La vida o la muerte

Es una apuesta que se produce todos los días. Te puede salir bien o mal. Al estilo de una ruleta rusa los inmigrantes siguen buscando vías para escapar de Ceuta. Las mafias les prometieron que ya no había más muros. Pero era una burda mentira. Pasan los días, se suceden los meses y los sin papeles ven que nunca suenan sus nombres, a través de los altavoces del CETI, para anunciarles que les toca salir a la península. Más bien todo lo contrario. Cualquier madrugada puede ser la elegida por la Policía Nacional para detenerles y llevárselos a su país.

Esta situación provoca que se busquen las escapadas, sea cual sea el riesgo. Paul Charles Nlend murió aplastado, en diciembre de 2010, por un camión lleno de basuras. Kane Samasse, un año antes, desangrado en la valla por culpa de las concertinas que los eurodiputados ya ordenaron retirar en 2005 tras la crisis de las vallas. Hace unos días le tocó el turno al senegalés Aliou Sarr. Su cuerpo fue encontrado flotando en el Muelle 4 del puerto. El testimonio de otro subsahariano, compañero en esos intentos a la desesperada que ahora se producen para colarse en los barcos fue clave para saber de su identidad, de su origen, de su edad: 26 años, y de su paso por el CETI. Su cadáver fue encontrado muy deteriorado, por lo que se presume que habría fallecido al menos hace un par de semanas. Coincide, cotejando el archivo policial, con el rescate de un subsahariano que se precipitó al agua al intentar, de noche, colarse en un barco. La Benemérita lo rescató, pero en ese momento nada se dijo de que otro sin papeles hubiera intentado hacer lo mismo. Ahora, con la aparición de Aliou se teme que aquella noche no era un intento de pase aislado.
Desde la mañana de ayer, la galería de Santiago Apóstol, su patio número 1 y el nicho marcado con las cifras 196 acogen el cuerpo de este joven. El padre José Manuel fue el encargado de rezar por él, flanqueado por los trabajadores de la Funeraria Curado y los empleados del cementerio. Sus rezos fueron los que sirvieron para dar una despedida digna al hijo, hermano y amigo que ya no está. “Que Cristo te acoja en el paraíso, que te cuente entre sus ovejas”, rezó el sacerdote. El descanse en paz y los deseos de una futura resurrección fueron las últimas palabras que se escucharon en un vacío Santa Catalina antes de que el ataud con el cuerpo de Aliou entrara en el nicho y fuera tapado para siempre con una fría placa de cemento. A su lado otros nichos de otros inmigrantes muertos. Algunos identificados, otros desconocidos... también el de una niña y su hermana mayor, cuyos cuerpos fueron encontrados en 2009 tras un terrible naufragio cerca de Perejil.
Los fallecidos en este tipo de muertes suman casi cien, encarnando esa historia negra de una inmigración que no cesa porque siempre tiene protagonistas dispuestos a darle vida, tomando como escenario de parada en el camino a Ceuta.
En el caso de Aliou se trataba de uno de esos inmigrantes que opta por vivir fuera del campamento. Eso es lo que dicen quienes le conocían, que no cumplía con el perfil de inmigrante que está integrado en las actividades propias del CETI. Por esa salida optan muchos de los subsaharianos que llegan a Ceuta. Su vida se resume en el ir y venir al puerto y en las estancias más duraderas en las chabolas y casetas que construyen en los montes, de las que ayer informó este medio. Sobre ese tipo de población el control es menos exhaustivo. Y en ese grupo de incluía Aliou. Como él son muchos, cada vez mayor número, de subsaharianos que buscan una salida rápida de Ceuta y encuentran en la ‘tierra de los camiones’, como ellos mismos la han bautizado, su manera de escape. Hay personas que sólo llevan unos meses o incluso semanas en Ceuta y ya buscan aprender de los antiguos para escapar.
La Policía señala que su misión se traduce a la realización de controles, pero que no se puede impedir el tránsito de los subsaharianos por la ciudad ni se les puede obligar a permanecer en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, en donde las bajas se cuentan diariamente y comprenden tanto a los que se han fugado a la península como a los que siguen, todavía en Ceuta, intentando emular a los que ya alcanzaron la meta. Entre quienes faltan a la cita en el campamento se encuentran también aquellos que, de esta forma, intentan impedir las detenciones policiales que se realizan dentro del campamento.

Las vías actuales de pase

En el puerto
Acoso a los camiones
Los controles ejercidos por las fuerzas de seguridad en el puerto, después de las continuas denuncias y la presión mediática, han provocado que se haya producido una disminución en los intentos de escapada asaltando los camiones. De hecho una ronda por el puerto ofrece callejones casi vacíos, que nada tienen que ver con los de hace unos meses cuando eran varios los inmigrantes que se reunían en grupos y se repartían las zonas en las que actuar para ocultarse en los vehículos que circulaban por Cañonero Dato en dirección al embarque.

En el muelle
A los barcos
Es ahora el sistema más repetido entre los inmigrantes. Sobre todo es por la noche cuando intentan trepar y colarse en los barcos ayudándose de las cuerdas que sirven para el amarre. Es una vía muy temeraria y que ha causado ya varias muertes. La última la de este senegalés cuyo cadáver fue encontrado hace unos días en el Muelle 4, en donde acostumbran a concentrarse ahora los inmigrantes.

En la planta
Entre residuos
La presión en torno a la planta de residuos del Hacho no es, ni por asomo, la que se produjo hace unos meses. Pero los intentos de pase se siguen produciendo. Los inmigrantes acostumbran, sobre todo, a buscar las horas nocturnas para introducirse en los vehículos, creyendo que así les será más fácil. No obstante, también de noche, sigue habiendo patrullas de seguridad en el entorno de la planta de transferencia.

En vehículos
Lo rutinario
Ya como parte de las intervenciones normales se cuentan las detecciones de vehículos en los que hay inmigrantes a los que se facilita la documentación o falsa o se les esconde en dobles fondos practicados al efecto.

La vigilancia en Marruecos ayuda a estabilizar las entradas

La vigilancia ejercida en ambas bahías por las fuerzas de seguridad marroquíes ha ayudado a estabilizar las entradas. Se aplica un protocolo ejercido, cada uno en su papel, por la Gendarmería y por el Servicio Marítimo. Así, siempre que a través de las cámaras térmicas se detecta el intento de entrada de embarcaciones playeras, se gira aviso al COS de Algeciras y se solicita la colaboración del enlace de la Gendarmería Real Marroquí.
El protocolo se traduce en la actuación de señalización que realiza la Benemérita para apuntar a Marruecos desde donde han sido divisadas las balsas. Luego las fuerzas vecinas son las que actúan interceptando esas embarcaciones. Así se produce diariamente, ya que las presiones ejercidas por quienes, desde el otro lado, buscan pasar a este son constantes.
Gracias a la efectividad del protocolo se ha conseguido estabilizar un número dentro del CETI, después de un verano en el que se vivieron sus cotas máximas de ocupación. Mientras, al margen del campamento oficial, surgen otros paralelos. Y no sólo en los montes del Jaral sino también en el puerto.
Las escolleras siguen cobijando a los magrebíes, generalmente argelinos, y también algún subsahariano que apuestan por intentar colarse en los barcos. La construcción de los muros en el puerto y la colocación de vallados ha hecho que los inmigrantes se concentren en unas zonas concretas del puerto desde donde intentan sus salidas.
Son las dos caras de la inmigración escenificadas en sus dos puertas: la de entrada -que permitió que este verano pasarán más de 500 inmigrantes en balsas y que ahora está blindada- y la de salida -la que buscan los inmigrantes intentando evitar así su prácticamente segura deportación y luchando para que las promesas de las mafias se cumplan-.