Categorías: Sucesos y Seguridad

Tragedia en Santa Catalina

La tragedia siempre está ahí, acechando a los inmigrantes que se dejan la piel intentando burlarla. A veces la suerte está de su lado. Otras se empeña en dejarlos tirados, a merced de las olas... como si éstas intentaran atraparlos para siempre. En Santa Catalina, además, recrean un juego mortal. Son muchas las personas que han perdido ya la vida en ese punto fatídico.

Ayer le tocó a un joven subsahariano de poco más de 20 años. La embarcación que ocupaba junto a otros 12 compatriotas de Guinea Conakry terminó chocando contra las rocas. Sus compañeros pudieron llegar a tierra o ser rescatados del mar; él, a pesar de los intentos a la desesperada de los sanitarios por salvar su vida, pereció en el intento. Solo unos minutos sirvieron para dibujar esa frágil línea que separa la vida de la muerte. Dos imágenes chocaban sobre el terreno: las de los que habían salvado sus vidas y la suya, la de este joven indocumentado que viene a engrosar la lista de más de 80 hombres, mujeres o niños que están enterrados en los cementerios de Santa Catalina o Sidi Embarek.
La crónica de esta nueva tragedia comenzaba a dibujarse en torno a las 11.30 horas. Una llamada al 112 de un ciudadano alertaba de la presencia de varios inmigrantes en la zona de Santa Catalina, algunos ya en la arena, otros todavía en el mar. Al momento se organizó el dispositivo integrado por Guardia Civil (Marítimo, GEAS y patrullas), Policía Local, Protección Civil, Bomberos, Salvamar, 061 y Cruz Roja. Todos eran necesarios ya que ni tan siquiera se sabía el número exacto de inmigrantes que podía haber naufragado tras maniobrar, sin rumbo ni conocimiento, la fueraborda, matrícula de Ceuta, con la que terminaron embarrancando.
Antes de llegar los integrantes de los distintos grupos de emergencias, ciudadanos que se encontraban en el lugar atendieron a los subsaharianos que llegaban por sus propios medios a tierra. Mientras, en el mar, los ocupantes de una patera de pesca de Marruecos que estaba en el lugar se arrojaban al agua para ayudar a los que estaban allí antes de la llegada del Servicio Marítimo.
Mientras la ERIE de Cruz Roja comenzaba a atender a los subsaharianos que se encontraban en tierra, se dio la voz de alarma al comprobarse la existencia de uno de los inmigrantes atrapado en una zona rocosa de muy complicado acceso, ubicada justo al otro lado de Santa Catalina. Algunos de los rescatados, todos de Guinea Conakry, hacían gestos alertando de que uno de sus compañeros estaba grave. Efectivamente, medio sumergido en el agua y en estado muy crítico se encontraba su compatriota, atendido ya por guardias civiles, una socorrista, dos pescadores y Protección Civil.
El vehículo de emergencias tuvo  que desplazarse a través de cuestas muy pronunciadas de tierra húmeda. De hecho, en el camino llegaron a estar próximos a quedarse atrapados en el barro, aunque consiguieron recuperar la tracción llegando hasta las inmediaciones de la construcción del cerro. Desde ahí, los componentes del dispositivo tuvieron que llegar a pie hasta el lugar debido a la orografía del terreno, prestando entonces ya colaboración con los que se afanaban en salvar la vida al joven.
Ante la imposibilidad de trasladar al subsahariano, cuatro miembros de Cruz Roja desplazaron el equipo de reanimación al lugar junto con una camilla. Comenzaba así la batalla, tan repetida en éste y otros escenarios, de luchar contra la muerte, de agarrar la vida que se iba perdiendo, de chocar con el futuro que tuvieron decenas de subsaharianos cuyos cuerpos están enterrados muy cerca de este escenario.
Entre las rocas, en ese laberinto mortífero de piedras, se intentaba salvar la vida de un joven. Una mirada más arriba, una proyección más amplia, ofrecía la imagen del terrible escenario al que se han enfrentado quienes han sido enterrados, muchos de ellos sin identidad, en una Ceuta que nunca fue entendida como destino sino tan solo como paso.
El camino para llegar hasta este joven era sumamente resbaladizo incrementando aún más las dificultades. Las maniobras de reanimación se repetían una y otra vez. Los sanitarios se turnaban para no perder en momento alguno esa cadena por la vida. Sin descanso, una y otra vez se seguía ante la contemplación, callada de quienes se convertían desde los distintos planos de visión en meros espectadores de una realidad, dramática realidad, que no para, que parece empeñarse en no tener punto y final.
Los sanitarios transformaban ese movimiento mecánico de bombeo provocado al corazón e inyección de aire en una escena dura. Los guardias civiles, los pescadores marroquíes que se habían arrojado al mar, periodistas... todos formaban un amplio círculo de contemplación en un escenario que ha atrapado ya a demasiadas vidas.
A lo lejos, en el mar, embarcaciones de Salvamento Marítimo y los GEAS seguían rastreando el mar ya que nadie acertaba a dar el número exacto de inmigrantes que habían protagonizado esta travesía. Los 12 rescatados estaban ya en el puerto deportivo o a salvo en las unidades sanitarias, pero se temía que hubiera más subsaharianos en el mar. Se peinó la zona, se rastrearon todos los puntos en busca de más desaparecidos hasta que se comprobó que no había más cuerpos.
Fue entonces cuando los submarinistas arribaron a la costa para, junto a los sanitarios, embarcar al joven en una de las embarcaciones de Cruz Roja procediendo a su rápida evacuación al puerto deportivo. Se vivieron algunas de las escenas más dramáticas: el fuerte oleaje se empeñaba en dificultar las tareas de traslado. Sobre la camilla sometida a merced de las olas, encima de la lancha del ERIE, se seguían las prácticas de reanimación. Aunque desde los gabinetes oficiales en donde no se sale de los despachos se daba ya por muerto al joven, lo cierto es que éste se agarraba todavía a la vida mientras Cruz Roja y 061 intentaban colaborar en lo que se convertía en una odisea. Demasiado tiempo en el agua, muchos minutos sin respiración, golpes continuados... la historia se volvía en contra del milagro. Las maniobras de reanimación no cesaron durante todo el trayecto hacia el puerto deportivo. Incluso allí, ya en tierra, continuaron durante unos minutos monitorizando sin éxito al joven.
Mientras, aún en Santa Catalina, los bomberos desplazados tuvieron que hacer uso de una escalera para que pudieran salir del lugar todos los participantes en el dispositivo. En la base de la Guardia Civil, esperaban, ajenos a esas otras escenas de trabajo, cinco de los inmigrantes rescatados, aún con la ropa mojada y algunos con aparentes síntomas de hipotermia. La propia Guardia Civil les repartió mantas térmicas para entrar en calor. Ellos, conocedores de la tragedia vivida, daban ya por muerto a su compañero.
Los guardias civiles intentaron hablar con ellos por si alguno aportaba algún dato del viaje, pero toparon con la traba de una lengua imposible. Ni hablaban inglés ni francés, tan solo hacían gestos que llevaban, de forma inequívoca, a reseñar que su compatriota no saldría adelante. Sí que confirmaron que la travesía la protagonizaban 13 personas, verificando así los resultados del exhaustivo rastreo llevado a cabo por los GEAS. Sí lograron comunicar que uno de los compañeros habría muerto y que en la patera iban trece personas.
Con el compañero ya muerto, tendido sobre una camilla, la Guardia Civil aproximó a dos de estos cinco inmigrantes al lugar para que, in situ, verificaran que efectivamente ese joven se correspondía con el compatriota que había participado este viaje. Un reconocimiento marcado por la emoción que a nadie servía de calma. Horas después, operarios de la funeraria Luza retiraban el cadáver del lugar para su traslado al depósito forense en donde esta misma mañana se espera la realización de la autopsia con la que se verificarán las causas exactas de la muerte.
“Esto es muy muy duro, muy complicado para todo. La respuesta ha sido inmediata. A todos nos deja terriblemente tocados. Ésta es la realidad de la inmigración, la realidad constante que nos toca vivir diariamente aquí, allí y un poco más allá. Por eso decimos que el Estrecho es probablemente el mayor cementerio del mundo, ojalá hoy nos equivoquemos, pero parece que es una situación complicada”, lamentaba Germinal Castillo, del área de comunicación de Cruz Roja al término de las labores de rescate.
Por su parte el responsable de Arce Protección Civil, Alejandro Vargas Machuca, recordaba que la situación que les había tocado vivir había sido compleja desde el primer momento, ya que los primeros en llegar a la zona se toparon con una situación “dantesca”, con inmigrantes en tierra, otros en mar y mucha incertidumbre. “Los protocolos han funcionado, se han activado los recursos y se ha hecho todo el trabajo posible que estaba en nuestras manos”, explicó.
El Pleno de la Asamblea, que en esas horas acogía la celebración de la sesión ordinaria del mes, quedaba suspendido después de que los diputados y el público presente guardara un minuto de silencio por esta nueva tragedia. Los partidos políticos mostraban sus condolencias en comunicados o a través de las redes sociales, escenario que sirvió además para que muchos ceutíes dejaran muestras escritas de sus condolencias.

La niebla, el camuflaje mortal

Si la embarcación hubiera llegado tan solo 40 metros más allá del punto en donde embarrancó, hoy estaríamos escribiendo otro rescate más de inmigrantes. Pero no fue así, terminó llegando a la peor zona, al eje en donde la tragedia se escribe sí o sí, en donde no hay prácticamente oportunidades para que la tragedia no asome. La niebla se convirtió en el camuflaje buscado por los inmigrantes para dejar Marruecos pero terminó convirtiéndose en una trampa mortal. No sabían ni a donde les llevaba, y terminó haciéndolo a un punto tan complicado y que tantas historias de desgracias marineras esconde, como es la de los isleros. En los últimos días han llegado inmigrantes a Ceuta en noches o mañana de niebla cerrada pero alcanzaron puntos menos peligrosos. La Guardia Civil cree que buscaban alcanzar la península, pero perdidos en el mar, sin conocimiento alguno y en una jornada de visibilidad nula, terminaron en donde no pudieron salir sin ayuda exterior. La visibilidad era tan mala que ni su travesía fue advertida por el Instituto Armado.

Una patera de pesca marroquí que faenaba en la zona ayudó sin pensarlo en el dispositivo

Unos ciudadanos alertaron al 112 de lo que estaba pasando, mientras en el mar, unos pescadores marroquíes se arrojaban al agua para intentar sacar a inmigrantes si pensárselo dos veces. Sabían nadar muy bien y eran muy rápidos. Su ayuda fue clave hasta la llegada de la UIR y del resto de componentes de los distintos cuerpos desplazados.

El personal que participó en el dispositivo se encontró dividido físicamente sin remedio

La orografía del terreno obligó a que sólo unos pocos pudieran ayudar directamente al afectado. Los agentes, sanitarios y bomberos que quedaron en lo alto lidiaron con labores de organización y comunicación con el resto de cuerpos mientras sólo podían contemplar el trabajo de sus compañeros bajo ellos.

El puerto deportivo, escenario de la alegría de unos y la consternación al ver al compañero fallecido

De seis a ocho meses han invertido estos inmigrantes en su travesía desde que partieron de Guinea Conakry. Han permanecido en Marruecos hasta que la pasada madrugada salieron aprovechando la niebla, la misma que en la noche del jueves sirvió a otros 14 compatriotas para llegar hasta la playa de Fuente Caballos. Pero con una diferencia. A aquellos los acercó un patrón que después se dio a la fuga, los de ayer, en cambio, llegaron perdidos hasta los isleros sin tener a nadie experto como guía. Su travesía no era la única, esa misma noche partieron más embarcaciones de Marruecos, en concreto otra semirrígida que sí consiguió llegar a costas peninsulares con sus 12 ocupantes sanos y salvos. Tras la marcha del rey de Marruecos de la zona norte se ha incrementado los intentos de salida por mar y por tierra después de días en los que las intensas batidas llevadas a cabo por los agentes marroquíes hicieron que los subsaharianos se ocultaran de las cercanías más costeras o los bosques fronterizos. En las imágenes se puede ver a los inmigrantes colocándose las mantas térmicas así como un inmigrante mirando el cadáver de su compañero para reconocerlo ante la Guardia Civil. En torno a las 14.00 horas, los integrantes de la Funeraria recogieron el cuerpo para su traslado al depósito forense en donde se le practicará la autopsia en las próximas horas.

La semirrígida, con motor de 15 caballos, figura matriculada en Ceuta y es ahora el eje de la investigación iniciada

Después de la tragedia llega el momento de pensar en frío y eso es lo que hacen los equipos de investigación, tirando del hilo de las únicas pruebas que tienen para intentar esclarecer cómo 13 subsaharianos terminaron saliendo de aguas marroquíes a bordo de una semirrígida matriculada en Ceuta. Se desconoce si esta embarcación figura como robada y en la noche de ayer fuentes de la Guardia Civil no habían avanzado que se hubiera dado paso alguno en la investigación que, desde el primer momento, inició Policía Judicial. Se intentó hablar con los inmigrantes para lograr algún dato que llevara a saber cómo consiguieron esta lancha y cuánto podrían haber pagado por disponer de ella para el pase (en otras ocasiones han llegado a abonar hasta 4.000 euros). Se trata de una investigación complicada ya que tiene precedentes que así lo confirman. Ha habido más naufragios en los que habiéndose detenido incluso a posibles patronos, éstos han quedado en libertad por falta de pruebas. De igual forma tampoco se ha podido demostrar un hilo directo entre el hallazgo de una de estas lanchas y el delito de homicidio en el que se ha incurrido.

En Ceuta, la tragedia, en las costas peninsulares... el rescate de 31 personas

Mientras en Santa Catalina se dibujaba la tragedia, en las costas peninsulares y en el Estrecho se llevaban a cabo varios rescates. Efectivos de Salvamento Marítimo y de la Marina marroquí auxiliaron a un total de 31 inmigrantes de origen subsahariano cuando intentaban alcanzar las costas españolas a bordo de cuatro pateras. Los rescates se produjeron después de varias llamadas de alerta recibidas por el Centro de Coordinación de Salvamento (CCS) Marítimo de Tarifa (Cádiz). Inmediatamente se activó un dispositivo de búsqueda y fue la Salvamar Alkaid la que localizó a una de las pateras, con siete inmigrantes a bordo, todos ellos en aparente buen estado de salud y que fueron trasladados al puerto de Tarifa.
Las autoridades marroquíes, por su parte, rescataron otras tres pateras, con 11, 7 y 6 subsaharianos a bordo, los cuales fueron evacuados a Tánger.
Durante el día de ayer fueron además varios los avisos recibidos ante la posibilidad de que hubiera habido más salidas de inmigrantes, lo que mantuvo en alerta a los servicios marítimos tanto españoles como marroquíes. La unidad Gadir de Salvamento Marítimo que estuvo actuando en el rescate de Santa Catalina ha auxiliado ya a casi 200 subsaharianos y magrebíes en distintas intervenciones llevadas a cabo en la zona más próxima a Ceuta o sus proximidades.

Policía Judicial investiga ya la semirrígida

Agentes de la Policía Judicial se presentaron en el escenario en donde se produjo el desembarco para reconocer la embarcación que sirvió a los inmigrantes para esta travesía. Una fuera borda, con motor de 15 caballos, matriculada en Ceuta. Los componentes de la Unidad del Instituto Armado trabajan ya en la investigación para confirmar la titularidad de dicha embarcación y comprobar cómo pudo llegar a manos de estos subsaharianos. No había patrón, confirmándose el modus operandi que está funcionando en este tipo de salidas. Son los propios inmigrantes los que, sin experiencia, llevan la dirección de la embarcación después de haber pagado un dinero para, entre todos, disponer de una vía más fácil de paso. Esta inexperiencia le lleva a resultados como el de ayer, cuando los propios inmigrantes terminan atrapados en un Estrecho sin saber destino ni cómo afrontar situaciones complicadas en el mar. Los enlaces de las pequeñas redes que actúan les instan a partir con niebla porque les indican que hay menos control.

Santa Catalina, escenario de más muertes

Justo en el lugar en el que ayer falleció un inmigrante, murieron, a principios del año 2000, otros tres sin papeles de origen magrebí. Bomberos tuvo que sacar los cuerpos que quedaron atrapados en los isleros en un escenario en que el actual parque era un vertedero. Cambia el paisaje pero no la realidad. De forma macabra, justo cuando en el Pleno se iba a debatir la construcción de un monumento para rendir homenaje al inmigrante, tenía lugar esta tragedia. Precisamente es Santa Catalina y su recién construido Parque uno de los escenarios en el que podría levantarse dicha estatua.
La propia Guardia Civil reconoce sobre el terreno lo complicado de este lugar y recuerda, además de las tragedias, otros servicios en los que si bien se han conseguido rescates, éstos se han llevado a cabo con muchas complicaciones. En el caso de marras se intentará la identificación del joven, aunque desde la propia Guardia Civil han confirmado que resultará complicado ante la falta de bases de datos

Fotos Mauro Mancebo, Reduan Ben Zakour, Juanmi Armuña

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