La semana que se va

Nos deja una semana plagada de esas anécdotas que a una le hacen recapacitar seriamente sobre el nivelazo político al que nos enfrentamos. Con la de problemas graves que hay en esta ciudad y que, por cierto, se están gestando, asusta ver cómo la clase política parece estar más preocupada en cómo enzarzarse en asuntos que carecen de sentido alguno porque al ciudadano, realmente, no le interesan.

El último episodio lo hemos vivido tras la reunión de la Comisión Local de la Vivienda. Una cita con la que se pretendía empezar a poner cierto orden en todo el caos que ha rodeado la promoción de las 317 y del que nos hemos enterado porque el escándalo terminó por estallar. Sabiendo lo que ahora se sabe, una mira hacia atrás y tiembla. Tiembla por lo que habrá podido pasar, por lo que se permitió y por el descontrol que existía.
Se supone que teníamos que estar hablando de las casas, de si las listas son las adecuadas, de si todo se ha hecho bien... pero qué va... el tema es si el consejero de Fomento ha terminado haciendo mención a sus partes nobles en el fragor de una pelea con Fatima Hamed, capaz de sacar de sus casillas a medio Gobierno. Ya la tenemos montada: petición de cese, acusaciones al estilo de ‘esta me tiene manía y me ha provocado’, páginas y páginas rellendas con el mismo tema... Punto y final. Otra edición esperpéntica del nivelazo.
Una más que ha quitado algo de protagonismo a otra guinda: el traslado del funcionario Carracao, las supuestas venganzas del Vivas de las 129 medidas y los mensajes telefónicos. El que dijo tener complejo de Pantoja cuando mandaba en el PSOE resulta que ahora asegura que no se fía de los sindicatos, a pesar de que hasta hace bien poco se paseaba por las sedes buscando votos y organizaba firmas de documentos en UGT. Como si nos importara si Vivas le tiene o no manía (¿cuántos funcionarios habrán sido trasladados de sus puestos?), nos cuenta que tiene mensajes telefónicos en los que le confirman que su pase de Juventud a Estadística fue un castigo del mandamás de Ceuta, don Juan. Amenaza con publicarlos y el Gobierno le insta a que lo haga. Que divertido, ¿serán del tipo ‘compi-yogui’ de la Reina?
Con la que está cayendo en este pueblo y con la que, insisto, va a caer, les aseguro que a nadie más que a sus cuatro amigotes interesa si el papá Vivas castiga o no a sus pupilos moviéndolos de sitio.
Sé que nos toman por tontos, sé que somos tan pasivos que no rechistamos, sé que soportamos como héroes que nos lleven prometiendo lo mismo desde hace casi 20 años... fíjense que somos capaces de aguantar hasta espectáculos de este tipo. Lo grave es que el futuro no perdona y el que asoma a la vuelta de la esquina no es nada bueno para esta ciudad. Me duele que no nos demos cuenta, que ni tengamos amplias miras para reaccionar. Sigamos perdiendo el tiempo con mensajes, venganzas, niñatadas y demás. Ya nos daremos cuenta, será a base de tortas.