Categorías: Opinión

La situación relativa

Ha vuelto a ocurrir. Hoy he pensado en mi edad. Hoy, según las estadísticas, y si me cuido, el libro de mi vida se parte en dos. Tengo la amarga sensación de que al camino le quedan pocos recodos; por eso, he de despertar, he de imponerme nuevos logros, nuevas metas; covencerme de que lo mejor está por llegar: la victoria. He de inventarme algo que refuerce el sentido del camino realizado y me procure instantes de emoción, en la seguridad de que una buena mentalización puede obrar milagros. Para todo ello, he de conocer cuál es mi situación relativa. Hablo de tres parámetros fundamentales: universo, historia y destino.
Con respecto al universo (objeto de existencia inelubible y márgenes indescifrables), soy un ser capaz de percibir/intuir el tiempo y el espacio, su lógica. No es poco. Entonces surge una duda: ¿existe un Creador?, ¿rige en él el orden, o el caos? La visión del cosmos me hace ser humilde: soy un ser inferior.
Cosa bien distinta es la experiencia del ser humano con la Historia. Aquí: ¿es la Historia un cúmulo de sucesos y casualidades, o rige en ella la providencia? ¿Hay alguna energía liberada que interviene para preservar de la ruina las columnas que la mantienen? ¿Cómo se llama?
El nombre de esa energía resuena en mis oídos: la llamamos “compromiso”. Uno, puede ver la imagen de la historia, ver sus errores, convenir con ella y dejarse llevar; o puede ver su suerte, erigirse en voz de los tiempos, e intentar un cambio, una evolución, que venga a traer certeza y bienestar.
En la certeza inciden los pensadores e ideólogos; en el bienestar incide la política, es decir, la inteligencia aplicada a la técnica. El objetivo es el mismo: la victoria sobre la incomodidad, o discordia.
Pero junto a nuestro ser universal y su dimensión histórica, opera también otra cosa: el destino, la circunstancia de nuestro alumbramiento. Si nacemos en una familia noble tendremos poco estímulo hacia el cambio. Si en condiciones difíciles, seremos inconformistas y ahondaremos en el concepto de justicia. (Aunque no necesariamente. Recuerdo una lectura de Engels, en la facultad, sobre la situación de la clase obrera en la Inglaterra del siglo XIX. Él pertenecía a una familia adinerada y su alma sufría ante el tormento de una vida sin salud).
La idea es que existe un orden, un ser, una esencia, un alma, que permanece en todo tiempo y lugar. Y luego hay un caos, que desobedece a esta lógica. El ser de la política ha de ser procurar la vida en plenitud de las personas y arar la tierra hasta obtener el fruto supremo, que es la colocación.

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