Han sido los italianos los primeros en recurrir a los tecnócratas para intentar salvar a su país. Sin elecciones de ningún tipo. Sin más compromiso con los electores que el derivado de su preparación técnica. Sin ningún mérito electoral, pero con un amplio currículum a sus espaldas. Por esta razón y porque el Presidente de Italia lo ha decidido, Mario Monti es el Primer Ministro y Ministro de Economía de Italia desde hace unos días. A ello han ayudado los mercados internacionales, los especuladores financieros y el desastroso comportamiento del ex Primer Ministro Berlusconi. Italia se ha hundido en un pozo sin fondo del que parece difícil salir a corto plazo. Y lo malo es que está arrastrando consigo a otras economías europeas.
Platón y Aristóteles eran partidarios de la aristocracia. Platón creía en el gobierno de los mejores, que para él eran los filósofos. Derivaciones de este concepto se pueden encontrar en la actualidad. Muchas personas creen que los políticos están poco preparados. También que no debería de valer igual el voto de un pobre ciudadano, inculto y sin estudios, que el de un eminente catedrático de Universidad, por poner algún ejemplo. Yo lo he escuchado esto de un profesor de secundaria en Ceuta. Aristóteles, que distinguía la aristocracia de la monarquía y de la democracia, entendía que éste régimen se daba cuando unos pocos ejercían el gobierno en beneficio de la mayoría. Pero los aristócratas han influido mucho en la mayoría de monarquías y gobiernos medievales. En la actualidad, los nuevos aristócratas son los tecnócratas. Es, por ejemplo, el tipo de gobierno que nombró Franco en los años 60 para impulsar las reformas que nos hicieron salir de la autarquía, aunque manteniendo en el poder a los mismos oligarcas.
En cierta forma, es lo que se hizo en Ceuta cuando se nombró a Juan Vivas como Presidente de la Ciudad, a pesar de no ser el candidato elegido en primer lugar. Cierto es que posteriormente ha sido revalidado por las urnas en varias ocasiones. Pero él era, y en parte sigue siendo, un tecnócrata, aunque cada vez se parezca más a un político. Es lo mismo que le pasa a Rajoy, que es registrador de la propiedad, y a muchos de los que le van a acompañar en el gobierno que formará con la élite del funcionariado español.
Sobre la bondad de este tipo de gobiernos no hay nada escrito. Lo cierto es que hay opiniones de distinto signo. Unos piensan que los gobiernos han de estar dirigidos por políticos. Es decir, por personas que se hayan sometido al escrutinio de las urnas. Como si esto les avalara de una forma especial. O les hiciera tener más mérito que el técnico que conoce bien su profesión. Otros, en cambio, consideran que uno de los problemas actuales de las democracias occidentales es la falta de preparación de muchos de los políticos elegidos. En España, sin tener que irnos más lejos, hemos escuchado comentarios peyorativos, bordeando el insulto más soez, del Ministro José Blanco. Como también tuvimos que escucharlos de la Ministra de Igualdad del Partido Socialista, Bibiana Aído. Y mucho antes de la Ministra de Sanidad del Partido Popular Celia Villalobos. Sin embargo, Pepiño Blanco ha demostrado ser un buen Ministro de Fomento, a pesar de no ser ingeniero, y Celia Villalobos, sin ser médica, con su famoso consejo de no hacer el 'caldito' con huesos de tenera, hizo más por prevenir el mal de las vacas locas que muchos científicos de renombre. Es decir, que al igual que al monje no lo hace el hábito, tampoco para ser Ministro, o Presidente del Gobierno, hay que tener varias carreras, o ser Inspector de Hacienda.
Bajo mi punto de vista, la situación financiera internacional es tan seria y delicada que sería un tremendo error que las soluciones las tomaran los tecnócratas. Muy al contrario. Creo que es el momento de las grandes decisiones. Y para adoptarlas se necesita sentido común y altura de miras. Son las cualidades que deben poseer los políticos de verdad. Los tecnócratas, a lo más que pueden llegar, es a aplicar bien las normas establecidas. A veces, ni eso. Es lo que ocurre en Ceuta. Pero nunca serán capaces de poner en marcha políticas imaginativas o arriesgadas.
Lo suyo es trabajar para que todo siga igual. La difícil situación por la que atraviesa Europa no es más que el fruto de la decisión política de hace unos años, cuando se acordó crear una moneda única, pero sin dotarnos de los mecanismos de control monetario y fiscal adecuados. Y esto sólo se puede cambiar con una nueva decisión política, no con tecnócratas.
Pero es que además, la ciencia económica, o la política, no son ciencias exactas, como le ocurre a las matemáticas. Si en algo se diferencian las ciencias sociales de las ciencias formales es en que están dirigidas a las personas, que somos inestables y, en muchas ocasiones, imprevisibles, pues tenemos sentimientos y no siembre actuamos de forma racional. Por esta razón, cuando hay un componente humano por medio, interviene el azar y la probabilidad. Esto es lo que algunos no entienden. En el fondo creen en una sociedad de autómatas.
Por mi parte, sigo prefiriendo al ser humano. Con todas sus imperfecciones, pero también con sus esperanzas en un mundo mejor. Y en este mundo no tienen cabida los tecnócratas.
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