La política sin rubor

Ciertamente nos encontramos en una campaña electoral distinguida por la posible ruptura del bipartidismo, uno de los aspectos más ilusionantes de cara al futuro de la regeneración democrática que necesitamos.

Se puede producir un vuelvo electoral espectacular en el Estado y esto tendrá consecuencias en la cuenta presupuestaria ceutí. La crisis económica y las ingentes cantidades de personas afectadas por los terribles recortes, junto con las injusticias sociales, han sido los aceleradores del proceso final del hartazgo colectivo y de la desafección política española. Los bajos niveles de participación que se vienen produciendo desde hace mucho tiempo lo dicen todo sobre el distanciamiento entre los partidos, la acción política de gobierno y los españoles. En la marinera ciudad, la sección de opinión de nuestro periódico decano está también repleta de análisis políticos sobre las elecciones que vienen y la campaña electoral.

Como ya conocen nuestros lectores, no somos ajenos a todo este proceso y seguimos con gran interés los acontecimientos políticos, puesto que son en cierta medida el germen de los cambios que necesitamos en beneficio de la sostenibilidad de Ceuta. Siguiendo el hilo conductor de otro de nuestros artículos, Política, burocracia y despilfarro organizado, deseamos introducir algunos argumentos en relación a la forma de entender la política por parte de los denominados políticos profesionalizados. Pensamos que la regeneración política debería proporcionar mecanismos para frenar el bipartidismo, la profesionalización de la política, el ascenso excesivo de funcionarios públicos en la carrera política, la perversión política de la justicia, la corrupción en todas sus variantes y la excesiva financiación de los partidos políticos.

Entre las variadas opiniones políticas que hemos estado leyendo en el decano destacamos Al asalto del cielo, escrito por el señor Márquez, diputado en el Congreso, porque nos servirá de marco de referencia sobre ciertos rasgos que identifican a los políticos profesionalizados sean del partido que sean. En su artículo, el señor Márquez critica los populismos de izquierda radical e incluso rescata una frase, algo en desuso y del perfil “asustaviejas”, sobre el advenimiento del comunismo de corte caribeño. Un discurso alarmista al más puro estilo del último Gobierno del PSOE liderado por Felipe González que cargaba contra la derecha sin mesura democrática. Le recordamos al señor diputado que no estamos en el periodo de entreguerras europeo donde el ascenso de los fascismos por la vía electoral creó el precedente. Es posible que este tipo de populismos totalitarios que con promesas demagógicas suben al poder para destruir posteriormente las instituciones democráticas y asegurarse su continuidad sean una amenaza en otros lugares como América Latina pero se nos antoja inaplicable, por lo menos a corto plazo, en nuestras sociedades donde existe un Parlamento Europeo que no admite gobiernos totalitarios.

Además, los representantes de la izquierda radical a la que sataniza el señor Márquez están cumpliendo al pie de la letra lo que el resto de partidos al uso con su electorado, prometiendo lo que no podrán cumplir, véase el caso griego en el que una cosa es lo que se desea y lo que se promete al electorado y otra bien distinta lo que se puede conseguir. Ahondando en el inquietante aunque clarificador artículo del mencionado representante de Ceuta en las Cortes se reconocen los rasgos de esta clase política que ha estado gobernando y todavía lo hace nuestro país y que tan magistralmente ha retratado Javier Pradera en su libro sobre corrupción y política. En el mismo texto publicado en El Faro el señor diputado habla de oportunistas refiriéndose a los que denomina “neocomunistas” del grupo Podemos. Y debería tener en cuenta que, él mismo, ya probó con éxito el cambio de partido político; gracias a esta maniobra hizo el tránsito que lo terminó afianzando dentro del selecto club de los políticos profesionalizados. Nuestro diputado no es más que un ser humano que no es imprescindible y, como todos, multimotivado, con una adhesión al poder que le proporciona una forma de ganarse la vida lucrativa, y donde puede dar rienda suelta a sus ambiciones. No dudamos de su compromiso de servicio con la sociedad caballa, sino de su aferramiento al sillón trascurridos tantos años de servicio. A nuestro parecer, perpetuarse en un puesto político impide el recambio apropiado y transforma la democracia en un sistema oligárquico en manos de los partidos políticos y sus amigos. Por otra parte, cabe recordar que la Constitución le otorga a los partidos la condición importante de facilitar la participación y de educar en la cultura democrática propiciando la extensión social de la corresponsabilidad; sin embargo, en vez de actuar como animadores del hecho democrático alentando el voluntariado y la autofinanciación se han apropiado de la democracia y la han secuestrado en el interior de los partidos con el dinero de todos. Del artículo publicado por Francisco Márquez lo que más se echa de menos es la ausencia de autocrítica que no duda en pedírsela a los demás. De la misma forma, al plantear la insostenibilidad de la financiación de los servicios sociales no pestañea al indicar que se ha gastado más de lo que se ha ingresado, es decir se ha producido un despilfarro con el dinero público. ¿Y no son estos recortes de hoy también la consecuencia de los despilfarros políticos organizados, incluso de los dispendios bienintencionados, de la conversión de los partidos políticos en agencias de colocación, del excesivo engordamiento de los presupuestos generales del estado y de la financiación irregular de los partidos políticos?. Y sobre todo, de la apropiación de la Administración por parte de los partidos políticos dominantes y de los repartos de cuotas (Consejo General del Poder Judicial; Tribunal de Cuentas; Consejo de Administración de RTVE, Consejo Superior de Universidades, etc.). Ni siquiera se plantea el diputado en su escrito si el auge del partido que ataca algo histriónicamente y con poca integridad política tiene que ver con todos estos fiascos y manipulaciones de la democracia; ¿no serán ustedes en gran medida los creadores de la criatura populista? No pensamos que se lo planteen porque la mayoría de los partidos políticos no se comportan como los demócratas de convicción sino como fanáticos de su propia manipulación democrática. Sin embargo, cuando se manipula la democracia, no se favorece la participación y se convierten los partidos en cotos cerrados y en agencias de colocación, se obtienen elevados índices de abstención; si además, se juega irresponsablemente con los dineros públicos y se despilfarra poniendo en peligro las políticas sociales y se arrebata a muchas personas sus hogares dejándolos en la indigencia, se obtienen populismos o incluso golpes de estado de los mesías y otros iluminados. Lo milagroso es que en España no se haya producido una mayor escalada de discordia social teniendo en cuenta que han sido incapaces de plantearse seriamente la sostenibilidad social, económica y ambiental, y ni mucho menos el peligroso factor demográfico. Ahora que el sistema bipartidista está agotado sería una buena oportunidad para desarrollar las leyes que propicien los necesarios cambios en la manera de actuar de los partidos políticos, poniendo coto a todos estos abusos cometidos en nombre de la democracia y del progreso español. Aunque las rígidas estructuras de partido no pueden cambiar fácilmente, y además el clientelismo político impide que se den pasos en esa dirección, suponiendo que queden militantes de partido, no meros clientes, que lo crean fervientemente. Por desgracia, son ustedes, los grandes partidos políticos, más villanos que héroes y por eso Europa y España están condenadas a sufrir duras e importantes trasformaciones sociales y políticas, que por otra parte son inevitables y no creemos que soflamas anticomunistas vayan a asustar a los votantes más que el miedo que da la extensión de la pobreza y de la miseria por tanta gestión pública irresponsable.