Estamos afrontando un nuevo proyecto que analice y diagnostique la situación de nuestro territorio, realizando un ejercicio, tanto retrospectivo que recave información histórica de los momentos decisivos que afectaron significativamente al paisaje ceutí, como proyectivo hacia el futuro, y siempre con la finalidad, en ningún caso mesiánica, de enfocar las verdaderas posibilidades que el cuerpo civil tiene para recuperar un protagonismo perdido en relación a su territorio. A pesar del adormecimiento de la sociedad caballa esta no ha estado ajena a ciertas reacciones cívicas para salvaguardar su territorio, la multitud de firmantes de nuestro manifiesto en defensa del Monte Hacho atestiguan que cuando el territorio que se considera común peligra entonces hasta las sociedades más conformistas y desafectas pueden reaccionar. Parece que el sabio escocés, Patrick Geddes ya creía en el pensamiento en red antes de que fuera harto evidente para muchos ámbitos de la intelectualidad de nuestros días y llegar incluso a popularizarse a través de nuestros medios de comunicación de masas. La necesaria y vitalizante puesta en común del pensamiento instruido, desde diferentes ámbitos, fue un concepto ya avanzado en el ideario de Geddes, pero todavía de una forma mucho mayor latía su interés por el ciudadano. Entendió que la construcción territorial era algo que no se podía planificar en la soledad de las atalayas intelectuales sino que debe contar con el saludable auxilio de la participación ciudadana. Como diría José Antonio Marina en su ensayo sobre el estilo de las sociedades la inteligencia compartida (en red) es uno de nuestros mejores logros como seres humanos. Este concepto pregona no solo el aprovechamiento de las interacciones entre neuronas pensantes que ponen en común experiencias y conocimientos, sino que también tendrán que tenerse en cuenta las interacciones entre redes de pensamiento, todo lo amplias que se desee imaginar. Sin embargo, los seres humanos somos muy jóvenes como especie biológica y social lo cual nos obliga a aprender enormemente de nuestro entorno y sobre todo de otras especies sociales complejas pero más eficientes y exitosas en su actuación grupal. De la misma manera que la observación abnegada propició la conquista de los sistemas biológicos, no debemos olvidar que esto se produjo gracias a una enorme labor de intelectos anónimos que desde el abismo del tiempo nos indican el camino correcto. Este no es otro que la interacción, la cooperación y el reparto generoso de conocimientos entre todos para llegar a un estado social superior: “la mente compuesta” que cita Geddes.
La idea general que está inspirando nuestra iniciativa está relacionada con el concepto de paisaje y su evolución desde la antigüedad hasta nuestros días, atreviéndonos a realizar incluso una proyección más equilibrada de los diferentes usos territoriales que nos aporten a todos nuevas posibilidades de solucionar los problemas a los que nuestro reducido territorio se enfrenta. A través de esta propuesta teórica de partida trataremos de incorporar toda la experiencia acumulada a lo largo de nuestras modestas investigaciones sobre los usos y abusos de los recursos, construyendo un conjunto de planos que a través de las capas vaya marcando los aspectos esenciales de la planificación territorial.
Está claro que nuestra perspectiva está embebida de sostenibilidad y se aleja de otras visiones autodestructivas (perversiones quizá en la forma de pensamiento munfordiana) y lesivas que presentan al territorio y a los recursos como algo que debe de continuar utilizándose hasta su completa desaparición o brutal transformación. El reto no es algo fácil y el resultado podría ser incompleto, no obstante creemos que merece la pena el intento de completar una visión del territorio ceutí con la incorporación de todas las perversiones que a través del tiempo lo han mermado pero también destacando los valores que todavía nos contemplan aunque estos se presenten ante nosotros con ojos lacónicos. La contrapartida mayor a la que nos enfrentamos es la “lógica del mercado” y las teorías económicas neoliberales que pretenden continuar con una liberación amplia de los bienes y recursos. Esta contingencia estaba quizá ajena al pausado mundo en el que se desenvolvía Geddes pero en cambio en nuestro contexto histórico esta forma de alienación de la realidad planetaria y de los seres humanos está en su máximo apogeo. En nuestra ciudad por desgracia las mentalidades economicistas continúan viendo en la dilapidación del territorio y de los recursos una forma moralmente aceptable de sostener la economía y los puestos de trabajo.
Por nuestra parte, y aunque constituya un hecho algo extemporáneo, deseamos culminar este proyecto con la realización de una exposición de intenciones que, a modo de las “exposiciones cívicas” impulsadas por el filántropo escocés, pueda dar a conocer una interpretación de la realidad territorial ceutí bien distinta a como la burocracia y los intereses económicos están acostumbrados a presentar ante los ciudadanos.