Categorías: Opinión

La última esperanza

LSe sentía en el ambiente y al final acabó ocurriendo. Rafa Benítez fue destituido como entrenador del Real Madrid a principios de esta semana tras empatar con el Valencia en un partido que no fue, precisamente, de los peores de los madridistas en este complicado curso.

Mediante un discurso exiguo, Florentino Pérez se desprendía del entrenadormadrileño y anunciaba a su sustituto, el flamante Zinedine Zidane, procedente del filial. Un jugador de leyenda, probablemente de los mejores centrocampistas que han pisado un campo de fútbol, pero inexperto como técnico, un ejemplo que recuerda al de Pep Guardiola, quien en 2008 asumió el mando de un Barcelona hastiado y lo llevó a alcanzar todos los logros posibles, aunque Zidane no podrá igualar el triplete con el que debutó el catalán dado que la expulsión del equipo blanco de la Copa del Rey ha sido ratificada por los órganos deportivos competentes.
El francés puede ser un buen revulsivo anímico para una plantilla que aún no ha despegado y que, según los medios, no guardaba la mejor relación con Benítez. Es más que evidente que en el deporte de élite la motivación es uno de los pilares esenciales para rendir al nivel requerido en estas cotas, pero, más allá de esta descarga de adrenalina, lo que el Real Madrid ha necesitado durante todo 2015 ha sido un plan de juego adecuadamente adaptado a las características de sus jugadores con el que estos pudieran identificarse.
Se habla de las lesiones como uno de los grandes problemas de este Real Madrid, sin embargo, no creo que haya sido una causa contundente en la irregularidad de los madridistas. Fijémonos en el Barcelona, que ha afrontado un volumen parecido de lesionados y, a pesar de contar con menos recursos en el banquillo, ha sabido sacar hacia delante la primera mitad de la temporada de una manera más que decente. Desde mi punto de vista, el principal mal al que han tenido que hacer frente durante este año tanto Ancelotti como Benítez (y que aún es la debilidad fundamental del equipo) ha sido la infructuosa búsqueda de la consistencia, base de todo lo demás. Benítez arrancó con buenos números defensivos pero quienes vieron los partidos del Real Madrid saben que estos respondían a los clamorosos desaciertos del rival y a la brillantez de Keylor Navas. En cuanto alguno de esos dos factores comenzó a tambalearse, el Madrid sufrió severamente.
La inconsistencia del juego del equipo afecta a lo psicológico y a lo táctico. Lógicamente, cualquier entrenador exige a sus futbolistas que partan hacia el campo con la máxima tensión posible para abrir con fuerza el encuentro, a ninguno se le ocurre ordenarles que marchen distraídos, cuando no vencidos. Si bien dentro del conveniente trabajo de un técnico se incluye estimular a sus jugadores con distintos tipos de motivación, aquellos han de ejercer la profesionalidad que se les presupone y pisar el césped blandiendo una actitud demoledora.
En lo táctico sí influye de forma más determinante la labor del entrenador. El Real Madrid ha mostrado serias carencias en la articulación individual de sus líneas defensiva, centrocampista y ofensiva, e intermitencias en la conexión entre ellas. La responsabilidad de estos desajustes deben recaer en Benítez, que o bien concibió un mal planteamiento, o llevó a cabo un pésimo acondicionamiento del mismo con respecto a su plantel. Además, ha de señalarse que algunos de los jugadores más importantes de cada línea están ofreciendo un rendimiento muy bajo, lo cual puede ser entendido como consecuencia de una inadaptación al sistema o como causa del malfuncionamiento de este. En cualquier caso, por una cosa o por la otra, la pólvora madridista no acababa por prender con el vigor que se demanda en el Real Madrid, razón que es más que suficiente en el club blanco para fulminar a casi cualquier técnico, aún más en el caso de Benítez, que arribó entre dudas y no hizo más que acrecentarlas tanto en el vestuario como fuera de él.
A finales de 2014, en circunstancias parecidas, el Barcelona decidió mantener a Luis Enrique y la recompensa fue excelsa. Poco más de un año después la elección del Real Madrid ha sido justo la opuesta. Así, Zidane tiene por delante la extraordinariamente ardua tarea de dotar de consistencia a un equipo que no ha confeccionado él y en mitad de la temporada, una labor que se perfila de enorme complejidad para un entrenador novato como él. No obstante, su voracidad por el fútbol y el hecho de que haya sido uno de los mejores cerebros de la historiadel balompié generan una gran expectación que, en realidad, no es sino esperanza, de las pocas (por no decir la única) que le quedan al Real Madrid en esta 2015/2016.

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