Tengo escritos artículos en El Faro, unos referidos a la lealtad que Ceuta tuvo hacia España, en virtud de la cual los antiguos portugueses de la ciudad quisieron libremente adquirir la nacionalidad española, y otros artículos referidos al apoyo, ayuda, hospitalidad y carta de naturaleza con que España les acogió y supo corresponder a aquellos portugueses deseosos de obtener la ciudadanía española, así como los motivos por los que ellos mismos la pidieron y se les concedió, habiendo sido el único territorio portugués que no permaneció al lado de Portugal cuando éste declaró su independencia. Y no es que se trate de modificar aquella recíproca convergencia y estado de mutua afinidad que por ambas partes se dio, sobre todo, a partir de que reinara Felipe II en ambos países. Pero uno siempre se había formado antes la opinión de que la conversión de aquellos portugueses a la Corona española fue voluntaria y libremente expresada en un plebiscito. Y, efectivamente, todo indica que fue en forma muy parecida, pero con ciertos matices, según la Historia de Ceuta-2000 y otros documentos hallados que acreditan de forma fehaciente que aquella adhesión a España ni fue por unanimidad del pueblo ni mediante plebiscito, ni del todo pacífica, sino más bien porque así lo quisieron las fuerzas vivas de la ciudad (nobleza y ejército), que eran más partidarias de la adhesión de aquellos antiguos ceutíes a la causa española; mientras que hubo otra minoría que abogó por seguir perteneciendo a Portugal. Y la Historia, según El Quijote, debe ser “fiel reflejo de la verdad”, lo que obliga a exponerla con la mayor objetividad posible, según los nuevos datos conocidos.
El rey español Felipe II, ya antes de reinar también en Portugal favoreció mucho a Ceuta, a la que envió bastantes abastecimiento, ayuda de todas clases con ocasión de la epidemia que la ciudad por entonces padeció y también ayuda militar para la defensa de la ciudad tras la gran derrota que las tropas portuguesas sufrieron en la batalla de Alcazarquivir, teniendo en cuenta la mayor proximidad que los ceutíes tenían con Andalucía en comparación con la lejanía que les separaba de Portugal. Esa ayuda hizo a los portugueses ceutíes granjearse la amistad y la confianza del que por entonces sólo era rey español. Pero, al ceñir también dicho monarca la corona de Portugal, tal ayuda y mutua afinidad se incrementaron, de manera que muchos ceutíes comenzaron a considerar el apoyo y la ayuda española bastante más seguro y eficaz que los que a duras penas les venían de la metrópoli portuguesa; lo que hizo nacer en Ceuta una fuerte corriente de partidarios de Felipe II, aun frente a la existencia todavía de partidarios de Portugal.
Ceuta seguía organizada tanto administrativa como políticamente conservando la anterior estructura portuguesa y estaba mandada por un Gobernador portugués, Francisco de Almeida, que, además, era afecto a la causa de Portugal en la conjura nobilaria que se hizo patente contra España encabezada por el duque de Braganza, descendiende directo del contrincante de Felipe II cuando se produjo la anexión de Portugal. Tal rebelión independentista antiespañola se produjo por el malestar general que supuso en el país lusitano su incorporación a España y, en particular, por las órdenes del conde-duque de Olivares exigiendo a los portugueses una mayor contribución en impuestos y fuerzas militares para hacer frente a la rebelión de Cataluña, que en un escrito decía: “Sáquense de aquel reino de Portugal para Castilla mucha suma de ducados y fuera, de muchos millones que montan donativos, impuestos, derechos de Casa de India y Alfandenga, medias anatas y otros servicios; se sacan también las rentas que están situadas para una armada que ande por todas aquellas costas y le alargue a los mares y esto por asiento de los mercaderes que voluntarios impusieros sobre sus haciendas un tanto para este efecto; sácase también lo situado para cuatro galeras que eran el remedio de las costas y que con ellas se alargaban los pescadores a entrar en el mar y los moros no se atrevían a andar como andaban agora que llegan a vista de Lisboa y todo esto que pudiera ser alivio de aquel reino y terror de los enemigos…”(Año 1639, BNM, Mss. 2370 fols 360 y 361r).
Aprovechando que las tropas españolas se hallaban en el frente catalán, en Portugal se rebelaron el 1-12-1640 reconociendo como rey a Juan IV. Al frente de Ceuta figuraban, además del Gobernador Almeida, el Visitador Bernardo Sampayo de Moráis, el Contador-Juez de la Real Hacienda, Gonzalo Correa Alcoforado, y el Escribano de las Cuentas Simón de Andrade da Franca. La mayoría de la nobleza estimó que la legitimidad real correspondía al rey español, al que dieron su adhesión que pueblo y ejército apoyaron. El Gobernador, en principio, mantuvo cierta actitud de ambigüedad. El 5-02-1641 fue nombrado primer Gobernador español el marqués Juan Fernández de Córdoba. Cesado Almeida, regresó a la corte por orden de Madrid, al tiempo que se le incoó juicio de residencia; pero el día 14, a petición de la ciudad el rey español concedió perdón general a quienes estuvieron del lado portugués, lo que acredita que no hubo pacífica unanimidad en Ceuta, sino que hubo oposición por parte de otro grupo de portugueses que militaban en partidos oponentes a la definitiva integración de Portugal con España.
El edicto de perdón, decía: “Yo el rey, hago saber a los que este edicto vieren que la ciudad de Ceuta me ha pedido que en consideración a la fidelidad y lealtad con que siempre han procedido los caballeros y moradores derramando su sangre y empleando sus vidas en mi servicio, mandara usar con ellos mi real clemencia concediéndoles perdón general de todas las culpas por las cuales está procediendo contra ellos el juez Bernardo de Sampayo de Moráis y que fuesen sueltos libremente sin pagar nada y que así se procediese con los castellanos que están presos por orden del Gobernador Francisco Almeida, y teniendo yo consideración y deseando hacerles la merced que por su lealtad merecen, tengo por bien y me place de conceder perdón general a los moradores de ella y que no se proceda contra ninguno de ellos ahora ni en tiempo alguno, porque así es mi voluntad y también quiero y mando que se suelten los presos y los castellanos por lo que mando a todos los ministros y oficiales que tengan conocimiento de éste, que lo cumplan y hagan cumplir sin duda, ni embargo, ni dilación alguna porque así lo tengo por mi servicio y este edicto valdrá, puesto que no ha pasado por la Cancillería y que su efecto tenga que durar más de un año a pesar de la disposición del libro segundo, títulos 39 y 40, que disponelo contrario,el cual se registrará en el libro de las cuentas de dicha ciudad”.
Otro indicio racional fundado de que tal oposición existió fue el hecho de que por parte de los portugueses partidarios de integrarse con España hubo necesidad de tomar el Palacio del Gobernador en el que se resistió a deponer su autoridad. Ahora bien, una vez cesado el Gobernador Almeida, la Cámara comunicó al rey, con fecha 7-12-1646 lo siguiente: “El Cabildo de Ceuta se limita a solicitar ayuda económica al rey español, habida cuenta de las pérdidas sufridas con motivo de la sublevación de Portugal, ayuda que Felipe IV se comprometió a otorgar, si bien, su promesa se encontraba aun incumplida en 1646; por las noticias que la Cámara tiene de la necesidad que pasa este Cabildo después de la sublevación portuguesa y por lo que conviene alertarle por las consecuencias de los demás y su mucha fidelidad, es de parecer la Cámara que siendo V. Md servicio, puede mandar se le cumpla con efecto la merced que V. Md. Le tiene hecha…” (AHN, Consejos, leg. 4430, exp. 123). El historiador M. Gordillo Osuna refiere que el Marqués de Medina Sidonia apoyó el golpe de Braganza y acabó sublevándose contra Felipe IV; lo que también apunta Dornellas. Sin embargo, en Ceuta se cosntituyó secretamente el partido llamado de los austrias que, según J. Martín Gutiérrez: “... conociendo la nobleza que su gobernador la callaba con astucia [la noticia de la rebelión en Lisboa], se combocó y juramentó en secreto (se transcribe el texto con la ortografía de aquella época) de permanecer constante en la obedienciaa ... y perder la vida antes que quebrantarla. Con esta heroica fiel resolución fueron al palacio del general. A. CORREA DE FRANCA, Historia de la mui noble..., p. 233. El gobernador nem acclamou D. Joao de Portugal, nem monifestou Filippe IV de Castella. Affonso DORNELLAS, Elementos para la Historia de Ceuta, Lisboa, Casa Portugueza, 1923, p. 166. Lo que indica que el Gobernador Almeida se resistió con los suyos y hubo necesidad de asaltar el Palacio.
Es más, incluso después de estar pacificada la situación de Ceuta por la general adhesión de todas las fuerzas de nobles y militares al rey español, hubo algunas relevantes personalidades de la Plaza que mostraron por escrito su descontento al rey Felipe IV. Así, Blas da Franca, daría por ello con sus huesos en prisión, junto a su suegro Gerardo Méndez de Fonseca y su cuñado Sebastián Rodríguez da Mota (del clan de los Correa de Guevara), porque, respecto al nuevo gobernador castellano, se quejaron al rei de algunas vejaciones y le capitularon de excesos tolerados en su mando. ... asegurando habían echo saber a Su Magestad los diferentes abusos que algunos particulares habían ejecutado en menoscabo de la Real Hacienda y que no los había contenido. Blas da Franca, era el que con más claridad y desembarazo hablaba”.
Con todo, la fidelidad de Ceuta a España fue tan general, tan categórica y tan contundente que la misma monarquía portuguesa que en 1640 tramó y consiguió hacerse independiente, en 1668 no tuvo más remedio que admitir en el Tratado de Paz de Liboa que “reconocía y respetaba definitivamente la realidad de Ceuta, a la que se había llegado por decisión voluntaria y comunitaria de la Plaza”. A lo que la entonces reina-madre española abundó sobre los ceutíes: “En la paz que he ajustado con Portugal, he dispuesto quedéis agregados a la Corona de Castilla, deseando manifestar en esto el amor particular que os tengo, correspondiente al que con tanta fineza habéis mostrado en todas ocasiones al servicio del rey mi hijo, lo cual tendré siempre presente para favoreceros y honraros en las que se ofreciesen de vuestra conveniencia y mayor satisfacción vuestros naturales, en cuya consciencia he mandado se os guarden leyes y costumbres”.
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