La puerta del verano de dos hermanas

San Juan marca el punto de partida de la época estival, atrás quedó el frío y el gris invernal que nos hacía huir de la intemperie, obligando a refugiar nuestras almas tras los muros del hogar.  
Las ciudades autónomas vuelven a tomarle el pulso al verano, a su tiempo mejor, donde sus calles toman vida y muestran ese carácter de hondo sabor costero. La inquietante realidad y los problemas se relajan para dejar paso a escenarios que duermen aletargados durante el año, descubriéndole los perfiles guardados en el profundo arcón de la belleza, distinguida hermosura que Dios repartió por los dos enclaves que presumen de soberana españolidad. San Juan es la mágica noche que sirve de portada a unos meses de exultante esplendor. En Melilla la playa de San Lorenzo saca a relucir sus costumbres con una espectacular falla con clara inspiración levantina y unos fuegos artificiales que alumbran desde la Ciudadela a la playa de la Hípica, para más tarde colmar las playas de las populares moragas. En Ceuta, mientras, se vive de una forma mucho más improvisada (con sardina indultada incluida), ocupando las hogueras de una forma espontánea, por todos los barrios, quemando los objetos de madera abandonados durante el año, simbolizando la purificación de las almas y teniendo su principal realce en las playas del Chorrillo y la Ribera. Tras San Juan se sucederán las fiestas y velás en las barriadas en torno a sus patronos, particular pálpito de las devociones que salpican de cristiana luz los valores de sus vecinos y que transmiten las costumbres heredadas de nuestros mayores.
No obstante, si hay una fiesta que nos marca nuestra profunda condición mediterránea y la inconfundible relación con los hombres de la mar es la Virgen del Carmen. En Ceuta con dos formas distintas de vivirla: Desde la oficialísima y protocolaria del centro (modificada en demasía en los últimos tiempos por las normas de la Capitanía Marítima, que en otras ciudades se interpretan de otra forma y no han condicionado la tradición de la procesión marítima), o desde la entrañable de la Almadraba, emotiva celebración recorriendo un barrio que sigue vibrando con su Virgen cada 16 de Julio. Por otro lado, los melillenses también se vuelcan con la Reina de los mares, llevándola hasta el barrio de “Corea”, popular enclave que en otros tiempos se distinguía por ser el lugar donde vivían los pescadores (el desgraciado porvenir de nuestras flotas pesqueras de ambas ciudades mermó un sector que es santo y seña de nuestros oficios históricos).
Agosto será el ecuador del verano y Ceuta se vestirá de gala para vivir sus fiestas patronales en honor a la Virgen de África, donde el recinto ferial se llenará de casetas de lona en el tradicional enclave de la Marina. Mientras la ciudad se rendirá fervorosamente a los pies de la Madre de Dios para rendirle tributo el 5 de agosto, portada por costaleros que pasearán a su “Morena” por las calles del centro. Semana de reencuentro entre los vecinos de la ciudad y aquellos que tuvieron que partir más allá de la bocana. Y aunque parezca un tópico típico del verano ceutí, tras la feria se anestesia ese ambiente animado, siempre ha sido así, algunos pensando en los libros y otros escapando a la península en busca de otros paisajes.
Melilla el mes de agosto lo centra la regata que se instauró en el año 1997 aprovechando el impulso del V centenario de la ciudad, que pesé a ser un evento social importante y asentado he de decir que vivió tiempos mejores y en la actualidad se ha descafeinado mucho la participación. No obstante, los melillenses participan activamente y sirve como altavoz para la divulgación de la ciudad en el resto del país.
Pero no será hasta septiembre cuando la antigua Rusadir se muestre esplendorosa en su feria, unas fiestas patronales hasta hace tres años, pero que una mal entendida convivencia la han convertido en una feria más, excluyéndose la tradicional festividad de la patrona de los días de fiestas en el recinto ferial (las ferias son fiestas tradicionalmente abiertas para todos y con todo tipo de ambiente pero no se pueden desvincular a un motivo histórico fundacional, siendo una feria dedicada tradicionalmente a la nacarada Virgen de la Victoria y no una feria inspirada en las antiguas ferias de ganado como en otros enclaves…). El cambio de escenario de la celebración hace tres años, optando por dejar el lugar tradicional como era el Parque Hernández y ocupando la explanada de San Lorenzo, hizo que hubiera que readaptar el formato de feria y perfilar un nuevo espacio llevará un tiempo. Lo que no se ha perdido es el ciclo taurino en la “Mezquita del toreo”, donde los festejos en dos o tres tardes muestran la maravillosa afición de los melillenses por el arte de Cúchares, distinción perfecta para una ciudad que conserva una de las mas bellas plazas de España (ya quisieran muchos históricos cosos tener una plaza de esa categoría, tanto en arquitectura como en instalaciones). A pesar de no tener un día en la semana de feria, el 8 de septiembre sigue siendo un día grande, donde portadores de trono llevan con orgullo a la Virgen de la Victoria desde la Iglesia de la Purísima. Veranos de gozo que siguen manteniendo la algarabía y las formas que nos inculcaron las abuelas, que no deben perderse por imposiciones de quien intenta condicionar y relativizar con exigencias muchas tradiciones que para ellos eran ajenas o lejanas.
Disfrutar de nuestras privilegiadas ciudades, de sus enraizadas fiestas y costumbres es un compromiso con nuestra identidad y con la integridad de la esencia que forjaron los tiempos y estamos obligados a conservar.