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Más de 200 subsaharianos intentaron cruzar a Ceuta. Lo hicieron tras ocultarse en la vaguada de Sidi Ibrahim, en donde el control de la Benemérita es casi imposible. 73 lograron pasar, 15 de ellos con cortes por concertinas. Tres guardias civiles resultaron lesionados
De nuevo la vaguada de la sorpresa. De nuevo el punto negro en donde la detección de cualquier movimiento por parte de las cámaras de seguridad resulta imposible. De nuevo Sidi Ibrahim y Berrocal. Ese fue el punto elegido por más de 200 inmigrantes que, la pasada madrugada, consiguieron aproximarse a la valla. Cuando la Guardia Civil los vio ya estaban prácticamente sobre la valla. Y una vez conseguido ese primer paso, deseado desde hacía meses por los cientos de subsaharianos que esperan al otro lado, comenzó el segundo, el de la dispersión.
Divididos en grupos corrieron por distintos lados, provocando que la Guardia Civil tuviera que hacer lo propio. Muchos de los inmigrantes habían logrado escalar la primera de las vallas y ya en zona intermedia empezaron a correr en distintas direcciones: unos por Sidi Ibrahim, otros por Berrocal, algunos hacia la zona de la ITV y el Biutz... Los 73 que lograron pasar a Ceuta lo hicieron reventando una de las puertas y saltando, trepando con lo puesto, dejándose la piel en la alambrada, haciéndolo con la mayor de las prisas para, tras cruzar las dos vallas emprender la carrera.
Y así, gritando, dejando sus ropas por el camino, incluso sus zapatos, corrieron hacia el Príncipe, pasaron por el Puente Quemadero y terminaron topándose con unidades de la Policía Local y Nacional en Caballería, a la altura del colegio Santa Amelia.
“Estaban preparados para saltar. No sabemos cuánto tiempo llevaban escondidos en la vaguada, pero no pudimos verlos hasta que saltaron, hasta que ya los teníamos encima”, explicaba in situ una voz autorizada del Instituto Armado. Los componentes de la Compañía y los GRS se distribuyeron por toda la línea perimetral para frenar los distintos grupos. Eran las 5.30 horas y se actuaba a contrarreloj, adaptándose a la realidad marcada por las cientos de personas que intentaban cruzar.
Cerca de la ITV los GRS pararon un amplio grupo de medio centenar, mientras, al otro lado de la valla, las fuerzas auxiliares marroquíes interceptaban a más, a muchos más, entre ellos menores. Al otro lado quedaban heridos, también entre las fuerzas marroquíes, cuyos agentes no habían ‘acertado’ a reparar la elevada presencia de personas en la zona de la vaguada, justo 24 horas después de otro intento de pase muy similar llevado a cabo en Melilla, con menos éxito que el de Ceuta.
De los 73 que pudieron pasar, 15 tuvieron que ser atendidos por el ERIE de Cruz Roja. Pero antes de la llegada de las ambulancias, fueron los propios policías nacionales y locales los que les prestaron asistencias básicas. Allí, parados, cerca ya del CETI, los había que mostraban su alegría al grito de boza, boza, pero también los que no podían aguantar el dolor y hasta lloraban de rabia por la sangre que brotaba de las heridas abiertas en brazos, piernas y manos. Rostros desencajados, mucha sangre... y un puñado de policías que buscaba vendas, pañuelos y lo que sirviera para empezar a tapar las consecuencias de las concertinas hasta la llegada de la Cruz Roja.
Vecinos de Juan Carlos I que se encontraban por el lugar o que habían bajado de sus casas alertados por las voces también atendían a los heridos. Sacaban botellas de agua, garrafas llenas y también intentaban ejercer de improvisados sanitarios.
Y mientras esta escena de auténtica tensión se registraba a la altura de Caballería, en el vallado la Guardia Civil seguía trabajando a destajo, con todos los agentes disponibles en distintos puntos de la valla. Tres resultaron heridos con contusiones provocadas por la contención ejercida sobre los inmigrantes. Los tres, con varios traumatismos, no revisten gravedad, según el Instituto Armado.
La Delegación del Gobierno informó en un comunicado que la forma de intento de entrada había sido violentando una de las puertas del perímetro fronterizo, provistos de cizallas y mazas.
Una vez ya controlados a todos los que habían entrado en Ceuta a la carrera, se procedió a discriminar los traslados. Al Hospital, los que estaban en peores condiciones porque requerían más puntos de sutura. Uno de ellos quedó ingresado. Al CETI, los que podían llegar por sus propios medios o, después de ser curados por el ERIE de Cruz Roja, estaban en condiciones de pasar al centro de acogida.
Así, en torno a las ocho de la mañana, las unidades de la UIP iban escoltando a los inmigrantes que emprendían camino hacia el Jaral. Allí, antes de entrar al campamento, fueron controlados por la Cruz Roja, para ir ocupando uno a uno los distintos espacios habilitados en el centro, que vuelve a registrar una ocupación de 600 personas, pero con capacidad para que todos se queden en sus módulos.
De este intento de entrada habló ayer en Algeciras el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, quien recordó que “estamos defendiendo las fronteras de la Unión Europea” y lamentó “que se produzcan ataques de esta forma, muy radical”. Subrayó que España “es solidaria en materia de inmigración, ha dado muestras de buscar esa solidaridad con todos los países en los que surge esta inmigración irregular y también en los países de tránsito”.
En Ceuta no hubo valoraciones más allá de las ofrecidas por el portavoz del Gobierno, Jacob Hachuel, quien destacó el trabajo llevado a cabo por las fuerzas de seguridad y se mostró tranquilo por el hecho de que no se hubieran producido desgracias mayores. Hizo hincapié en el carácter violento que se emplea por parte de algunos inmigrantes.
Tras la entrada de ayer las fuerzas de seguridad están en alerta al ser conocedoras de la cantidad de personas que esperan al otro lado de la valla para cruzar. Desde el pasado mes de febrero no se había registrado ninguna entrada por el perímetro, pero sí que se habían llevado a cabo intentos continuados. Las fuerzas marroquíes pararon la práctica mayoría de los acercamientos hasta ayer, cuando se registró esa acumulación de personas sin que fueran detectadas.
La famosa vaguada se ha convertido en un punto negro en seguridad, reconocido por el propio Ministerio de Interior que, de momento, ha buscado como soluciones la colocación prevista de cámaras a un nivel más elevado. Hasta llegar a ocultarse en este lugar los inmigrantes tienen que andar muchos kilómetros y permanecer ocultos hasta que acuerdan, todos unidos, intentar el cruce a este lado de la valla.
La pasada madrugada, la Guardia Civil contaba con los GRS disponibles, al no haber durante toda la semana porteo, por lo que se pudo contar con una mayor disponibilidad de efectivos.
En Marruecos la elevada presencia de inmigrantes y las condiciones en las que se encuentran para esperar el pase son extremas, lo que conduce a que intenten este tipo de entradas, todos unidos y haciendo un bloque. En estos accesos llevan las cizallas ya preparadas para cortar rápidamente el vallado o portan mazas con las que intentan romper las puertas. Ayer, además de violentar los sistemas de seguridad, los que consiguieron pasar treparon por el vallado lo que se tradujo en la gran cantidad de cortes que presentaban.
El centro de estancia temporal de inmigrantes se ha adaptado a la nueva realidad, comenzando ya a filiar a todos los recién llegados, comprobando su ficha y atendiendo según su estado a todos ellos.
En las entradas de ayer no se contó a mujer alguna. De hecho son muy escasas en número las que eligen el salto de la valla para cruzar a este lado.
Las fuerzas de seguridad permanecen activadas tanto para el control de fronteras como para la revisión de todos los puntos de la línea perimetral.