Hace muy pocos días aumentó el número de personas que se ve obligada a pedir unas monedas, en plena calle, para poder comer. Es así de dura la cuestión; hay gente que pasa hambre y con ella toda su familia. No hace falta consultar datos estadísticos pues la calle muestra, de forma directa, esa realidad.
El análisis de las causas y de la evolución de esa triste situación, a lo largo del tiempo, podrá dar resultados más o menos optimistas para un futuro próximo, coincidente con el buen tiempo y el atractivo de las vacaciones, para gente pudiente de diversos países que puedan visitarnos, pero es pan para unos días, no es solución para las vidas de quienes ahora pasan hambre. Ellos y sus familias, no lo olvidemos.
Resulta sumamente triste que muchas familias españolas no puedan tener, en el horizonte de sus vidas, algo que pueda suponer una ilusión, aunque sea pequeña; algo que les haga pensar en la bondad de la vida y de las gentes. ¿Qué hacemos, unos y otros, para que desaparezca esa situación tan lamentable y dura para gente de todas las edades?
Hay criaturas que no saben lo que es una cuna llena de alegría; jóvenes que no pueden disfrutar de una educación que les posibilite desarrollar una actividad de nivel superior; personas mayores que sufren el peso de la responsabilidad sin poder atenderla adecuadamente; ancianos que sólo pueden ver una estela de desgracias a lo largo de sus vidas que ya se acercan al final. ¿Seguirá todo así?
Hay quienes tienen su vista puesta en esas curvas que señalan, día a día, la evolución de la crisis de la economía. Unos las entienden mejor que otros, pero todos sufrimos las consecuencias que, por ahora, se mantienen muy gravosas y con pocos signos de mejoría.
Esas curvas tienen influencia directa sobre lo que antes se ha dicho: sobre la situación del paro y de sus consecuencias sobre la calidad de vida de mucha gente.
Los que menos entienden de lo que actúa directamente sobre esas curvas, atienden lo que dicen quienes tienen la obligación - por su condición de gobernantes - de prevenir las amenazas y tomar las medidas adecuadas para afrontarlas con éxito, pero por ahora no se puede decir que hayan tenido éxito en esa misión.
Hay quienes dicen que las amenazas resultaron ser muy graves y de muy difícil contención. Otros creen que no estaban preparados para esas amenazas, en las que ni siquiera creían, y que siguen sin haber aprendido nada a pesar de lo que ha caído hasta ahora.
Sea como fuere, las consecuencias son, de una parte más gente en el paro y de otra un grave temor de lo que se avecina.
¿Resistirán nuestras estructuras económicas? ¿Podrá acometerse una reestructuración económica del país? ¿Hay gente suficientemente preparada para abordar, con garantía de éxito, esa difícil e importante labor? ¿Tiene alguien, de esa gente, la capacidad necesaria para hacer ver al país que es la persona capaz de tal misión; que no es un arribista sino persona de conciencia ajustada a la verdad en todo momento y ocasión?
En esas estamos; en una encrucijada en la que es necesario tomar decisiones de la mayor importancia. Mucha gente lo está pasando muy mal y necesita un cambio radical de la situación para que sus vidas y las de sus familias puedan discurrir en un ambiente digno y sereno.Zapatero ha sido incapaz de presentar un plan coherente sobre los temas fundamentales y con compromisos concretos en el tiempo”. En este sentido, Zapatero si va a presentar un plan que produzca unos resultados distintos a los generados por su actuación en los últimos años.
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