Era lo más esperado para la familia popular. La visita de Mariano Rajoy se había preparado con esmero, después de que su presencia se cayerá de la agenda con motivo de los diez años de Juan Vivas. Ahora tocaba y se cumplió con lo previsto. Y aquí ha terminado la historia, porque tampoco se puede contar más. El presidente nacional del PP cumplió con el discurso esperado. Azuzó a Zapatero dándole donde más le debe doler: el empleo. Y es que ante los desastrosos datos económicos pocas excusas,o más bien ninguna, nos puede presentar el PSOE. Y eso, como no, lo aprovecha hasta las últimas consecuencias el Partido Popular. Por eso don Mariano lo tuvo fácil. A nada que soltara eso de ‘Ceuta española’ para tocar la fibra sensible al estilo Perejil, a nada que metiera los dedos en la política económica y a nada que le hiciera algún que otro guiñoal presidente Vivas, tenía el trabajo resuelto. Y esque Ceuta no es plaza que le cree problemas al Partido Popular,por eso tampoco resulta tan complicado presentarse ante unos simpatizantes, militantes y curiosos que están entregados a la causa.
Don Mariano no tuvo que echar mano de la anécdota del transistor, ni tampoco tuvo que mencionar Marruecos, ni Perejil, ni aludir a la integridad española... para qué, el pescado estaba más que vendido y eso se notaba. El entreguismo iba más allá de la siempre agradecida banderita de Sahabito y hasta los cadáveres políticos del PP resucitaban y se afanaban en darse más golpes en el pecho que los demás. Y es que todo tiene un nombre, y éste se llama elecciones, 22-M, futuro, garantías y demás. Por eso que a nadie nos extrañe que haya quienes se rían, asientan o leviten ante frases que en cualquier otro momento no tendrían mayor sentido, porque lo que se juega es mucho. Fíjense qué caras están ya las habichuelas, como para andarse con tonterías.