Categorías: Opinión

La soberbia

No es buena compañera de la política. La soberbia nunca ha traído buenas consecuencias. ¿Saben por qué? Porque la gente quiere políticos cercanos, que son a los que, al final, se les perdona todo. O casi todo. Cuando hablamos de la querencia del presidente por dar la mano a todo aquel que se topa, hablamos de una de las mejores técnicas de marketing que puedan aplicarse con garantía de éxito en un pueblo. Porque la gente se pirra porque, tomándose un café con churros o esperando en la cola del banco, se acerque don Juan y le suelte eso de 'qué tal estás'. Triunfa porque, así es la condición humana, el vecino se siente importante.
Por eso me sorprende que don Juan esté descuidando tanto lo que le ha costado sudor y lágrimas conseguir. Me explicó. La cara que debe dar el Gobierno a la hora de explicarse ante la ciudadanía debe ser lo más parecida a la que le gustaría dar a don Juan. Por eso, ya en su día, se metió la pata con un Carreira que ejercía de portavoz y que gustaba de chulear al personal. Ahora, quien está metiendo la pata es Yolanda Bel.
Cierto es que desde que se ha aupado al poder ha cambiado el carácter hasta el punto de levitar y ponerse una máscara de mujer de hierro que a la gente no gusta. De entrada no gusta ni entre sus propios compañeros, que la critican por los corrillos. Pero tampoco gusta al ciudadano, sobre todo cuando se ve afectado o hasta herido por sus palabras.
Bel, cara del Gobierno, no puede comparar los olores del vertedero de Santa Catalina con "un pequeño problema" similar al que puedes tener al hacer la obra de tu casa. No puede hacerlo porque no es de recibo, ni resulta respetuoso. Pero mucho menos puede decirle a los vecinos que, si tienen alguna queja, se reúnan con ella. Más bien debería darle la vuelta a la tortilla, y ser ella misma, porque es su deber, quien busque a esos vecinos y les tranquilice. Al igual que buscan el voto, que busquen a los ciudadanos descontentos, porque otras veces lo han hecho.
En su intervención ayer, tras el Consejo de Gobierno, no escuché en momento alguno esa palabra que antes tanto repetía. Se lo recuerdo: "Pedimos disculpas al ciudadano". Es una manera sencilla, directa y humilde de acercarse al ciudadano, porque la empleada demuestra lo contrario.
No hace falta que nos recuerde que tendremos un parque en Santa Catalina, ni que don Juan ha terminado con la vergüenza del vertedero. Le refresco la memoria: acabar con esa vergüenza es su obligación y construir un parque es cumplir con una normativa europea para tener suficiente zona verde en Ceuta, a no ser que quieran una multa.
Así que, explicados los conceptos como se debe, lo primero que debería hacerse es reconocer que se han producido los olores que antes se negaban -porque ustedes decían que no se iban a emitir- y asumir esa implicación política que tiempo ha se ha perdido.
Don Juan, lamento decirle que no ha creado escuela.

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