E l pasado día 29 de mayo publiqué un artículo titulado “Las Obras de los Ingenieros militares”. Y, hoy me voy a ocupar de una vieja institución académica de Ceuta que en el siglo XVIII estuvo encargada de la formación de los oficiales de Ingenieros en esta ciudad. Se trata de la “Real Academia Militar de Matemáticas y Fortificación de Ceuta”, que tuvo como matriz la del mismo nombre de Barcelona, pero cuyo contenido de las distintas disciplinas que en una y otra se impartían eran idéntico, con la única diferencia de que en la de Barcelona se estudiaba en régimen de exclusividad y plena dedicación, durando la graduación tres años, mientras que en la de Ceuta los estudios duraban cuatro cursos, debido a que quienes en ella los cursaban no estaban exentos de algunos servicios que debían de alternar con la enseñanza. Se trata de una antigua institución ceutí que creo es poco conocida en la ciudad, a pesar de haber desempeñado una magnífica labor docente militar y de tener un valor histórico que creo conviene ponerlo de relieve para general conocimiento.
Los Ingenieros militares aparecieron en el siglo XVI, como consecuencia de que en 1494 los franceses empezaron a utilizar el cañón de pólvora, lo que vino a transformar en toda Europa la tecnología en el arte de la guerra, que comenzó a tener efectos demoledores por los estragos que causaba. Para protegerse contra la nueva arma surgió la necesidad de fortificar los objetivos más estratégicos; de manera que el Ejército español, que entonces se hallaba destinado en los Países Bajos, se vio obligado a crear en 1675 la Academia de Matemáticas y Fortificación de Bruselas, que fue la primera dedicada en España a la formación profesional de los Ingenieros militares y funcionó hasta 1706 en que la ciudad cayó en poder de la Gran alianza. Su primer Director fue Sebastián Fernández de Medrano. De ella era profesor un Ingeniero militar de gran talento, Jorge Próspero Verboom, al que el rey español encargó de organizar el Cuerpo de Ingenieros por Real Decreto de 17-04-1711 y traerse en 1720 a Barcelona la anterior Academia de Bruselas. Así fue como nació la primera Real Academia de Matemáticas y Fortificación para la formación de los Ingenieros militares en España. Verboom, llegó a teniente general; y es a él al que Ceuta más le debe su actual fortificación. Debido a su gran cualificación profesional, el rey Felipe V tuvo mucho interés en que fuera a la ciudad para reforzar sus defensas, contemporizando su estancia en la guarnición durante varios años junto con el comandante general Francisco Fernández de Ribadeo. Su labor fue muy meritoria y decisiva para que fracasaran los numerosos y largos sitios a que Ceuta fue sometida por los marroquíes, en desesperados intentos de apoderarse de ella..
Con anterioridad a Verboom, en Ceuta habían realizado numerosas operaciones de fortificación y minas, además de los portugueses, también una larga saga de Ingenieros encabezada por Felipe Tortosa, naturales de Cartagena, que, nada más comenzar la ciudad a ser territorio de plena soberanía española, en virtud del Tratado de Lisboa de 1668, en 1669 construyeron ya el fuerte de La Valenciana, que estaba a la izquierda de la segunda puerta, entre el corto espacio que la separaba de la primera y próxima al llamado Albacar. A mediados del siglo XVIII, con la gran labor desarrollada por Verboom, estaban ya concluidas todas las obras exteriores que incluían un vasto sistema de minas, túneles, defensas, etc. A ello coadyuvó mucho el comandante general Ribadeo, que se pasaba hasta las noches enteras junto a los Ingenieros cerciorándose de la buena marcha de los trabajos nocturnos de fortificación. Pero los anteriores Tortosa eran maestros de obras civiles contratados como militarizados. Y, durante su estancia en Ceuta, Verboom y Ribadeo se dieron cuenta de que se necesitaba de un Cuerpo militar propio y formado en la especialidad de Fortificaciones; de manera que ambos propusieron al rey crear otras dos Academias de Matemáticas y Fortificación, una en Orán en 1732 y la otra en Ceuta en 1739. Ambas dependían de su matriz de Barcelona, pero con cierta autonomía
Fue Verboom el que diseñó la personalidad curricular que debían reunir los oficiales y cadetes que aspiraran a ser Ingenieros de Fortificaciones, con un riguroso criterio selectivo y con un alto grado de exigencia intelectual y física, que comprendía: “La pureza de linaje; la fama de una arreglada conducta; la disposición personal ventajosa, robusta y bien parecida; la constitución sana, ágil y diestra; el juicio perspicaz y templado; destreza y actividad en la pluma y en la mano; y cuanto fuere posible erudito y capaz en las ciencias humanas y en las lenguas, pues conviene la experiencia de los que estén versados en la latina, que son los más propios a la inteligencia de las extranjeras”. El presupuesto de la Academia de Ceuta era entonces de 7.400 reales, pagado con cargo al fondo de “Obras de fortificación” por la Tesorería de la plaza, más una gratificación de 200 escudos de vellón al Director, que en el período 1739-1742 lo fue Agustín Tejada; en 1751-1774 Ramón Anguiano, que fue nombrado con sólo 20 años, casado con María del Carmen Maestre, asignándosele ya a él 2.000 reales de gratificación; después llegaría a Brigadier y Gobernador General de Honduras. También fueron profesores en Ceuta Luis Huet en 1767; éste enviaba en esa fecha una carta y un plano en el que se especificaba la sede de La Escuela de Ceuta, cuyo inmueble pertenecía en propiedad a Francisco González; Antonio Murga en 1751, Bernardo Cebollino en 1774, Ignacio Garcini y Antonio Ruíz Hurtado en 1756-1760. La Academia de Ceuta fue clausurada en 1789, por pasar la misma a Cádiz.
En las Ordenanzas de la época se recogía, entre otras cosas, lo siguiente: “Título 3º, Artículo 102. No siendo dale que todos los Oficiales y Cadetes que tuvieran inclinación a las Matemáticas puedan pasar para su estudio a la Academia de Barcelona: atento a la falta que harían en sus Cuerpos, para regular el servicio, sucediendo esto especialmente en las Plazas de Orán y Ceuta, por lo numeroso de sus Guarniciones: es mi voluntad continúen en una y otra las Academias particulares de esta Ciencia que hay erigidas en ellas, al cargo de un Ingeniero, bajo las reglas siguientes: Artículo 103. Serán Protectores de estas Academias los Comandantes Generales…y Subinspectores los Ingenieros principales en ellas, por cuya mano harán sus recursos los Directores de las expresadas Academias, en lo que sobre ellas se ofrezca, al Ingeniero General, a cuya orden estarán, haciéndome éste presente lo que necesite de mi Real resolución…Artº 106. Para Académicos se admitirán en ellas los Oficiales y Cadetes de la Guarnición que quisieran dedicarse a este estudio, precediendo el permiso de sus Coroneles, y la aprobación del Comandante General, quien deberá dar la orden al Ingeniero Comandante para su recepción en la Academia. Artº 107. Aunque a estos Oficiales y Cadetes, no es mi voluntad se les releve de las Guardias por no recargar con ellas a los otros, mando sin embargo se les faciliten aquellas que estén más a mano de la Academia, y se permita a los Cadetes tomar para las centinelas las horas que no les impida la asistencia a las lecciones diarias. Artº 108. Respecto de que por razón del servicio, que estos académicos deben hacer, no podrán enteramente dedicarse al estudio, ni tampoco un solo Ingeniero que se destina para su enseñanza, llevar a un tiempo las cuatro clases prescritas para la Academia General: mando, que en estas particulares dure el curso cuatro años, dividido en dos clases de discípulos, comenzándolo cada dos años…
Artº 109. En éstas se darán los mismos asuntos que quedan expresados para la matriz de Barcelona, y se observará en lo posible lo prevenido para ésta, explicándose en el primero y segundo año lo correspondiente a la primera y segunda clase; y en los dos siguientes lo perteneciente a las otras dos, guardando en todo el mismo método…las de Orán y Ceuta. Artº 111. A los Oficiales y Cadetes que, estando en estas Academias, quisieran pasar a la de Barcelona, los Directores o Inspectores de sus Cuerpos los tendrán presentes a este fin en el nombramiento que hicieren, según lo que se previenen los Artículos 27 y 28, y por el Director de la referida Academia se les admitirá y colocará, precediendo examen del estado de sus suficiencia, en la clase que a ella corresponda, para concluir el resto del Curso: y así éstos, como los que después de fenecido el de las Academias particulares quisiesen pasar a la de Barcelona, entrarán como los demás a la elección para obtener los premios. Artº 114. Y deseando Yo por todos los medios que quedan referidos, asegurar el estudio de esta importante Ciencia, y estimular a su aplicación… por tanto ordeno, y mando a los Capitanes, o Comandantes Generales de las Provincias, Directores e Inspectores de mis Tropas, a los Ministros de mi Real Hacienda, Ingeniero General y demás personas a quienes competa la ejecución de cuanto se previene en esta Ordenanza, den entero y puntual cumplimiento…y se observe en lugar del antiguo Reglamento de 22 de Julio de 1739 para la Academia de Barcelona, que así es mi voluntad. Y para que tenga el debido efecto, la he mandado despachar y expedir, firmada de mi Real mano, sellada con el Sello secreto de mis Reales Armas, y refrendada de Don Cenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, de mi Consejo de Estado, mi Secretario de Estado, y del Despacho Universal de la Guerra. Dada en Buen Retiro a 29 de diciembre de 1751. YO EL REY. Don Cenón de Somodevilla”.
Finalmente, en 1799, el Inspector General de Ingenieros, D. José Urrutia de las Casas, dispuso que la Academia de Barcelona pasara a Alcalá de Henares. Precisamente, este Ingeniero militar, Urrutia, que llegaría a capitán general y en 1798 fue pintado por Goya en un retrato que se conserva en el Museo del Prado, estuvo mandando Ceuta, siendo el que obligó al rey de Marruecos a retirar el cerco a la ciudad y firmar un Tratado de Paz con España en 1791, dando luego lugar a la saga familiar de los Urrutia de Ceuta durante bastante tiempo.
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