Sí, lo confieso. El obispo nunca me cayó bien. Será por sus decisiones, por sus actuaciones teñidas de oscuridad, por la forma en la que tiene de apagar los fuegos... ¿Saben lo que hace?, escurrir el bulto. No lo digo porque sí, aún estamos esperando que atiende nuestra petición de entrevista cursada al Obispado para que explicara todo aquel entuerto del ‘Amor Fraterno’. ¿Lo recuerdan? Un entuerto seguido de muchos ceros en el que al final el Gobierno salió sin crear polémicas, por eso de que con la Iglesia mejor callar. Ahora también lo está haciendo, al no ofrecer valoración alguna sobre la última salida del obispo, criticada por la amplia mayoría de ceutíes, pero sobre la que la institución no se pronuncia.
La historia ya la conocen. El señor obispo se ha puesto en su sitio y le ha abierto el camino de la dimisión al vicario por permitir que la casa de Dios, el templo de la Patrona de todos los ceutíes, abriera sus puertas a la comunidad hindú en el día grande dedicado a Ganesh. Lo que se vivió como un acto de convivencia, de respeto mutuo, ha sido trasladado al pozo de los grandes peca dos por un obispo acomplejado que ve lo que solo el sector más retrógrado de la Iglesia podría seguir defendiendo.
El vicario, que mantuvo la actitud que debe, ha tenido que abandonar su cargo y lo ha hecho amonestado por el superior, que no ha hecho sino abrir una herida preocupante generando polémica sobre lo que solo cabía admiración.
La comunidad hindú, herida, ya ha anunciado que trasladará este asunto al Papa Francisco. Ellos son las principales víctimas de la decisión del obispo pero, de forma indirecta, también lo son los ceutíes que siguen sin entender la maniobra de Zornoza.
Nadie puede hallar una justificación ante un acto que lleva ocho años celebrándose, que nunca generó enfrentamientos, que ha sido aceptado por otros obispos y por él mismo (¿no resulta esto esquizofrénico?). ¿Qué criterio sigue Zornoza?, ¿qué directrices marcan su decisión? Hablamos de fe. Intentar convertir esto en un enfrentamiento entre religiones, en un agravio, no puede ser más que asimilado por aquellos que siguen aplicando conceptos muy reducidos de la religiosidad, fe y entrega.
Confiemos en que el Papa Francisco se pronuncie y venga a sentar claridad en un tema que ha enturbiado las relaciones religiosas en una ciudad que no debe darse a los espectáculos del Monseñor.