Los ladrones van a la oficina

Si no recuerdan aquella jovencita tímida y tierna que nos hablaba desde los Telediarios, no podrán percibir el maquillaje político que la ha llevado a convertirse en alguien que preside Fundaciones por obra y gracia de una institución llamada Monarquía.

Europa se ha quedado con los ojos como platos con el tema la millonada que se han gastado en unos trenes modernos de alta velocidad que, cuando van a ser estrenados, no caben por los túneles. Al parecer la pasta venía de los fondos europeos que se disponen para que los países miembros con más posibilidades puedan ir tirando del tren de los otros países, nunca mejor dicho.

Fue un simple error de cálculo; tampoco tiene tanta importancia el pequeño detalle. Me he acordado de una canción infantil de los años de Maricastaña: “pío, pío, que yo no he sido”. Eso sí, durante los años venideros hasta que los siguientes nuevos trenes quepan por la boca del túnel, el pasaje será gratis; una deferencia del Estado español ,que somos todos, incluso usted que estará leyendo atónito este artículo.

Recuerdo los tebeos de Pepe Gotera y Otilio (chapuzas a domicilio); terminaban tirando una casa para arreglar una tubería o quemando un edificio al intentar reparar la cocina.

Válgame Dios bendito, cómo somos, cómo son los que administran la hacienda común que hacen de su capa un sayo a la hora de rendir cuentas.

No llegó la sangre al río de los ministros del ramo. Dimitieron al presidente de Renfe y a un alto cargo del Gobierno y se corrió un tupido velo para olvidar la zapitiesta.

La comisión europea dice: “las cuentas están claras aunque no parece muy claro dónde va a parar el dinero definitivamente”.

Y así, podríamos elaborar una caterva de despropósitos: Universidades sin alumnos, aeropuertos que no se utilizan, aparatos en hospitales sin usar, autopistas resquebrajadas a las primeras de cambio, edificios públicos infrautilizados, goteras, humedades, desconchones en las paredes en obras que no han sido estrenadas. Algún día botarán un barco y con el golpe del bautizo de la botella de champagne se irá a pique.

"Llueven millones a nuestra Ciudad, pero la lluvia no cae en todos los sitios"

De Ceuta qué decir: El parque de Santa Catalina más seco que un palo, el firme de las calles levantado cada dos por tres, monumentos olvidados por el Gobierno de la Ciudad, flores que se quitan un día y se ponen al día siguiente, aceras que resbalan como pista de patinaje, edificios históricos habitados por ratas, ratones, cucarachas, serpientes y dinosaurios, algunos planes de empleo que causan el sonrojo de la población, farolas que cuestan un Potosí, escombros que alguien olvidó en medio del monte y no hay dinero para limpiarlos y asesores, muchos asesores para asesorarse unos a otros.

Nos llueven millones a nuestra Ciudad pero la lluvia no cae en todos los sitios.

No estaría mal elaborar un documento en el portal de transparencia en que quedaran reflejados: Sueldos, partidas, gastos hasta el último céntimo de euro, inversiones, empresas adjudicatarias, deudas, intereses de demora, millonadas que emplea el consistorio con los ceutíes que se han roto la crisma por los resbalones, coste de saraos organizados por el municipio...

Lo mismo nos quedaría algo para la clínica de radioterapia, para darle una patada en el culo a la empresa  “Hércules” y otra patada a los que la eligieron. Esa patada en el pompis podría ser un aviso a los manirrotos y trileros que son capaces de dejar a los trabajadores rezando para que les paguen las nóminas que les deben.

Mangantes, ladrones de guante blanco, trileros, mordidas, personas que quitan multas a todos los multados que tengan un tío, primo, padre, amigo, hermano, sobrino o abuelo trabajando en el consistorio.

Eso sí, la banca no devolverá nada de los miles de millones de euros que les prestamos. No todos somos bien recibidos en la cueva de Alibabá.