Un arte de pesca tan ancestral y sostenible como la Almadraba constituye un patrimonio cultural digno de conservación y admiración. En épocas pasadas las almadrabas de Ceuta proveían un buen número de puestos de trabajo de temporada y, por lo tanto, contribuían al mantenimiento de una siempre difícil economía en un territorio problemático para las transacciones comerciales. Muchas fábricas de conserva de pescado se han nutrido de las capturas de túnidos con las que enlatar el delicado manjar marino de tanto reconocimiento, por no hablar de las series especiales de conservas que se creaban para determinadas ocasiones y paladares más finos. Todavía éramos niños cuando comenzó el declive del sector conservero y las almadrabas ya comenzaban a notar la falta de capturas de atunes, no obstante los barcos y sus tripulaciones todavía se obstinaban en seguir saliendo a faenar para conseguir el preciado pescado, el declive había comenzado y ya no pararía hasta nuestros días, en los que el sector pesquero profesional está prácticamente acabado. Por todo ello, y por muchos más motivos, entre ellos la identidad como pueblo y el simple sentido común, necesitamos un profundo estudio pesquero que analice la realidad de lo que todavía queda del sector y que, junto con una deseable ordenación de los recursos marinos, pueda ofrecer algunas salidas a los pescadores artesanales a los que todavía les quedan ilusiones y ganas de emprender. El estudio tiene que hacerse, pero todavía pasará algún tiempo más sin que tengamos el necesario documento, clave a la hora de tomar decisiones que orienten nuestros pasos en un ámbito que necesitamos para reconocernos a nosotros mismos como pueblo.
El mar y la pesca son señas identitarias de los caballas a las que, a pesar del desdén administrativo hacia el mar, no podemos dejar de aclamar como propias. Este playeo hortera de nuevo cuño embanderado de azul y sin ningún futuro turístico (el sector del turismo simplemente continúa sin enfocarse adecuadamente) no puede sustituir al esplendor de las actividades pesqueras artesanales y su enorme acervo cultural. El sector pesquero necesita la atención necesaria para dejar de ser una especie de actividad marginal en una ciudad dónde vivió tan importante desarrollo socioeconómico. Varias familias hicieron negocio en la industria pesquera y algunos empezaron en un simple barracón en la barriada de la Almadraba sin más patrimonio que su tesón, buen hacer y una enorme capacidad productiva. Antaño estaba todo por hacer y se fue estableciendo una actividad pesquera moderna a la manera que hace las cosas el ser humano, con poca planificación y mucha improvisación, sin contextualizar ni atender a la escasez de los propios recursos marinos ni mucho menos a la interrelación de los recursos pesqueros y las áreas geográficas. Claro que también los mercados marcaron la pauta y promovieron el saqueo de los recursos marinos, proceso del que estamos siendo testigos en el albor de este nuevo siglo. Hubieron muchos errores de bulto en todo el proceso que llevó a la industrialización conservera de Ceuta y sobre todo mucha codicia y depredación, pero también mucha ilusión y ganas de que Ceuta progresara en el contexto nacional y su nombre volviera a resonar no como una marcha militar, sino a golpe de salve marinera.
Ahora son tiempos dónde hay tanta ausencia de talentos que necesitamos por lo menos el concurso del trabajo dedicado para obtener los buenos resultados que nos lleve a algún lugar común en el que podamos mirar a la cara a nuestra identidad marinera sin vergüenza. Debemos invertir algo de tiempo y recursos en realizar ese esfuerzo para redactar el plan que necesitamos que oriente o reoriente, ordene, equilibre, ayude y sanee unas actividades que merecen todo nuestro respeto y admiración. Habrá que hacer limpieza y desenmascarar a los falsos pescadores, pero también atender a los que llevan tan adentro el mar que no quieren ni pueden por pura fisiología marinera dedicarse a otra cosa, dios los bendiga por ello.
Ahora parece que en tiempos de crisis las almadrabas ceutíes desean volver a rearmarse y calar sus artes por doquier sin percatarse de que ya las mentalidades han cambiado y que todo ha transcurrido muy deprisa desde los tiempos de los atunes. El medio marino se enfoca de diferente manera y ya nuestro litoral es reconocido por valores naturales que no están relacionados con la extracción de recursos sino con la conservación de las especies y los hábitats. Las especies que, como la tortuga marina hace unas décadas, se vendían en el mercado de abastos ahora son animales protegidísimos y lo mismo podemos decir de los delfines y los demás cetáceos. Gracias a la colaboración de la Delegación del Gobierno de Ceuta se han concedido dos concesiones para montar almadrabas en Ceuta y también merced a la intervención de esta misma institución se nos ha facilitado los contactos con las empresas beneficiarias para que podamos poner en marcha un sencillo plan de control ambiental que minimice los impactos provocados por el montaje de las redes. En estos momentos, la almadraba más cercana a la zona de Fuentecaballos ya ha consensuado con nuestra asociación un sencillo plan de vigilancia que se ha saldado con el rescate de tres tortugas marinas y dos cetáceos, que pudieron escapar de una muerte segura si no se hubiera puesto en marcha esta vigilancia coordinada. Todos los datos que se están recogiendo en esta almadraba por un equipo humano coordinado por nuestra asociación irán a incrementar los datos sobre estas especies en nuestro litoral y, por supuesto, también redundarán en la propia administración autonómica. Desde luego, para nosotros las almadrabas tienen un valor patrimonial y socioeconómico incuestionable y, más pronto que tarde, deberíamos hacer más entre todos por darlas a conocer y para que se utilicen más y mejor como bien turístico. Nosotros estamos dispuestos a elaborar una especie de manual de las almadrabas sostenibles de Ceuta. Pero todo ello se tendrá que enfocar desde la perspectiva de la sostenibilidad de la propia actividad pesquera, minimizando los impactos y colaborando activamente en el rescate de animales atrapados y en la toma de datos de interés científico que ayuden en las actividades de conservación. Por ello, los retrasos que estamos soportando para poder reunirnos con otra de las almadrabas y poner en marcha nuestro plan no son un buen indicio sobre las intenciones de colaboración. No obstante, debe quedar claro que no deseamos nada a cambio por nuestro trabajo, sino justamente la colaboración de los demás a través de la salvaguarda del medio marino y de la toma de datos. Sin embargo, esto no será óbice para que actuemos con toda la contundencia si vemos que la administración finalmente por las razones que sean se ven impotentes para convocar la citada reunión que nos permita avanzar en nuestro cometido. Estamos, por tanto, dispuestos a ayudar a nuestras almadrabas siempre que se ayuden ellas mismas e impere el respeto que los nuevos tiempos y las perspectivas ambientales les están solicitando. Hasta que se desarrolle el plan de ordenación mencionado al principio de nuestro artículo estamos dispuestos a prestar nuestro apoyo, que siempre estará de manera interesada inclinado hacia la causa de la conservación (esta es una de nuestras obligaciones como asociación) pero también con el firme compromiso de ayudar a hacer más sostenible y por lo tanto más moral a una actividad que forma parte de nuestras señas de identidad como pueblo.
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