La república idealizada

La última frase con la que acabó su conferencia, en las recientes ‘Jornadas de Historia’, el ponente señor Martín Corrales, sacó a más de uno del sopor, a muchos otros les descolocó sus presupuestos y algunos dieron un brinco en sus asientos, la frase fue ésta: “La República ha sido idealizada”. Naturalmente que se estaba refiriendo a la República Española. Todo empezó cuando al término de su ponencia, el moderador, señor Campos, le expresó al ponente su sorpresa de que fuera en el régimen republicano cuando se persiguió, más o menos veladamente, a las organizaciones obreras socialistas y anarquistas en el Protectorado, concretamente, en Tetuán. El señor Eloy Martín Corrales contestó con la frase ya referida: “La república ha sido idealizada”.
Estamos tan acostumbrados los que asistimos a este tipo de ‘Jornadas de Historia’ a que nos abrumen y a que nos machaquen una y otra vez con las barbaridades que cometieron los franquistas: fusilamientos, campos de concentración, degradaciones, depuraciones, etcétera, que el público asistente suele creer –por las manipulaciones de ciertos ponentes, en su mayoría filosocialistas y filocomunistas– que, antes de la Guerra Civil, y durante ella, la vida y la existencia durante el gobierno de la República era un bálsamo, era un paraíso. Nada más lejos de la verdad. El profesor Martín Corrales ha devuelto a la realidad pura y dura no sólo a los ingenuos, sino a los recalcitrantes filosocialistas y filocomunistas.
Acaso, por higiene mental, en sucesivas Jornadas se deberían obviar, en cierta manera, los desmanes de los franquistas –ya sabidos hasta la saciedad– e ilustrar a los asistentes, no ya los desmanes –que también–, sino las equivocaciones que cometieron los dirigentes republicanos en los apretados ocho años que la República Española estuvo en vigor, desde abril del año 31 hasta el fin de la guerra, abril del 39.
A modo de ejemplo, se podría ilustrar a los asistentes sobre el comportamiento de Largo Caballero; el de la UGT; el de Indalecio Prieto, y sus declaraciones en México; sobre la actitud del doctor Negrín y su defenestración del partido socialista; del golpe del Coronel Casado, poco antes del fin de la guerra; de la defenestración, también, como Presidente de la República de Alcalá–Zamora, y sobre un enorme  y larguísimo etcétera. Seguro que no pocos asistentes se quedarían pasmados con la intrahistoria de la República Española, sin tener que recurrir, una y otra vez, a los desmanes y barbarie de los franquistas, y a su golpe de Estado.
Podríamos, para abrir boca, contarles a los asistentes que Indalecio Prieto, el 1º de mayo de 1942, en el Círculo Pablo Iglesias, de la ciudad de México, dictó una conferencia titulada “Confesiones y rectificaciones”. En ella señaló las lecciones que sacó de la guerra: “Ni en la guerra ni en la paz, por ninguna clase de motivos deben entregarse las facultades directivas del Estado a los sindicatos”. ¿Le suena, amable lector, esta recomendación con algún hecho sucedido durante el gobierno de Zapatero? ¿Cuál?
Asimismo sería también revelador que el ciudadano supiera que el Coronel Segismundo Casado –explíquese quién fue ese Coronel– envió una carta, que apareció entre sus papeles, al General Franco en la que justifica su ‘golpe’ –de Casado– contra Juan Negrín –explíquese, también quién era el doctor Negrín–, partidario éste de resistir el empuje de los sublevados. He aquí el texto de Casado: “La necesidad urgente de asfixiar un golpe comunista, que de haber triunfado hubiera desplegado un régimen de terror sin precedentes y de otro lado el deseo  de satisfacer los anhelos pacifistas del pueblo, me impulsaron a derribar un gobierno abigarrado con todos los vicios políticos imaginables”. ¿Qué le parece, amable lector? Ha leído bien: “un régimen de terror desplegado por los comunistas”.
¿Qué tal si le contamos al ingenuo, en su mayoría, público asistente, que una coalición de republicanos, socialistas y comunistas defenestraron al presidente de la República Alcalá–Zamora, después de la victoria del Frente Popular? ¿Y si le contamos las acciones violentas de los ugetistas, y los trapicheos estalinistas de Largo Caballero? ¿Qué tal si le hablamos de los miles de ciudadanos que fueron pasados por las armas en Paracuellos, y del papel del ‘viejo’ Carrillo en la Junta de Orden Público de Madrid en aquellos años? ¿Qué tal si le contáis al ciudadano que si los fascistas asesinaron a Lorca, director de la “Barraca”, los republicanos asesinaron a Bárcenas y a Ponce de León, asimismo integrantes de la “Barraca”? También le podríamos hablar del catalán Víctor Alba, exiliado periodista republicano, que contó las interioridades de los republicanos en su libro “Los sepultureros de la República” (Azaña. Prieto y Negrín).
En fin, espero y deseo que en las ‘XV Jornadas de Historia de Ceuta’, los ponentes se den cuenta de que en toda guerra –como en la Civil Española– siempre hay, al menos, dos bandos. Ya sabemos las tropelías de los golpistas, ahora háblennos de las tropelías de los republicanos, de sus personajes y de lo que hicieron y de lo que debieron hacer y no hicieron. Sólo eso.