugar a la Policía Nacional de Ceuta acusándola de hostigar a una periodista en el Tarajal, vendiéndolo después, esperpénticamente, como un ataque a la libertad de prensa. Ese es el juego que gusta a un Marruecos que maneja las relaciones con España como quiere, aprovechándose de su debilidad diplomática y como gobierno y gozando del amparo que algunos dan a los movimientos de presión que llevan a cabo determinados comités.
Tomarse esto a risa es de ignorantes, porque detrás hay una estrategia bien estudiada que asoma cada vez que hay un conflicto que interesa ser manejado por Marruecos. Aunque sea poniendo por delante a una agencia oficial de noticias cuyo director lo nombra el propio Rey y que se encarga de tergiversar lo que realmente sucede. Ceuta y Melilla llevan siendo objetivo de la MAP desde hace varios meses, sin reparo alguno en inventarse fallecimientos, detenciones ilegales o malos tratos. Esto no es accidental, aunque aquí se haya elegido la política del avestruz, no siempre favorable.