Tratándose de creadores tan dispares como Steven Spielberg, Peter Jackson y Hergé, pero a la vez con un espíritu aventurero puro y limpio en común, a la antigua usanza, los creadores de Indiana Jones, la trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos y Tintín se unen para dar a luz la primera adaptación animada en stop motion de la obra del reportero con tupé más famoso del mundo; ello ha sido bajo la batuta realizadora de Spielberg, aunque él mismo reconociera, ironías del destino, no haberse introducido en sus páginas hasta bien crecidito. Finalmente y tras darle varias vueltas a los roles finales, Peter Jackson, que parece más decidido a rodar la segunda entrega ya en proceso, se ha conformado con la producción de la cinta, ya que El Hobbit tiene demasiado acaparado su tiempo en la actualidad.
El resultado ha sido una película trepidante y técnicamente portentosa, mucho más lograda que sus predecesoras en la técnica de íntegra captura de movimiento (dineral bien invertido sin lugar a dudas para comprar los mejores medios y los animadores más cualificados), que va más allá del gusto de los más pequeños, siendo capaz de entretener a los más descreídos.
No obstante, hay que advertir a la legión de seguidores del personaje en papel, sobre todo a su facción más purista, que siendo el Tintín de Spielberg fiel a la esencia del que nos presentó Hergé, si lo que uno busca es la máxima coincidencia con las viñetas lo ideal es que se revisione la serie de dibujos animados, que las plasma de forma impecable página por página como si se estuviese leyendo la historieta. Dicho eso, esta nueva franquicia abierta con El secreto del Unicornio, posiblemente su más famosa aventura, y abierta para ver en un futuro próximo el desenlace con El tesoro de Rackham el Rojo, está sobradamente capacitada para enganchar a los más jóvenes y hacer disfrutar a los que lo son menos.
Añadamos que la misma ley del mercado que obliga a convertir el Alatriste del cine en un batiburrillo algo caótico, hace de esta producción un collage con toques de otras aventuras como El cangrejo de las pinzas de oro, lo que imposibilita contarlas más adelante, pero es esa necesidad de mostrarlo todo por si la cosa va mal en taquilla y no hay margen futuro la que nos coloca, por poner un ejemplo, al personaje de la Castafiore sobre el tapete.
Aunque suene raro decirlo, la interpretación de los actores de carne y hueso para la captura de sus expresiones es bastante buena, encargándose Jaime Bell, alias y para siempre Billy Elliot, del personaje del famoso periodista, y un difícilmente reconocible Daniel “007” Craig del villano de la entrega.
Es de justicia también resaltar unos títulos de crédito iniciales estupendos con la estética idónea, y la labor de John Williams batuta en mano para lograr que la música acompañe y complemente a la perfección un transcurso de los acontecimientos que demanda a gritos una música conductora que ayude a impulsar la abundante acción.
Tintín se ha actualizado con éxito y no se le notan las arrugas, lo cual es una buena noticia para todos.
Puntuación: 8
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