Opinión

La unidad de todos

Aún con el retrato conmovedor de una España en estado de shock, tras el atentado terrorista perpetrado en el corazón de Barcelona y el intento fallido de una masacre en Cambrils, no es necesario atribuir la voluntad en evidenciar la evolución real a nivel mundial de los riesgos que se ciernen.

Percutiendo demasiados idealismos aciagos, derivados mayoritariamente de raciocinios extremistas en los que no existe la menor contención en cuanto a los límites utilizados contra la vida de las personas.

Ello lo justifica el vehículo como arma de guerra, convertido ahora en instrumento mortífero a manos de lobos solitarios, como los rifles de asalto, decapitaciones, cargas explosivas adosadas al cuerpo humano, cuchillos y por qué no, la inseguridad en cualquier momento con la aparición de armas químicas o bacteriológicas.

Todo ello en un universo con potencias emergentes en la que a pasos agigantados incide el desarrollo de la globalización, sin obviar los diversos cambios estratégicos que se fraguan ante las consecuencias insospechadas de conflictos, plasmados en alzamientos populares provenientes de la denominada Primavera Árabe, como la guerra civil en Siria e Irak o el apogeo del Estado Islámico en Libia, entre otros.

Irrumpiendo a nivel global como paradigma del terrorismo yihadista el autodenominado grupo Estado Islámico (ISIS) o Daesh, que indudablemente ha dispuesto variar los referentes de seguridad en los parámetros tradicionales de actuación.

Aflorando un molde de guerra que hace enfrentar a Occidente contra la propia exaltación. Llegándose a la opinión, que el enquistamiento terrorista de la sinrazón sería el peor enemigo al que combatir.

Luego entonces, no es necesario remontarse a otros atentados yihadistas lamentablemente cometidos con idéntica similitud en su modus operandi, como los llevados a término en el municipio londinense de la Ciudad Westminster (22/III/2017); Centro de Estocolmo (07/IV/2017); Puente de Londres (03/VI/2017); Campos Elíseos de París (19/VI/2017) o Levallois-Perret en la región de Isla de Francia.

O aquellos consumados más atrás en el tiempo como el de Paseo de los Ingleses de Niza (14/VII/2016) o del Mercado Navideño de Berlín (19/XII/2016).

Hoy, toda España se funde en un abrazo fusionado que prende afectuosamente a la Ciudad de Barcelona, aún golpeada por la barbarie terrorista.

Todos sin excepción nos unimos a las condolencias en recuerdo de las víctimas que se nos han ido materialmente, pero que espiritualmente desde el cielo nos alientan a no desfallecer y conservar la firme voluntad de derrotar a quiénes están dispuestos a asaltar un modelo de vida que es destello de la unidad de los demócratas y que apuesta dignamente por la protección y la seguridad de la sociedad.

Una Nación que es modelo de los derechos y de las libertades fundamentales. Pero también, un País incrustado en valores que desde la conformidad de todos, nos han llevado a una lógica plenamente justificada como racional. Porque España es una superficie integrada por hombres y mujeres libres e iguales en deberes y derechos que atesora lo que posiblemente muchos aún quisieran conquistar.

Me refiero a los ecos de la libertad, la igualdad y la solidaridad.

Sin embargo, la barbarie terrorista ha vuelto a asomarse repentinamente a las puertas de Europa, eligiendo uno de los puntos más frecuentados y turísticos de España como la Ciudad Condal, en Las Ramblas.

Lugar emblemático de los más visitados y repleto de numerosos comercios donde se encuentra el histórico mercado de La Boquería y la fuente de Canaletas, que en tantas ocasiones ha reunido a los seguidores del Fútbol Club Barcelona para festejar los numerosos títulos logrados.

Hoy, en contraste a lo que en ocasiones en él se promueve y deplorablemente bañado en sangre, se congregan multitud de corazones que pretenden empequeñecer la conmoción del doble atentado, conquistando sin miedo horas después un espacio público que es de todos y que declara el no a la atrocidad de la lacra terrorista.

Acontecimiento brutal como el recientemente acontecido que nos apela irremisiblemente a la unidad colectiva, desde el convencimiento mutuo que juntos venceremos al terrorismo. Debiendo conservar para ello la determinación en la defensa de los valores venidos de la democracia, como la libertad y los derechos de las personas.

Sin embargo, no es menos cierto que la amenaza global del terrorismo nos exhorta a una réplica global y a ello todos sin distinción estamos citados, convirtiéndonos en aliados por una causa que hoy por hoy no tiene calificativo.

Realidad intolerante que el año pasado nos indujo a manejar un antecedente ciertamente alarmante para lo que realmente se observa, al obtenerse según fuentes de la Guardia Civil, Policía Nacional y Centro Nacional de Inteligencia, el pico más elevado de alusiones derivadas de la propaganda ideada por las distintas organizaciones terroristas de índole yihadista.

Insinuaciones reiteradas encadenadamente a todo tipo de atributos que han continuado en una línea ascendente hasta un total de cuarenta y cuatro veces, lo que ha supuesto la intensidad más virulenta de una traza que no ha cesado de aumentar desde el año 2.004 tras los tristes atentados de Madrid.

Pero tampoco es menos cierto, que España al ser un socio activo de EE.UU, coincide en la misma tesis de culpa junto a otros países occidentales. Como de la misma manera, forma parte de la Coalición Militar Internacional, invadiendo aparentemente dominios musulmanes y ejerciendo importantes tareas contraterroristas, que ni mucho menos pasan desapercibida a los ojos del autodenominado grupo Estado Islámico.

A ello habría que agregar que España evidencia unas particularidades inconfundibles, que hacen empeorar la amenaza constante ejercida por los grupos terroristas.

Visto desde este prisma, las fuentes yihadistas juzgan a España como el invasor prohibido de Al Andalus, un territorio vinculado a la comunidad islámica que según éstos ha sido arrancado e invadido por infieles. Apelativo que incide a más no poder en la propaganda llevada a término por la misma organización.

Por lo tanto, la amenaza yihadista concentra entre sus intenciones el retorno inmediato de cualquier pertenencia que en algún momento de la historia, permaneció bajo el control del Islam.

Un pleito crónico si es así como debería definirlo, que promueve cueste lo que cueste la reinstauración de los límites primitivos del Califato medieval y que justifica a su modo de entender, cualquier tipo de crimen contra los usurpadores imaginarios, hoy personificados sugestivamente en los ciudadanos y ciudadanas de occidente.

Al rasgo histórico anteriormente precisado, debe adherirse las repetidas pretensiones que enaltece el yihadismo sobre las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, cuyo establecimiento geofísico adyacente al norte de Marruecos, sirve de caldo de cultivo para que el yihadismo mantenga a ambas localidades en el punto de mira de victimización como otros emplazamientos representativos del planeta, en concreto Grozni o Jerusalén.

De hecho, en los últimos tiempos Estado Islámico ha sabido convertirse en el activo individual por antonomasia que más difusión propagandística ha incurrido sobre el Estado español, arrebatándole incluso el primer puesto que por entonces ostentaba Al Qaeda y su filial magrebí.

Así, el influjo expansivo de esta organización se ha visto acrecentado en las maneras de hacer propaganda mediante ideales radicales, valiéndose para enardecer el fanatismo en las redes sociales, que contestan y amplifican sin pausa el cúmulo de avisos que avistan una nueva forma de organizarse para difundir calculada y sistemáticamente el terror.

La preeminencia de estas indirectas de difusión a modo de propaganda va incluso más lejos de su significado, al convertirse en síntoma de planes terroristas puestos en marcha, o como fines de insinuación impulsiva para sujetos plenamente radicalizados. Dando paso consecuentemente a un terrorismo con características distintas, nunca antes jamás conocidas y que con sorpresa empeora la amenaza a nivel global.

Complejidad terrorista que desencaja incluso a las nuevas tecnologías de la información, al establecerlas en el soporte esencial de declaración de intenciones de las acciones violentas que buscan la intimidación.

Actualmente, el repliegue de Estado Islámico en la guerra de Siria e Irak nos lleva a cavilar con inquietud que se incrementará el número de posibles retornados, que desde España viajaron a estos lugares de conflicto para integrarse finalmente en las filas de Daesh. Por lo tanto, resulta insoslayable la cooperación de todos, no bajando la guardia de quienes pretenden golpear las raíces de los países en democracia y los valores que hemos conquistado a pulso.

Valores que cabría distinguirlos como la razón de ser sobre la que se proyecta España y la Unión Europa de la que formamos parte con distinción, debiendo salvaguardarlos con entereza y arrojo, entendiendo que acciones criminales como las sucedidas recientemente en Barcelona, contribuye al desgaste del modelo de convivencia y a los derechos humanos adquiridos.

Llegando a la conclusión que el terrorismo actual se ha dispuesto como uno de los desafíos más difíciles de contrarrestar para la paz y la seguridad de todos.

Terrorismo traducido en una de las mayores violaciones de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, así como de los principios esenciales de la democracia y del acatamiento al Estado de Derecho.

De ahí que la pugna contra el terrorismo y el respeto extremo de los derechos humanos, sea hoy por hoy el propósito cardinal de una sociedad que anhela fortalecerse y complementarse solidariamente como es la ciudadanía de España.

No cabe duda, que la inquietud es a nivel mundial y que engloba aparte del yihadismo que nos acaba de herir cruelmente, el terrorismo anarquista internacional, que podría reconocerse según el léxico de EUROPOL como el “terrorismo etno-nacionalista” o “separatista”, porque incorpora como en tantas ocasiones hemos podido advertir operaciones criminales de los denominados “lobos solitarios”.

Estos grupos terroristas a modo de tentáculos disfrazan sus técnicas de disposición y maniobra, pretendiendo explotar las debilidades de los Estados y acudiendo al uso desproporcionado de las tecnologías de la información modernas para amplificar la conmoción mediática de los atentados.

Valiéndose de áreas altamente transitadas y bulliciosas que en ocasiones se salta irremediablemente la vigilancia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

A pesar de ello, nos ensamblamos con honestidad al sentido común y a las muestras de condena como alegato a los atentados sufridos la pasada tarde y noche en Barcelona y Cambrils, con la convicción que estos hechos que no tienen nombre, nos robustecen aún más al conservar viva la llama de la esperanza.

Combatiendo juntos como ciudadanos de pleno de derecho una amenaza que nunca nos encadenará y que de ningún modo nos hará retroceder a los valores comunes que son patrimonio de todos.

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