Opinión

La Reconstrucción de la ciudadanía

Las consecuencias de tantos años de desgobierno municipal son muchas, variadas y ninguna buena. La contribución al nihilismo social es la peor de todas pues crea una desconfianza hacia la política de difícil superación; no nos cansaremos de decirlo pero los auges de partidos con propuestas brutales y descabelladas, así como el ascenso de tanto radical a la primera línea del poder legislativo, están motivados por el gran hartazgo social ante los abusos de los partidos políticos, que siempre se han repartido el poder en nuestro país. Un partido como el PP pleno de corrupción política a todos los niveles, el más corrupto que nuestro país haya conocido en su reciente historia de libertades (Ignacio Camacho, conocido columnista conservador que escribe en el ABC, no tiene reparos en reconocerlo) está claramente incapacitado para liderar un movimiento reformista que nuestra democracia necesita para avanzar hacia la deseada participación ciudadana en la gestión de muchas cuestiones de interés general.

Sin embargo, el partido popular representa a un porcentaje de la población que se siente legítimamente conservadora, tradicionalista y que no podemos permitirnos el lujo de dejar atrás en este proceso. Todos somos necesarios en la construcción de la democracia participativa y más avanzada y esto habrá que hacérselo entender a los partidos políticos, también a los llamados emergentes que, a pesar de invocar constantemente el mantra del reformismo, no ven claro que la cooperación está por encima del electoralismo particular de cada partido. La versión actual de pseudodemocracia tardofranquista española es cada vez más insoportable, insostenible y nos está enfrentando socialmente a unos contra los otros. La democracia participativa tendrá que proveernos de mejores estrategias, que favorezcan la cooperación y disminuyan la continua confrontación entre ideologías diferentes. Hay que dejar de ver a los partidos políticos como equipos deportivos que se enfrentan por la consecución del poder, para poder observarlos como instrumentos cooperadores en pos de la planificación política basada en la construcción y el progreso dentro de unos ámbitos viables de economía, demografía, desarrollo sociocultural y salubridad ambiental. De esta forma llegaremos a extinguir las prácticas monopolistas de mentalidades de tradición caciquil, que se sirven a placer de los recursos públicos para obtener sus fortunas y enormes beneficios financieros. Si los gobiernos municipales del señor Vivas se habían caracterizado por su mediocre gestión, el culto al clientelismo y su desprecio hacia la participación ciudadana, el periodo actual, quizá el último de su andadura al frente del poder municipal, está siendo más negativo y con menos alicientes.

Este último gobierno marca Vivas está mostrando la peor cara de la inacción provocando la gran desafección política de nuestra época en Ceuta. Sin reponernos todavía del escándalo de las viviendas sociales, ha saltado uno nuevo debido a una imputación del ya ex consejero de medioambiente señor Carreiras, que nunca deja de sorprendernos. Deja la consejería como el más inactivo, despreocupado y el menos dialogante que recordamos superando incluso en lo negativo al señor Ferrón, por ello solo esperemos que la degradación a la que le ha sometido el señor Vivas, enviándolo al área de festejos, sea la antesala de su salida de la política municipal para siempre. Al mismo tiempo conocemos que se pacta en Madrid una cuestionada intervención de Tragsa en el litoral de Ceuta, como una manera más de financiar a una empresa pública que incluye en su plantilla a muchos cachorros de políticos de los dos grandes partidos y burócratas afectos al poder, además se ser un gran agujero negro donde se entierra mucho dinero público. El espectáculo que ha venido a posteriori no puede ser menos edificante y poco ejemplar, pues se ha puesto de manifiesto los tejemanejes municipales y del ministerio para intentar colocar al personal que les interesaba, enfrentando además al servicio público de empleo tanto con Tragsa como con el propio ente municipal. Cuando alguien en representación de la empresa pública falsea la información y la hace pública, mostrando tan pocos escrúpulos, es que se siente que puede hacer y decir lo que le viene en gana sin que haya consecuencias, pues se sabe muy arropado por las estructuras del estado. Esto es una muestra más de la inseguridad jurídica que genera nuestro país, que nos enseña obscenamente una vez más como la propia administración tiene formas de actuar de corte caciquil y se resiste a cumplir con los mandatos legales que nos atan a todos a cumplir con las leyes. Por fortuna, el director provincial del Sepe y sus empleados han dejado las cosas en su lugar, aliviando un poco la zozobra que siente el ciudadano ante tanta manipulación. Además de todo esto, la fiesta del derroche continúa en la marinera ciudad y los gerentes de las sociedades municipales no quieren ser menos que los funcionarios de carrera del grupo A. Tenemos que soportar que personas con escasísimo caché profesional que llevan toda la vida metidos en despachos de entes municipales ceutíes, aspiran a cobrar más de 80.000 euros al año. Mientras tanto, nuestra sobrina Paula, como tantos jóvenes de alta formación en nuestro país, que comenzó su carrera de investigación con nosotros (un proyecto estatal concedido a Septem Nostra para estudiar la distribución y la genética del coral anaranjado) en el Museo Nacional de Madrid, se doctoró en el Ramón y Cajal en biociencias aplicadas a la medicina, y ha estado trabajando en un prestigioso laboratorio de investigación médica en Estocolmo, tiene la oportunidad de volver a nuestro país con un sueldo por debajo de 2000 euros para continuar con su investigación en Alzheimer. En fin, Paula terminará produciendo información científica útil, junto con otros investigadores, para que algún día la cura de esta terrible enfermedad sea una realidad beneficiosa para todos, incluidos estos aprovechados, abusadores del poder con sueldos desorbitados, que al haber pasado una gran parte de su vida encerrados entre paredes y memorándums tendrán sus cerebros en peores condiciones.

Los barrios están tan desafectados con la política y sus gentes tan desapegadas unas de otras que no creo que la palabra barrio sea realmente aplicable a muchos de nuestros distritos y distintas zonas de la ciudad. No parece un funcionamiento ciudadano responsable sino más bien un conjunto amorfo de personas que viven en una calle, pero sin preocuparse mucho los unos de los otros y bastante menos de los espacios que comparten. Por esto las aceras y las calles están tan sucias y llenas de excrementos de mascotas y de manchas de aceites de vehículos que se suben a las aceras. Sin embargo, nuestros pequeños gestos voluntarios pueden inducir a la acción porque el ejemplo mueve a otros a hacer lo mismo con su personal toque e incluso mejorar al que inició el proceso. Por eso, ante la situación de degeneración política que sufre nuestro ayuntamiento y la ausencia de ciertos servicios, la ciudadanía debería organizarse de forma independiente por edificios, portones o calles para mejorar el entorno cercano (crear grupos de vigilancia para impedir que los vehículos aparquen en las aceras, fomentar la limpieza de las calles y cuidar el ambiente urbano) que es patrimonio y responsabilidad de todos.

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