Después de anunciar a bombo y platillo el denominado gobierno más técnico de la democracia, entre los que se encuentran o encontraban: Maxim Huertas, ministro de cultura que duró 7 días al descubrirse que era un defraudador tributario; Luis Planas, ministro de agricultura, imputado por el caso “robo de aguas”; María Jesús Montero, ministra de hacienda, conocida por dejar sin herencia en Andalucía a más de 8.000 familias por año, denunciada desde octubre de 2017 por prevaricación continuada y nombramientos ilegales durante su etapa al frente de la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía, y acusada por falsear su currículo con un máster; Teresa Ribera, ministra de energía, que firmó el informe favorable de la declaración de impacto medioambiental del almacén Castor sin haber pedido la elaboración de informes que hubieran evaluado los riesgos de éste, causa todavía investigada y por la que nos demandan a los españoles la cantidad de 1.350 millones; Carmen Monton, ministra de sanidad,que deja en Valencia una cuestionada gestión, con un agujero de 245 millones de euros, y pagos acumulados durante meses a la concesionaria del Hospital de la Ribera, criticada por el nombramiento del subsecretario Justo Herrera, hombre de su confianza en Valencia, y actualmente denunciado por prevaricar en un macroconcurso de ambulancias cuando fue director general de Gestión Económica, también poseedora de un máster en la Universidad Rey Juan Carlos I; Grande Marlaska, ministro de interior, con el calamitoso deshonor de ser el primer ministro con el que se acercan los presos de ETA a sus casas, que manifiesta públicamente su confianza en los Mossos y al mismo tiempo le retira la confianza al coronel de la Guardia Civil, Jefe de la UCO, a la que por cierto, también deja sin fondos cuando estaba investigando corruptelas del PSOE.
Pues bien, con todo este elenco, lo único que ha sido capaz este Gobierno es ser el más caro de toda la democracia, con un coste por ministro un 30% superior, un 25% superior el de los asesores, 17 ministerios con 24 secretarías de Estado; se calcula que hay un total de 500 altos cargos nombrados a dedo, o casi a dedo en el que los amigos más íntimos y fieles de Pedro Sánchez se benefician de magnánimos salarios que llegan incluso a los 500.000 euros anuales, y entre los que se encuentra su esposa, Begoña ¿ Esto no era nepotismo ?
Lo mejor es que para pagar esos gastos, lo primero que ha aprobado este reducto de intelectuales es subir los impuestos. Es decir, meter mano, una vez más, a los bolsillos llenos de telarañas de los ciudadanos. Desde el gasoil a las cotizaciones, pasando por el IBI o el IRPF, el nepotismo siempre lo vamos a pagar los mismos. O sea que tanta pompa y boato para un Gobierno cargado de caraduras y enchufados que no tienen más soluciones a nuestros problemas que un niño de primaria que sepa sumar y restar.
Lo peor del cuentista de P. Sánchez es que ha demostrado tener el rostro más duro que el acero. La utilización del Falcon para asistir a un concierto, gastar 500.000 euros en atrezo en La Moncloa, o nombrar a su propia mujer para un cargo que depende del erario público, me recuerdan a la filipina de Marcos e Imelda, o a la actual Nicaragua de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Esperemos no acabar igual.
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