El día 18 de enero de 2007, a petición del Coronel Director del Aula Militar de Cultura de los Ejércitos en Ceuta, D. Luis Manso, impartí en dicho Centro cultural la “Lección Inaugural” del curso 2007, que versó sobre “Las armas y las letras”; materia que elegí porque Ceuta, además de ser una preciosa ciudad civil, también es semillero fértil de soldados de élite. Y como sé que todo lo relacionado con el estamento castrense despierta en ella bastante interés, me voy a permitir reproducir aquí en el El Faro aquella lección, a la que asistieron los entonces Comandante General, Gómez-Hortigüela; Delegado del Gobierno, Genaro García; Consejero de Presidencia, Luis Morales (en representación del Presidente autonómico, ausente de Ceuta) y numeroso público. Su extensión me obliga a exponerla en dos entregas, ésta y la del próximo lunes. Mi disertación fue la siguiente:
1. Contribución del Aula Militar a la cultura en Ceuta.-
Buenas tardes, señoras y señores: Nos encontramos en este Aula Militar de Cultura de Ceuta, que lleva el nombre “Manuel Alonso Alcalde”, tomado del que fue gran poeta, escritor y General del Cuerpo Jurídico. La figura literaria de D. Manuel, no necesita de mi modesta ponderación, porque a él ni le deslumbraban las alabanzas ni los galardones, siempre huía de las alturas y su vida y su obra brillan con luz propia; pero me ha parecido un acto de justiciada traer hoy aquí a colación al general y poeta, para que las nuevas generaciones de militares y civiles de Ceuta conozcan por qué este Aula Cultural lleva su nombre, y para que también sepan de su obra y de su gran amor por Ceuta.
Los grandes estrategas militares y hombres de letras, siempre han cuidado mucho de que la espada y la pluma estén en buena armonía. Julio César decía que “por las armas y las letras había conseguido el Imperio”. Lope de Vega, escritor y soldado, dijo del Capitán y poeta Francisco Aldana, que estuvo en Ceuta y el 4-08-1578 luchó en la batalla de Tánger al lado del rey portugués D. Sebastián: “Tenga lugar el Capitán Aldana/ entre tantos científicos señores/ que bien merece tales loores/ tal pluma y tal espada”. Otro soldado más, Miguel de Cervantes, buscando la conciliación entre la pluma y la espada, dice en El Quijote: “Quítenseme de delante quienes dijeron que las letras hacen ventaja a las armas”. Pero enseguida busca el contrapeso, y añade: “Tampoco las armas superan a las letras, ya que las guerras tienen sus leyes, y éstas caen bajo las letras y los letrados”. Calderón de la Barca, soldado-poeta escribió luchando en Flandes: “Las armas y las letras no son contrarias, sino hermanas”. Y Garcilaso de la Vega, también soldado-poeta, se ufanaba de estar “tomando ora la espada, ora la pluma”. Vemos así, cómo nuestros mejores escritores lo mismo blandieron la espada que empuñaron la pluma.
Y en Ceuta tenemos el caso del general, escritor y poeta Manuel Alonso Alcalde. Él es el mejor exponente y la más genuina representación que en esta ciudad se tiene de la alianza entre las armas y las letras, ya que fue uno de los poetas que más y mejor cantó a Ceuta pregonándola y enalteciéndola. Por eso entiendo, que su nombre dado a este Aula honra y dignifica al Centro, a Ceuta y a los ceutíes. Fue uno de los mejores poetas nacionales en el período 1960-1980. Licenciado en Derecho, Licenciado en Periodismo y Maestro de Primera Enseñanza. También Premio Nacional de Literatura, Premio Nacional Lope de Vega de teatro y ganador de múltiples certámenes en foros literarios tanto nacionales como extranjeros.
Pero su figura literaria y militar no necesita de mi modesta ponderación, porque a él ni le deslumbraban las alabanzas ni los galardones; era hombre sencillo que huía de las alturas y su vida y su obra brillan con luz propia. Además de poeta, prosista y jurista de reconocido prestigio, D. Manuel era, sobre todo, un hombre bueno, sencillo, afable, afectuoso y cordial, que fue proclamando a los cuatro vientos las excelencias y los valores de Ceuta y sus gentes, de las que en vida se convirtió en uno de sus más valedores paladines. Amaba a Ceuta como pocos, y también como pocos supo llegar a lo más profundo del alma ceutí. De este buen hombre, de talla poco espigada, dicen quienes lo conocieron que recitando a Ceuta vibraba y parecía crecerse y hacerse grande.
Aquí permaneció veinte años con su esposa y sus tres hijos, éstos nacidos en Ceuta. El mayor, Manuel Alonso Jalón, compañero mío en un Cuerpo Superior del Ministerio de Hacienda al que ambos pertenecemos, me hablaba emocionado de todo lo que su padre quería a Ceuta, hasta el punto de que cuando tuvo que marcharse a Madrid se sintió deprimido de tanto echarla de menos. Y dice D. Alberto Baeza (otro gran escritor ceutí), que cuando en 1987 D. Manuel volvió a Ceuta para pronunciar el Pregón de Fiestas, al contemplarla desde arriba desde en el Mirador de San Antonio, henchido de nostalgia, exclamó: “¡Cuánto me gustaría poder vivir aquí de nuevo!”. Lo único que le confortaba en Madrid eran sus largas charlas con sus amigos el Coronel y excelente poeta Luis López Anglada,hijo de Ceuta, y con el gran escritor Miguel Delibes.
Le entusiasmaban la luz de Ceuta, sus palmeras, las preciosas panorámicas, sus paisajes, su bahía, en la que peba a chambel. He encontrado un artículo del Sr. Baeza, publicado en El Faro el 28-01-1990, semanas después de su muerte, y es emocionante leerlo en los términos que escribe sobre Alonso Alcalde, contando cómo cuando vino a pronunciar el Pregón, en todas las casetas lo saludaban y le invitaban con tanto cariño. Su popularidad aquí era grande. Y su poesía estaba impregnada de profundo sentimiento y amor por Ceuta, como lo demuestran algunos de estos poemas que le dedicó: “Digo, un nombre, una ciudad ungida/ digo, perseverantes primaveras/ digo, una pirotecnia de palmeras/ digo, muros de cal enardecida/ digo, luz total incontenida/ y sombra de pinares y laderas/ y digo, en fin, el mar y sus fronteras/el mar y su continua acometida/ La ciudad que pronuncio, la que digo/ limita al norte con la siempre orilla/ con el siempre camino de las olas/ brújula al siempre mar por donde sigo/ el siempre rumbo de la siempre quilla/ hacia las siempre costas españolas/ Siete colinas cuentan loma a loma/ siete continuadas primaveras/ un vaivén siete veces de laderas/ siete blancuras donde el sol se aploma/ para siete nidadas de paloma/ siete olas paradas y cimeras/ siete colinas donde perseveras/ Ceuta feliz, como la misma Roma/ que por siete que cuentan, como en juego/ un nombre te nació deletreado/ el nombre alegre y blanco que mereces/ de siete a Septa, un primer brinco, luego/ un salto más, y el nombre terminado/ siete veces hermoso, siete veces”.
Pues, invocando la poesía de D. Manuel y valiéndome de que este Aula lleva su nombre, lo que pretendo es dar a conocer la razón de ser y la auténtica labor que este Centro cultural viene realizando. Porque, aunque goza de hondo arraigo y sólido prestigio, aun hay gente que desconoce cuál es su verdadera misión. Al ser un foro militar, puede parecer que aquí a lo que se viene es a oír de contar batallas militares. Pero este Aula, aun siendo esencialmente militar, es igualmente cultural. Aquí se imparten materias de interés lo mismo para militares que para civiles. Y aunque lo “militar” y lo “civil” son conceptos distintos y autónomos que cada uno debe de enmarcarse dentro de la esfera que le es propia, la tradición militar es fiel mantenedora de virtudes morales y de valores éticos que también lo son de todas las personas honestas y de bien. Esos valores forman ya parte del acervo castrense y de sus viejas tradiciones. Hasta en las Reales Ordenanzas Militares vienen recogidos, Así, su artículo 15, dispone: “Las Fuerzas Armadas darán primacía a los valores morales que, enraizados en nuestra secular tradición, responden a una profunda exigencia de la que sus miembros harán norma de vida”. Y, asumir valores éticos y morales como norma de vida, eso forma parte de la dignidad de las personas honestas, sean civiles o militares.
Pero no sólo se aprenden aquí valores que pueden interesar a los ciudadanos civiles, porque también a los militares pueden serles muy útiles ciertos valores que están más enraizados en la sociedad civil, y cuya relación con ellos, les puede ayudar a conocer más la misma sociedad, a sentirse más integrados en ella y a que sean los militares más conocidos y mejor valorados por la propia sociedad de la que proceden y a la que sirven. Aristóteles decía que: “Todos los seres humanos somos sociales por propia naturaleza”. Y los militares son personas iguales que las demás, que sienten, se relacionan y necesitan vivir en sociedad. El premio Cervantes, Raúl Roa Bastos, lo dice: “La carrera de las armas, no hace diferentes al ciudadano-soldado y al ciudadano-civil; excepto en sus deberes y funciones”. Y esto último encuentra su razón de ser en que sin disciplina no puede existir ningún ejército.
Pues, partiendo de esa premisa de la mutua relación que creo debe darse entre civiles y militares, en este Aula cultural lo mismo han disertado jefes militares, catedráticos, diplomáticos, filósofos, historiadores, arqueólogos, juristas, poetas, y hasta muy dignos guitarristas y “cantaores” de flamenco. Por eso en este foro lo mismo se respira aire puro de auténtico saber académico, que brisa fresca artística que alegra los sentidos; porque el folklore también es arte y cultura popular de España. Y España, señoras y señores, es el patrimonio común de todos los españoles y la herencia más rica que hemos recibido de nuestros antepasados. Por eso, todas las materias que aquí se imparten, sean de carácter civil o militar, tienen como denominador común servir a la noble tarea y hermosa finalidad de crear un sano ambiente cultural en las distintas ramas del saber entre civiles y militares.
La cultura, ni es civil ni militar. Una persona culta, lo es lo mismo sin uniforme que con él. Y tener cultura es uno de los mayores bienes que se pueden atesorar: Reduce distancias, elimina barreras, remueve obstáculos y pone más cerca ilusiones y anhelos. Con la cultura, es como más y mejor se realizan las personas, las sociedades y los pueblos, como la vida se hace más igual, más libre y más justa. Decía Santo Tomás de Aquino, que: “Entre todos los trabajos, el estudio de la sabiduría es el más perfecto, el más sublime, el más útil y el más agradable”. Y yo veo en este Aula, un claro exponente de que también los militares están en vanguardia de los avances culturales. Lo percibo en la Universidad a Distancia, donde imparto clases de Derecho en mi condición de Profesor-tutor, en cuyo Centro de Ceuta muchos militares cursan la Licenciatura en Derecho. Y ese interés militar por la cultura es muy beneficioso tanto para el Ejército como para la sociedad. Lo dijo Ortega y Gasset: “El grado de cultura y perfección de su ejército, mide con pasmosa exactitud la moralidad y la virtualidad de una nación”.
Señoras y señores, a través del discurso orteguiano, he pretendio resaltar la importancia que tiene la cultura, y también el hermanamiento entre los intelectuales civiles y militares. Lo veo también reflejado en la “Generación del 98”, donde al lado de civiles de la talla cultural de Unamuno, Maeztu, Pío Baroja, Valle Inclán, etc, también fueron coetáneos suyos con la pluma escritores militares como Ibáñez Marín, Burguete, Berenguer, Fanjul, y otros.
Creo que el mérito de estos escritores militares está en que supieron utilizar su pluma con la misma dignidad y templanza que, como decían los caballeros medievales sobre el uso de la espada, que: ”Jamás debía desenfundarse sin razón, pero nunca envainarla sin honor” (Continuará).