La Policía detiene a 15 de los argelinos asentados en la plaza

Pasadas las diez y media de la mañana, la UCRIF del Cuerpo Nacional de Policía procedía a identificar a los argelinos integrantes del colectivo que, en la noche del domingo, decidieron ocupar la plaza de los Reyes. Lo hacía, listado en mano, para proceder a la detención y traslado a Jefatura Superior de 15 personas: la amplia mayoría porque ya se le había notificado la resolución de su expediente de asilo siendo ésta desfavorable y algunos casos de indocumentados, es decir, personas que carecían de cualquier tipo de documentación y que, por tanto, no pueden permanecer en la ciudad. Los argelinos a los que no se les concede asilo serán trasladados al CIE de Algeciras hasta su retorno a Argelia.
El despliegue de los agentes de la UCRIF se produjo diez horas después de que unos 50 inmigrantes del CETI decidieran tomar la Plaza de los Reyes denunciando que querían marchar a la península, algo que les resultaba harto complicado con la presión policial ejercida en el puerto. Esa búsqueda de la salida fácil y la presión ejercida sobre el colectivo les llevó a contagiarse del efecto sirio y ocupar parte de la plaza, tal y como se informaba en última hora informativa en El Faro de ayer.
A primera hora de la mañana, se mantenía la vigilancia sobre los inmigrantes por parte de la Policía Nacional, que desplegó a agentes de la UIP a la zona. Ese refuerzo servía para acompañar, pasadas las diez y media, a los agentes de la UCRIF en el control que se llevó uno a uno.
Los que figuraban en la lista como resolución negativa a su petición de asilo eran colocados en un grupo a parte, en calidad de detenidos, para preparar su traslado a la Jefatura. Mientras, el resto de compatriotas, era separado y no dudaba en mostrar su queja por lo que estaba sucediendo. Y como colofón a todo este escenario, la expectación montada en torno al operativo policial ya que al desarrollarse en pleno centro de la ciudad todo aquel que pasaba por el lugar se detenía a comprobar cómo era la acción de la unidad de Extranjería.
Los argelinos fueron trasladados a la Jefatura tanto en zetas policiales como en el furgón del que echa mano el Cuerpo cada vez que tiene que llevar a cabo expulsiones de inmigrantes. Ya en la sede de Colón fueron informados del trámite que se iba a seguir con ellos. Ahora deberán pasar el tiempo estimado legalmente en el Centro de Internamiento para, después, estimarse su expulsión hasta Orán vía Alicante bajo escolta policial si la misma, finalmente, se lleva a efecto.
Todos estos movimientos han estado seguidos desde la distancia más cercana por la Delegación del Gobierno, cuyo criterio en torno al trato que se va a aplicar a los inmigrantes sigue siendo el mismo. De hecho, la Administración ha recalcado que ningún acto de este tipo (ni la protesta argelina ni la siria) va a hacer variar el programa de salidas que está vigente y que sigue los criterios que marca el Ministerio de Interior.
“Los expedientes se seguirán tramitando en los plazos establecidos y quien tenga que abandonar el CETI lo hará, ya sea para ir a centros de internamiento o a otro destino, cuando le corresponda”, indicaron fuentes de la Delegación, recalcando que no se va a producir ningún “agravio comparativo” con el resto de inmigrantes que llevan tiempo esperando su salida.
De hecho, se da la casualidad de que entre el grupo de argelinos que se ha concentrado hay alguno que tan sólo lleva semanas en Ceuta y ya está protestando por buscar la forma más rápida de marchar a la península. La Policía cree que la amplia mayoría no miente en su origen, pero extiende sus dudas sobre otros grupos que, sin documentación, serían marroquíes pero mienten sobre su origen para evitar una expulsión directa que es la que se lleva a cabo cuando se detecta a ciudadanos del vecino país.

La farsa de la huelga de hambre

“No vamos a comer hasta marchar de aquí”. Pasaban las doce de la noche cuando, nada más ocupar la Plaza de los Reyes, los argelinos anunciaban la convocatoria de una huelga de hambre con la que, a modo de presión, pretendían forzar un cambio en la política de salidas que lleva a cabo la Administración. Poco tiempo duró la que se había pronunciado como la gran farsa del momento. Pocas horas después, sin esconderse siquiera, los mismos inmigrantes que habían lanzado esa advertencia se repartían cafés, bocadillos, botellas de zumo y demás. Entre bocado y bocado, les daba tiempo hasta mirar las fotografías que ilustraban las crónicas de El Faro, sonriéndose si se reconocían entre ellas. A esa lectura superficial le añadían otra algo más curiosa. Bolígrafo en mano, subrayaban algunos apartados de las noticias, quizá buscando que alguien les diga algo al respecto.
Así que la famosa huelga de hambre duró menos de lo esperado, al igual que los planteamientos de quienes están protagonizando este pulso al Gobierno. Los argelinos, habituales de la zona portuaria, permanecieron durante la mañana merodeando por la plaza o paseando por calles cercanas, sin tener relación con el colectivo sirio.
La Policía tiene fundadas sospechas de que, en el caso de los argelinos, se trata de un colectivo claramente dirigido. Alguien les ha aconsejado para que marchen de esta manera hacia la céntrica plaza y mantengan estas peticiones.
Buena parte de los argelinos concentrados son caras conocidas por la Policía por sus intentonas de colarse en barcos para marchar a la península o por haber participado en las tanganas que mantienen entre ellos en la zona portuaria. Entre los participantes en esta protesta no están todos los que son, ya que buena parte de ellos sigue presionando en el puerto buscando aún la vía oficiosa de salida.