La entrada, ayer, de más de 400 inmigrantes vuelve a poner de manifiesto varios asuntos a los que, desde hace años, no se les ha dado solución. Ceuta vive en primera línea un fenómeno que es competencia de Europa y lo hace con unos recursos mínimos. ¿Acaso es normal que solo tres guardias civiles se encuentren en primera línea?, ¿se sabe en qué condiciones de personal y de recursos está trabajando la Guardia Civil?, ¿qué respuesta se espera dar en Ceuta ante una valla de la miseria?, ¿acaso Madrid tiene alguna solución a la forma en que se debe actuar ante situaciones como la vivida ayer, marcadas por la tragedia de cientos de personas que solo buscan escapar de las batidas que en los últimos días se han llevado a cabo en Marruecos, con detenciones masivas y traslado al desierto? Hay voces que ayer pedían soluciones, son los sonidos alocados de aquellos que demandan lo que no se puede dar, son los ruidos de quienes hablan por hablar ante un asunto que no se tiene que decidir sobre la valla sino en despachos más allá de Madrid. La coordinación de todas las áreas ha sido ejemplar para afrontar una entrada no esperada de 400 personas a las que se ha atendido, se ha curado y se ha acogido habilitando incluso, en horas, otro campamento alternativo en los terrenos de la Hípica. La visita del secretario de Estado de Seguridad ha sido clave para mostrar el apoyo del Gobierno central ante un asunto que desborda a la propia ciudad; su discurso, alejado de cargas radicales, fue el más acertado.