Opinión

La visita de la ministra de Medio Ambiente

Esta semana ha visitado Ceuta la Ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Lo ha hecho para firmar dos convenios de colaboración en materia de gestión del ciclo integral del agua y de costas. Su contenido es, ciertamente, escaso. Ya no estamos en los tiempos en los que los Ministros llegan a Ceuta con la cartera llena de proyectos y de mucho dinero. Lo más que hacen es firmar un par de acuerdos de poca enjundia y darse una vuelta por alguna de las instalaciones relacionadas con sus competencias ministeriales. A estos paseos son a los que saca un mayor provecho político el Sr. Vivas. No hay nada como hacer una foto con un ministro o ministra para demostrar la supuesta preocupación del gobierno de España sobre los problemas que afecta a Ceuta y a sus habitantes. En sus coches oficiales les llevan de aquí para allá por las calles mejor conservadas o se dan una vuelta andando por el Paseo del Revellín. Hay que vender una imagen positiva de la ciudad, aunque tal estampa nada tenga que ver con la realidad.

Vivimos en un mundo ficticio creado por la publicidad y los medios de comunicación. En este realidad paralela nos acomodamos para evitar el sufrimiento que sentimos al asumir la verdad. Los integrantes del complejo del poder han hecho de la mentira su modus vivendi. Les incomoda muchísimo enfrentarse a la verdad y siente especial tiria por aquellos que osan poner en cuestión su mundo idealizado. La sinceridad es la virtud menos apreciada en la política. Todo en ella es fingimiento, espectáculo y ganas de ganarse al ingenuo auditorio. Tras un escenario de cartón piedra construido a base de mentiras repetidas hasta la saciedad se esconde, en el caso de Ceuta, una ciudad amenazada por graves problemas ambientales, económicos, sociales e identitarios.

Estamos seguros que a la Ministra no le habrán contado los planes de depredación del territorio que contiene el futuro PGOU de Ceuta. O puede que sí los conozca y esté colaborando de manera activa para desbloquear las operaciones de mayor “calado” económico. Tampoco sabemos si le habrán hablado a la Ministra de los importantes incendios forestales que han sufrido nuestros montes en los últimos años ni del compromiso, todavía no cumplido, de su compañera del Consejo de Ministros, la Sra. Cospedal, de reforestar la zona quemada por una imprudencia de los militares ¿Le habrá recordado la Sra. Tejerina al Sr. Vivas y al Consejero de Medio Ambiente que llevan varios años de retraso en la presentación de los perceptivos planes de ordenación y gestión de los espacios naturales ceutíes integrados en la Red Natura 2000? ¿Se habrá interesado la Sr. Ministra por el expediente de sanción a CEPSA por los continuos vertidos de fuel en el litoral de Ceuta durante más de un año? Igual ha tenido más suerte que nosotros y que la Oficina del Defensor del Pueblo y ha podido acceder a un expediente mejor custodiado que los Archivos Secretos del Vaticano.

¿Y del plan integral de gestión de residuos de Ceuta que la Unión Europa ha reclamado? ¿Habrán hablado el Sr. Vivas y la Sra. Ministra? Supongo que toda la preocupación del Sr.Vivas en esta materia es que el gobierno central siga subvencionado el transporte de las basuras de Ceuta, en las condiciones que sea, a un vertedero ubicado en la Península. Una preocupación similar a la que tiene el gobierno local por el mantenimiento de la subvención a la producción del agua en la desalinizadora. Hay que tener mucha desfachatez para sacar pecho por la millonaria inversión en la ampliación de la planta desalinizadora que ha sido necesaria para compensar el escandaloso porcentaje de pérdidas en la red de agua potable. De cerca del 50% del agua que sale de la planta desalinizadora no se llega a recuperar su coste. Se pierde por el camino entre fugas en la red de distribución, tomas ilegales y facturas impagadas. En vez de solucionar estos problemas han optado por la solución más costosa desde el punto de vista ecológico y económico: incrementar, uno tras otro, el número de módulos en la desalinizadora. Ya vamos por el quinto. Desde este modo, damos de “comer” a las grandes empresas constructoras y, a lo mejor, alguno puede pegar un bocado al pastel.

Sin salirnos del ciclo integral del agua, uno de los temas claves del acuerdo firmado entre la Ciudad y el Ministerio de Medio Ambiente ha sido la transmisión a Ceuta de la explotación y mantenimiento de la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP). La situación de esta planta es demencial. Re quiere una remodelación integral y una actualización de los tratamientos que requiere el agua que llega a nuestras casas y bebemos cada día. Pero ahí llevan años y años de litigio entre ambas administraciones sobre quién debe acometer a esta fundamental intervención. Parece que, al final, se han puesto de acuerdo, pero desconocemos quién va a pagar la factura de la obra.

Otro asunto importante es el de la red de saneamiento. Hace algunos años, cuando todavía había dinero en las arcas públicas, los responsables de ACEMSA desembarcaron en Madrid con un plan director de saneamiento bajo el brazo. Se la prometían muy felices, pero a la tortilla política y económica se le dio la vuelta y quedó desparramada sobre el suelo. Este plan incluía un diagnóstico sincero y realista de la tercermundista situación de la red de captación y distribución de las aguas fecales. Desde entonces se han hecho algunas mejoras, pero aún quedan pendientes importantes actuaciones como la conexión de las aguas fecales de algunas barriadas densamente pobladas a la red de saneamiento o la ampliación del caudal del colector que, desde la rotonda del Poblado Marinero, conduce las aguas fecales a la estación de bombeo de San Amaro. ¿Sabrá algo de este plan la Ministra Tejerina?

Al Partido Popular le encanta tildar de populista a los partidos de la oposición, pero en materia de populismo no hay quien les gane. El Sr. Vivas está convencido de que teniendo la ciudad limpia y bonita, y las playas del centro arregladitas todo está hecho para ganar las elecciones. Y puede que lleve razón. Es en lo único en lo que fija la mayor parte de la población, sobre todo sus votantes. Pero, desde nuestro punto, un buen político es el que, dejando al margen los intereses electorales y la ansiosa búsqueda del favor popular, acomete aquellas políticas y actuaciones tendentes al mantenimiento y mejora del patrimonio natural y cultural, así como emprende aquellas acciones que garantizan la calidad de vida de los habitantes humanos y no humanos de su localidad, región o país.

La protección y conservación del patrimonio natural, terrestre y marino de Ceuta debería ser la prioridad absoluta del Ministerio de Medio Ambiente y de la consejería autonómica del mismo ramo en nuestra ciudad, pero por desgracia esto no es lo que sucede ni lo que hemos visto en la reciente visita de la Ministra Tejerina a Ceuta. No se ha hablado, como hemos comentado con anterioridad, de los planes de gestión de las zonas naturales protegidas de Ceuta, ni de la reforestación de las zonas quemadas ni del estado de degradación ambiental del Monte Hacho, tampoco se ha hablado del grave problema de las especies invasoras que se han hecho con los montes y fondos marinos de Ceuta. Su propio Ministerio ha financiado un proyecto de estudio de las algas invasoras en el litoral ceutí, pero no ha hecho ni una sola mención a un problema ecológico que tiene muy preocupados a la comunidad científica y a los conservacionistas. La única inquietud que le suscita estas algas al Sr. Vivas son las quejas de los bañistas que en verano se encuentran las ribazones de algas en sus habituales zonas de baño. Bueno, esto ya ha dejado de preocuparle desde que ha entrado en el accionariado de la empresa pública Tragsa. Ahora cuenta con la suficiente mano de obra para acabar con la parte visible de este problema ecológico.

Dice un refrán español que “no hay más ciego que el que no quiere ver”. Desde luego, sin por algo se caracterizan quienes dirigen los designios de esta ciudad es por su ceguera sensitiva, intelectual y moral. No quiere ver, ni mucho reconocer, que esta ciudad vive inmersa en una profunda crisis multidimensional que abarca la esfera ambiental, económica, social y cultural. La degradación ecológica del entorno natural de Ceuta avanza a pasos agigantados, sin que las denuncias de colectivos ciudadanos y personas anónimas o conocidas consigan abrir los ojos de las autoridades sobre los graves problemas ambientales a los que nos enfrentamos.

Para despertarlos necesitan una continua inmersión en el manantial de la verdad que emana de las, para algunos, inalcanzables cumbres del pensamiento crítico. Hoy, más que nunca, necesitamos que la ética acompañe a la política y le indique el camino a aquellos que han dejado de ver la realidad. Pero, por encima de todo, lo que demanda estos tiempos es el despertar cívico de la ciudadanía, hasta ahora silenciosa y silenciada.

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