Muchas veces he planteado a mis amigos de ¿cómo es posible que en la época que estamos, de las tecnologías, sigan comprando los periódicos?. Esas familias que dependen de los honorarios que perciben por la cantidad de materias que hacen posible la impresión y la salida a la venta de la prensa diaria. De momento está garantizada su deambular por todos los rincones de nuestros pueblos y ciudades. Pues uno de ellos me dio a conocer una experiencia consistente y muy atractiva que os voy a narrar seguidamente: “Me encontraba andando por la altura de la Sirenita, por la carretera principal, justo debajo del faro de nuestra españolísima ciudad de Ceuta, y observé que en uno de los islotes que hay a la derecha de nuestro antaño advertidor de rocas había algo que se movía. Rápidamente relacioné un artículo publicado por El Faro sobre la desaparición de una persona con esta visión y llamé a mi hijo para que me trajera unos prismáticos que tengo en casa. Aunque la primera idea que me vino fue llamar a la policía, me frené ya que pensé que podría ser algo diferente y entonces quise cerciorarme. Dos dudas tenía en la palestra. Una si mi hijo estaría disponible ya que siempre está ocupada la línea, o no puede cogerlo por sus múltiples ocupaciones raras que tiene. Pero tuve suerte y pude contactar con él y me trajo el referido instrumento. La segunda duda razonable era qué podía ser aquello que había observado minutos atrás. La espera de la llegada de mi hijo fue desesperante, aunque no sobrepasó la media hora a mí me pareció una eternidad. Me dispuse a escudriñar el lugar y en pocos segundos di con lo que había observado anteriormente. Efectivamente era algo que aunque todavía esté sorprendido pero te lo voy a describir lo que observé: A simple vista era una mujer con pelo largo, pero llevaba un traje muy largo de color negro. Estaba recostada sobre un lado y creo que me vio ya que vi que con su mano derecha parecía que me estaba saludando. No perdí un segundo e intenté con el zoom ampliar la imagen, pero fue imposible estaba muy lejos y aunque es un buen aparato no daba más de sí. A los dos minutos creo que se sentó, estaba con los pies sumergidos en el agua y el citado traje largo que la tapaba totalmente desde los pies hasta los hombros, volvió a batir esta vez ambas manos. La cabeza y el pelo parecían que se dislocaban. Creo que de pura alegría y energía en sus acciones y seguidamente se sumergió en el agua. Estuve buscándola por todas partes y no volví a verla más. Se lo dije a mi hijo que se quedó primero mirándome a los ojos, luego me cogió el aparato impulsivamente y empezó a mirar por todos los lados y llegó a la misma conclusión mía. No había nada allí. Después de despedirme y darle los prismáticos a mi hijo para que los llevara a casa seguí mi ruta dirección al Castillo del Desnarigado, playa de la potabilizadora y camino que llega al Sarchal y un largo etc que no voy a desvelar por ser un poco aburrido. A los pocos días, pondremos al quinto, tuve un sueño donde me encontraba nadando y al acercarme a una roca pude ver la cabeza de una mujer que estaba apoyada con su mano izquierda observándome. Me quedé muy atento y gracias a ello puedo describirla como una belleza de unos veinticinco años, pelo largo y liso, ojos de color miel claro, cara blanquecina, con una sonrisa en la boca que le hacía resplandecer y me impactó totalmente en mi corazón, el cual se salía de mi caja torácica. Es una emoción que sólo puede describirla un enamorado. Los hormigueos, sensaciones raras en el estómago, revuelos de las mariposas y un largo etc lo único que pude hacer es abrir los ojos de par en par para no perder comba e inmediatamente intentar dos cosas. Una, buscar el lugar apropiado para acceder a la entrada a la roca. Y la segunda, idear una estrategia para la presentación, no se me podía escapar esta oportunidad que la divina providencia me estaba dando. Pocos momentos se pueden dar en la vida de un hombre esta circunstancias. Estaba convencido que le había hecho “tilín” a la joven. Después de dar una buena vuelta a la roca encontré por fin el lugar propicio para subir a la misma y la vi a ella que todavía estaba situada en el lado opuesto por donde yo iba a acceder al interior. Ella se encontraba sentada con las piernas extendidas, aunque no se las veía por el vestido. Pero se intuía. Al verme que procedía a poner mis palmas de la mano en lo alto de la roca para coger impulso e intentar subirme a ella con una sonrisa en la boca giró la cintura con la consiguiente flexión de las piernas que las puso muy cerca esta vez del mar y poco antes de saltar me saludó muy efusivamente con las dos manos y se tiró zambulléndose en el mar. Desistí en entrar y me dispuse a rodear nuevamente la roca para intentar buscarla a la señorita. Pero entre tanta roca que había me hacía temer por mi integridad física ya que podía desgarrarme con ellas, por eso metí la cabeza en el agua para poder guiarme con más prudencia y evitar golpes y heridas no deseadas para poder estar en buena presencia si podía ver a mi querida amiga. Llegué lo más rápidamente posible al lugar donde había visto por primera vez a la muchacha pero allí no se encontraba, empecé a bracear por un lado y por otro, ya que creía que se podría haber escondido por cualquier recoveco intentando jugar con migo pero ni siquiera buceando por aquellos lugares vi ninguna pista de donde se podría haber metido. Me quedé cortado ya que había puesto mucha ilusión en conocerla. Mi corazón y mi mente me decía que debía de seguir buscándola pero mi estado físico estaba ya en reservas y decidí subirme a la roca para descansar. Se que me quedé dormido y fue el despertador matutino de mi casa el que me dijo que debía levantarme para iniciar una nueva jornada en la vida cotidiana de mi trabajo diario. Vaya faena y que mala suerte tuve.